William Stern: biografía de este psicólogo y filósofo alemán

Así fue la vida de William Lewis Stern, inventor del concepto de cociente intelectual.

William Stern

En 1912, William Lewis Stern acuñó por primera vez en la historia el concepto de “cociente intelectual”. Fue realmente una idea muy innovadora que revolucionó el panorama educativo de la época, pues permitía establecer clasificaciones entre los estudiantes; en teoría, para individualizar sus métodos de aprendizaje de acuerdo con sus capacidades.

La teoría de Stern fue ya criticada en su momento por psicólogos como el doctor Howard Gardner (1943), quien sostenía que este criterio de clasificación era terriblemente excluyente y, además, inexacto, puesto que existían muchas más “inteligencias” además de la que calculaba la fórmula de Stern. Aún así, el sistema de William Stern ha pasado a la historia por ser el primer método capaz de contabilizar la capacidad intelectual de una persona.

En este artículo os traemos una biografía de William Lewis Stern, una de las figuras más interesantes de la historia de la psicología.

Breve biografía de William Lewis Stern, inventor del cociente intelectual

En la autobiografía que William Stern publicó en 1927, comentó cuáles eran las tres ciudades que habían marcado de alguna manera su existencia. La primera, por supuesto, Berlín, donde nació, empezó a formarse y realiza su doctorado en Psicología (1893). Es en esta universidad donde conoce a Herman Ebbinghaus (1850-1909), uno de los primeros psicólogos en estudiar la memoria, creador de la famosa “curva del olvido”.

La segunda ciudad era Breslau, en cuya universidad ejerció su profesorado entre 1897 y 1916. Y la tercera, Hamburgo, donde dirigió el instituto psicológico hasta la llegada de Hitler al poder en 1933.

La actividad intelectual de Stern no se ciñó sólo al ámbito de la psicología. Muy interesado en el pensamiento filosófico y en las cuestiones existenciales, se doctoró también en Filosofía en la Universidad de Durham. Para Stern, psicología y filosofía eran dos ciencias que, a pesar de que debían desarrollarse por separado, se nutrían constantemente y formaban parte de una misma “batalla”.

Un judío en la Alemania nazi

William Stern nació el 29 de abril de 1871 en Berlín, justo cuando finalizaba la temible guerra franco-prusiana, que había enfrentado la poderosa Prusia con el segundo imperio francés de Napoleón III. No sólo eso; ese mismo año de 1871, en enero, Berlín había sido establecida como la capital de la nueva Alemania unificada. Stern nacía ya en otra época, la antesala de un conflicto mundial que sacudiría el mundo.

Prusia se había convertido en el estado hegemónico de aquel nuevo país, y su canciller, el famoso Otto von Bismarck, en el nuevo líder fuerte que adorarían en el futuro los nacionalistas y que tan gran papel tendría en la guerra de armamento europeo de aquel fin de siglo. En realidad, la tragedia se había desencadenado, y los sucesos hasta la llegada de Hitler al poder en 1933 serían solo varios episodios de un mismo drama. Un drama que la familia Stern no sabía, no podía intuir, el papel que tendría en sus vidas.

Y es que William Lewis Stern pertenecía a una familia de judíos alemanes, cuya excelencia intelectual no se tuvo en cuenta cuando el partido nazi accedió a los resortes del poder. Entonces, de forma parecida a lo que sucedió con muchos otros intelectuales judíos, William Stern tuvo que huir de su amado país. Se trasladó primero a los Países Bajos, pero finalmente buscó refugio, como muchos de sus compatriotas, en los Estados Unidos.

Allí se instaló ese mismo año de 1933 como profesor de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte. Ya nunca volvería a su país natal. Falleció en 1938, dejando tras de sí un bagaje intelectual impresionante.

La psicología personalista y la creación del cociente intelectual

William Stern se interesó concretamente en la psicología personalista, que ponía énfasis en las variantes de cada individuo y, además, presumía que estas variantes eran medibles. Estas variantes eran las creadoras de la personalidad individual, es decir, interactuaban en el individuo para formar lo que se conoce como el “yo”.

En base a estas ideas, Stern estaba convencido que debía existir un sistema de medición para la capacidad intelectual de cada individuo. Esta posibilidad de medición facilitaría una correcta asimilación de los estudios, puesto que cada niño se adscribiría al sistema educativo que le correspondiera respecto a su CI. Así, en 1912, Stern acuña el término cociente intelectual (CI) para referirse a la variante individual de inteligencia de cada persona.

Según Stern, el cociente intelectual aumenta paulatinamente en paralelo al desarrollo físico del niño, y su punto álgido se encuentra en la adolescencia, una etapa de hiperactividad y alta motivación cognitiva. A partir de entonces, el cociente intelectual entra en una fase de estancamiento, para empezar a descender a partir de la edad madura.

En base a todo esto, la teoría que proponía Stern para calcular el CI individual era la división de la “edad cognitiva” entre la edad biológica del individuo. La edad cognitiva se establecía a través de unas pruebas psicológicas estandarizadas. Más tarde, en 1916, otro psicólogo, Lewis Terman (1877-1956), añadiría un paso más a la fórmula: propuso multiplicar el resultado de la división de Stern por 100, con el objetivo de eliminar los decimales no necesarios.

William Lewis Stern

A pesar de que tanto Stern como Terman son los que se citan siempre a la hora de hablar del CI, es importante destacar que, antes que ellos, ya existieron otros psicólogos que intentaron establecer un método de medición de la variante individual del cociente. Por ejemplo, los franceses Alfred Binet, psicólogo, y Théodore Simon, psiquiatra, quienes, en una fecha tan temprana como 1905, publicaron La escala métrica de la inteligencia, donde aparecen, por primera vez en la historia, una serie de tests con dificultad ascendente. Como dato curioso, comentaremos que algunas de las pruebas incluidas en el libro eran “distinguir la mañana de la tarde” o “enseñar la nariz, boca y ojo”.

Un autor e investigador prolífico

A pesar de que muchas de las aportaciones de William Stern estén hoy en día un poco obsoletas (ya hemos comentado en la introducción cómo Howard Gardner critica su cociente de inteligencia por considerarlo demasiado simplista) es innegable la importancia que Stern tiene para psicología moderna.

Fue autor de numerosos libros, la mayoría pioneros en su campo, como los dedicados a la psicología diferencial, las pruebas de inteligencia e, incluso, a la psicología forense. Stern es también conocido por sus investigaciones sobre psicología infantil, campo en el que fue de los primeros en dedicarse, en un tiempo en que este tipo de psicología no estaba demasiado desarrollada. Su trabajo acerca de la conducta y la psique de los niños fue realizado codo con codo con su esposa, Clara Joseephy Stern, pues la pareja llevó un minucioso diario sobre el comportamiento de sus tres hijos, desde su infancia hasta la edad adulta.

Stern había conocido a Clara durante un paseo en bicicleta. En un principio, los padres de la joven se opusieron al noviazgo, puesto que, tras la muerte del padre de William, la familia Stern vivía en una situación bastante precaria. De hecho, el joven William había tenido que dar clases particulares para pagarse los estudios y cuidar de su madre, que falleció por enfermedad en 1896.

Las adversidades no fueron obstáculo para este genio, que dedicó toda su vida al estudio de la psicología y la filosofía. La historia le recordará como el hombre que creó el CI, pero existen muchos otros trabajos de Stern igualmente interesantes que es pertinente descubrir.

  • Lamiell, J.T. (2021). Uncovering Critical Personalism: Readings from William Stern's Contributions to Scientific Psychology, Palgrave-Mcmillan.
  • Núñez, M. (2021). Historia de los tests de inteligencia: así se creó el número que diferencia a los superdotados, artículo de El Confidencial.

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