Jessie Taft (1882-1960) fue una filósofa y socióloga pionera en el interaccionismo simbólico, el movimiento de mujeres y la disciplina del Trabajo Social. No obstante, dichos aportes son frecuentemente desestimados al ser más reconocida por haber hecho importantes traducciones de las obras de los psicoanalistas Otto Rank y Sigmund Freud.
Además, Taft pertenece a una generación de mujeres científicas que enfrentó múltiples formas de exclusión y segregación profesional, entre otras cosas como consecuencia del fuerte rechazo a la asimilación de los valores femeninos en la esfera pública, reservada exclusivamente para varones.
Fue también una de las mujeres que integraron la Escuela de Mujeres de Chicago y abordó desde la perspectiva de la conciencia social los auges del movimiento de la mujer, poniendo énfasis en los conflictos psicológicos por los que atravesaban las mujeres científicas de la época.
En este artículo seguiremos los trabajos realizados por García Dauder (2004; 2009) para aproximarnos a la vida y obra de Jessie Taft a través de una breve biografía, poniendo atención tanto a sus aportes teóricos como al contexto social en el que se desarrollaron.
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Biografía de Jessie Taft: una pionera del Trabajo Social
Jessie Taft nació el 24 de enero de 1882 en Iowa, Estados Unidos. Era la mayor de tres hermanas, hijas de un hombre de negocios y una madre que era ama de casa. Luego de haber estudiado el instituto en la Drake University en Des Moines, Iowa; realizó estudios de educación superior en la Universidad de Chicago.
En esta última se formó con George Mead, sociólogo conocido por haber sentado las bases del interaccionismo simbólico y que participó como su director de tesis. Así mismo se formó en la tradición pragmatista de la Escuela de Chicago.
En el mismo contexto, Taft se encontró con Virginia Robinson, mujer con la que adoptó dos hijos y que fue su compañera de vida durante más de 40 años. Entre las muchas frases subversivas que aportó, Jessie Taft decía que en América, donde los negocios se amotinan por encima de la cultura, no era extraño encontrar a la mujer soltera buscando compañía y refugio en otra mujer con quien construir vínculos de criterios y valores similares, difíciles de encontrar en un marido (Taft, 1916).
Por otro lado, el trabajo de tesis doctoral que realizó Jessie Taft en el mismo contexto tuvo el nombre de “The Women's Movement from the Point of View of Social Consciousness” (El movimiento de la mujer desde el punto de vista de la conciencia social), donde problematizó las tensiones entre lo privado y lo público, poniendo atención a cómo las transformaciones políticas, económicas y sociales habían formado el “self”, en especial relación con los conflictos que las mujeres enfrentan en el hogar y en el trabajo.
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El Hull House y los inicios del Trabajo Social
Fundado en el año de 1889 por Jane Addams y Ellen Gate Starr, el centro social Hull House se convirtió en un espacio de encuentro para muchas mujeres (varias reformadoras y científicas sociales que venían de la Universidad de Chicago). Pronto generaron una importante red de contactos y de colaboración.
Dicha red dio como resultado un trabajo de investigación cualitativa y cuantitativa que es reconocido como la Escuela Sociológica de Mujeres de Chicago, y que, entre otras cosas impactó de manera importante no sólo la sociología norteamericana, sino la situación social y legislativa, por ejemplo en el tema de las desigualdades sociales y raciales, la inmigración, la salud, el trabajo infantil y explotación laboral.
A la par, este era un contexto de importantes transformaciones sociales generadas por el capitalismo industrial. Las mujeres de la Escuela de Chicago, junto con algunos sociólogos ya reconocidos, como Mead, Dewey, William Isaac Thomas, y otros, cuestionaron el fuerte androcentrismo que marcaba la disciplina y reconocieron la necesidad de ampliar tanto la participación de las mujeres como la presencia de valores femeninos en el espacio público.
Mientras tanto, y hacia el lado contrario, la gestión y el acceso a la educación superior se veía marcada por una segregación tanto sexual como disciplinar, lo que quiere decir que había colegios “junior” destinados solo para mujeres, cuyo objetivo era frenar la creciente feminización del estudiantado universitario.
Así mismo y en el terreno disciplinar, la sociología cedía parte de sus contenidos a una nueva escuela, en la que además recayó buena parte de los trabajos de reforma y de contenido político que venía desarrollando la Escuela de Mujeres de Chicago. Dicha escuela fue la de “Trabajo Social”. Y fue precisamente en este contexto en el que Jessie Taft se vio desplazada de la sociología hacia el Trabajo Social, y posteriormente inauguró una escuela conocida como “sociología clínica”.
Entre otras cosas lo anterior tuvo como consecuencia el desplazamiento de los valores de lo femenino a las actividades relacionadas con la nueva y posteriormente infravalorada disciplina, el Trabajo Social; y los valores de lo masculino hacia la institución académica y la sociología que ahí se desarrollaba. Con lo cual, Jessie Taft y muchas otras mujeres científicas se vieron en serias dificultades para acceder a puestos como docentes o investigadoras en distintas universidades.
El Trabajo Social y la sociología clínica
En el contexto de un reformatorio para mujeres del estado de New York, Jessie Taft se mantuvo crítica ante considerar que estas mujeres tuvieran “deficiencias mentales”, y sostuvo que podía haber una rehabilitación centrada no tanto en ellas mismas, sino en modificar su entorno y sus condiciones de vida. Por ejemplo, procurando que tuvieran recursos económicos suficientes o una educación adecuada.
Estos fueron los inicios de la “sociología clínica”, que posteriormente se trasladaron a la asistencia social de niños con distintas dificultades y a la reestructuración de las prácticas de adopción.
Después de enfrentar distintas dificultades para acceder a un empleo tanto como interventora como investigadora de la sociología, Jessie Taft se incorporó en la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Pensilvania, lo que entre otras cosas la convirtió en una mujer líder de dicha disciplina.
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Interaccionismo simbólico y el movimiento de mujeres
Jessie Taft sostuvo que el movimiento de las mujeres (que estaba provocado por un malestar que se hacía cada vez más evidente), tenía sus raíces en un conflicto psíquico de este colectivo. Ellas tenían deseos de emancipación que no podían llevar al acto porque las condiciones sociales no se los permitían.
Enfatizó de manera importante la necesidad de hacer cambios en una “conciencia social” que promovía el individualismo doméstico alrededor de un orden industrial despersonalizado.
Al analizar las transformaciones sociales y económicas de las sociedades industriales, Taft fue muy cuidadosa al detallar cómo el género hacía que las experiencias vividas fueran distintas para hombres y para mujeres. Así fue como sostuvo que las reformas podrían llevarse a cabo solo solo cuando el “self” de cada quien se hiciera consciente de las subjetividades y las relaciones sociales que estaban construyéndose en las sociedades industriales.
Referencias bibliográficas:
- García Dauder, S. (2009). Jessie Taft. Interaccionismo simbólico, teoría feminista y trabajo social clínico. Trabajo Social Hoy, 56: 145-156.
- García Dauder, S. (2004). Conflicto y conciencia social en Jessie Taft. Athenea Digital, 6: 1.14.
- Taft, J. (1916). “The Women's Movement from the Point of View of Social Consciousness. Chicago: University of Chicago Press.
- The University of Chicago (2018). Ahead of her time. UChicago Magazine. Recuperado 20 de junio de 2018. Disponible en https://mag.uchicago.edu/education-social-service/ahead-her-time.
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