Eran las dos de la madrugada de un frío mes de octubre de 1849. En un apartamento de la Place Vendôme, en París, expira uno de los compositores más importantes del Romanticismo. Se trata de Frédéric François Chopin, de verdadero nombre Fryderyk Franciszek Chopin, famoso en toda Europa por sus obras para piano.
El pianista fallece rodeado de amigos. Por su casa parisina desfila un notable grupo de intelectuales, que acuden a despedirse de él. Su antigua amiga y amante, Aurore Dupin, más conocida por su pseudónimo masculino George Sand, no es autorizada a entrar, pues las relaciones entre ambos se han complicado en los últimos tiempos. La que sí acude a su lecho de muerte es Solange, la hija de Aurore, que siempre ha mantenido una relación muy especial con la ex pareja de su madre.
Chopin abandona este mundo con sólo treinta y nueve años, tras toda una vida aquejada por quebrantos de salud y una tuberculosis galopante que, según los últimos estudios, desembocó en una pericarditis que destrozó su corazón. Un corazón que, por cierto, reposa separado de su cuerpo, en un frasco con alcohol conservado en la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia, en su Polonia natal.
Breve biografía de Frédéric Chopin, el más famoso compositor del Romanticismo
La vida de Chopin parece extraída de una novela del siglo XIX. De hecho, sus allegados, arrastrados por el morboso “amor” que los intelectuales de la época sentían hacia la tuberculosis, llegaron a admirar la palidez y el enflaquecimiento de su rostro, sus rasgos afilados y sus ojeras y, por supuesto, también su tos, de la que su amante George Sand llegó a decir que era de una “gracia infinita”.
¿Quién era este hombre enjuto y fascinante que despertó la admiración de todos quienes se encontraban con él? En el artículo de hoy te contamos la trayectoria de Frédéric Chopin, el compositor más famoso del Romanticismo.
Un talento innato
Frédéric François Chopin nació en el Ducado de Varsovia como Fryderyk Franciszek Chopin, hijo de Nicolas Chopin, un francés emigrado que ejercía de profesor de literatura francesa, y de Tekla Krzyzanowska, que pertenecía a la baja nobleza polaca. Fryderyk fue el único varón de varios hermanos, y siempre se mantuvo muy unido a Ludwika, su hermana mayor, que fue quien le introdujo en la técnica pianística.
La familia de Chopin se movía por ambientes culturales muy apegados a la música. Nicolas pronto se dio cuenta del talento innato de su vástago (que había compuesto su primera pieza a los siete años, en 1817), por lo que decidió proporcionarle los estudios adecuados. Así, el pequeño Fryderyk empieza a estudiar con el compositor Wojcieh Zywny, con quien permanecerá hasta 1821. Dos años más tarde, con trece años, el joven acude a las clases de Józef Elsner, director de la Escuela Superior de Música de Varsovia y, al mismo tiempo, entra en el Liceo de la misma ciudad, donde su padre ejerce como profesor de francés. Allí se inicia en el canto, la literatura y el dibujo, lo que nos da una idea del carácter sensible y artístico del muchacho.
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Amoríos juveniles
La muerte de Emilia, su hermana menor, es un golpe duro para él. En aquellos años, la familia Chopin está definitivamente instalada en Varsovia, donde Nicolas y Tekla acogen a estudiantes como huéspedes, lo que les permite aumentar los ingresos familiares. Entre estos estudiantes se encuentra Julian Fontane (1810-1869), quien pronto entabla una amistad muy cercana con Fryderyk, hasta el punto de que algunos estudiosos se plantean la posibilidad de una relación homosexual, al igual que con otros estudiantes que los Chopin hospedan.
A la luz de los testimonios, lo más probable es que el artista fuera bisexual, pues se sabe que estuvo enamorado también de mujeres, como la cantante Konstancja Gladkowska (1810-1880), que le inspiró varias composiciones; entre ellas, el Vals op. 70 nº 30 y el movimiento lento del Concierto para piano nº 1. En cualquier caso, parece que la atracción que sintió hacia la joven no pasó de amor platónico, tal y como se deduce de sus cartas.
Más tarde, en 1836 (cuando ya era un músico reputado de veintiséis años) se comprometió con María Wodzinska, una adolescente de la que se prendó profundamente. Sin embargo, la familia de la muchacha canceló el compromiso debido al mal estado de salud del compositor, lo que debió sin duda agravar el humor melancólico en el que Chopin caía a menudo.
Viaje por Europa e insurrección contra Rusia
En la década de 1820, Chopin es un compositor y concertista reconocido en su patria polaca. Es entonces cuando decide emprender un viaje por Europa, que le lleva, entre otras ciudades, a Viena, en aquella época considerada capital de la música. Sin embargo, la ciudad no impresiona al compositor, que se queja de que la gente “solo desea escuchar valses”.
Es precisamente durante su estancia en Viena donde se entera del estallido del llamado Levantamiento de Noviembre, la insurrección polaca contra el yugo del imperio ruso. La noticia causa una gran agitación en el artista, que acusa fiebre y una gran ansiedad, pues está preocupado por los suyos y por el devenir de su patria. Su inquietud es tan grande que piensa en regresar, pero sus amigos consiguen convencerle de que permanezca en Viena. Ya nunca más volverá a pisar tierra polaca. En recuerdo de los compatriotas fallecidos, Chopin compone su famosa Marcha Fúnebre, así como la delicada y hermosísima composición conocida como Tristeza o El adiós, que se erige en amarga despedida y refleja el estado melancólico y abatido del compositor.
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París, la patria adoptiva
París, a donde llega en otoño de 1831, se convierte en una especie de bálsamo para el artista, pues allí se siente libre y cómodo. Los intelectuales parisinos le abren entusiasmados las puertas, y Chopin empieza a codearse con compositores de la talla de Franz Liszt (1811-1886), Gioachino Rossini (1792-1868) y Luigi Cherubini (1760-1842), así como con literatos y pintores, como Víctor Hugo (1802-1885) y Eugène Delacroix (1798-1863) que, por cierto, realiza de él uno de sus retratos más famosos.
Pero, probablemente, uno de los artistas que más influyeron en su primera etapa francesa fue el pianista Friedrich Kalkbrenner (1784-1849), llamado “el rey del piano” por su indiscutible maestría, y que llegó a dar algunas lecciones a Chopin con el objetivo de que perfeccionara su talento.
Chopin da su primer concierto en París en febrero de 1832. Entre los asistentes se encuentran nada menos que Franz Liszt y Félix Mendelssohn (1809-1847), dos grandes del Romanticismo musical que pronto entran a formar parte del círculo de amistades del polaco. Especialmente importante en su vida es el primero, a través del que conocerá, por cierto, a una de las personas más significativas e influyentes de su vida, la escritora Aurore Dupin (1804-1876), más conocida como George Sand, que se convertirá primero en su amante y, después, en fiel amiga y compañera.
La primera impresión mutua no fue demasiado buena. A Chopin, aquella mujer contundente que solía vestir de hombre le pareció demasiado masculina, mientras que a ella el aspecto delicado del compositor le dio la impresión de estar delante de “una niña”, según sus propias palabras. Se habían encontrado dos personalidades contrapuestas que, sin embargo, iban a formar un curioso tándem: la personalidad fuerte e intensa de la escritora y el carácter grácil y sensible del músico.
Estancia en Mallorca
La pareja comparte vida y vivienda a partir de 1838. A la convivencia se unen los hijos que Aurore había tenido con su ex marido, el barón de Dudevant. Los detractores de tan extraña unión se ven forzados a morderse la lengua ante la longevidad de su relación: nada menos que ocho años pasan juntos Chopin y Sand, aunque sólo durante el primer año mantienen una relación sentimental. El resto es una sólida amistad en la que Aurore supuso un soporte emocional importantísimo para el compositor, hundido en la depresión y la tuberculosis.
Es precisamente durante el invierno de 1838 que el estado del artista se agrava considerablemente, lo que lleva a los médicos a aconsejarle un cambio de aires. El clima de París no es el adecuado para los pulmones enfermos del compositor, por lo que él y Sand se trasladan, junto a los hijos de esta, a Mallorca. La pareja se instala en una de las celdas de la Cartuja de Valldemossa y, aunque los temporales y el invierno gélido que azotan a la isla aquel año no ayudan en nada a la recuperación del artista, los paisajes agrestes y bellos de la zona inspiran a ambos; Chopin compone sus Preludios, mientras que Aurore, subyugada por la arquitectura de la Cartuja y, sobre todo, por su cementerio, escribe una de sus novelas más “góticas”, Spiridion.
El ocaso de un genio
Probablemente, el lugar más querido de Chopin fuera Nohant, la hacienda que Aurore tenía en el Berry francés. La tranquilidad del lugar ayuda a calmar su persistente melancolía, y también parece influir positivamente en el avance de su enfermedad. Sin embargo, la relación de la pareja se deteriora por momentos, especialmente tras el matrimonio de Solange, la hija de Sand, con la que Chopin siempre se ha entendido a las mil maravillas, a diferencia de la madre. La situación conlleva el distanciamiento entre madre e hija, y el hecho, unido a los celos que Maurice, el hijo mayor, ha sentido siempre hacia Chopin, redunda en la incomodidad del compositor. El resultado es el rompimiento definitivo de la unión que se había establecido ocho años antes; Solange incluso prohibirá a su madre visitar a Chopin en su lecho de muerte.
La tuberculosis que arrastra el artista desde su juventud se ha complicado. En 1845, la debilidad del compositor es evidente. Tres años más tarde, en febrero de 1848, Chopin da el que será su último concierto en Francia, que reúne a centenares de personas ávidas de ver y escuchar al admirado compositor, cuyo nombre es ya leyenda. En el entreacto, Chopin sufre un síncope, del que parece recuperarse.
Pero ya no hay nada que hacer. El compositor fallece en octubre de 1849, a los treinta y nueve años. Durante su funeral, los músicos interpretan su Marcha Fúnebre, la misma que había compuesto años antes en honor de sus compatriotas. No ha vuelto a pisar suelo polaco desde su partida. Su hermana Ludwika, la que enseñó al genio las primeras nociones de piano, viaja hasta París para despedirse de él.
El compositor es enterrado en el cementerio del Père-Lachaise, pero su corazón, sumergido en una solución de coñac para su preservación, es enviado a Polonia, donde descansa actualmente. La relativamente buena conservación de la víscera permitió, en 2014, que expertos como Michel Witt, de la Academia de Ciencias de Polonia, advirtieran pequeñas lesiones que corresponden a síntomas claros de pericarditis tuberculosa, lo que ha permitido concretar la causa directa de su fallecimiento. Mientras, la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia, donde se guarda el órgano, es uno de los centros de peregrinación más importantes de cualquier admirador del genio polaco, uno de los más grandes impulsores de la música romántica.