¿Qué es lo que, sin duda alguna, tenemos en común todos los seres humanos?
Mientras vivimos nuestras vidas, hacemos un montón de rutinas necesarias para subsistir y también disfrutamos de momentos de relax con las personas que elegimos, con las que nos quieren y a quienes queremos. Mientras tanto, en ese camino nos cruzamos unos con otros, nos miramos unos a otros (o no) y nos relacionamos, (algunos más, algunos menos) con los que conocemos o con los que nos tropezamos por ‘azar’.
Nuestra manera de pensar sobre la vida
Compartimos la vida, en algunos momentos más, y en otros menos, algunas personas más y otras menos… en realidad da igual cómo nos relacionemos, lo más importante es cómo percibimos esa experiencia de vivir y cada una de las experiencias dentro de la vida: cómo las notamos, primero, para con nosotros mismos. ¡Es tan importante sentirnos cómodos al caminar nuestra vida día a día en nuestros propios zapatos!
Sea cual sea la forma que elegimos de vivir y relacionarnos, todos tenemos pensamientos a diario: este es otro punto en común, todos los tenemos. Los pensamientos son parte de nuestra existencia misma -seamos o no conscientes de ellos. Incluso aprendemos a silenciarlos de diferentes maneras, como con algunas de las técnicas conocidas como la meditación o el mindfulness.
- Artículo relacionado: "Desarrollo Personal: 5 razones para la autorreflexión"
Las emociones
Igualmente, es un punto en común las emociones que experimentamos cada uno de nosotros en su momento y con sus circunstancias. Estas también nos caracterizan. Las emociones y pensamientos que tenemos cada ser humano nos hacen ser quienes somos, cada uno un ser diferenciado del resto, una persona única. Y aún con todo lo que experimentamos, hay algo que incluso da sentido a esa experiencia personal única e intransferible, algo que nos hace iguales a todos: todos morimos.
- Quizás te interese: "Gestión emocional: 10 claves para dominar tus emociones"
La muerte es parte inseparable de la vida
En el día a día, aunque la gran mayoría de personas no piensan en la muerte, sí se hace más presente a partir de ciertas edades o en el momento en el que las enfermedades o afecciones aparecen.
En estos momentos vemos la vida de una forma diferente, nos planteamos las situaciones de otra manera y somos más conscientes del valor que tiene nuestro cuerpo como instrumento que nos permite experimentar y nuestro cerebro como un poderoso centro de control indiscutiblemente inseparable del cuerpo.
- Artículo relacionado: "Psicología estoica: una apuesta por la tranquilidad"
¿Quién disfruta de un buen nivel de salud?
Cuando sufrimos un dolor o una dificultad en nuestro cuerpo-mente, toda nuestra vida diaria se ve ‘salpicada’ de este malestar y hace que el día a día pese más: la vida pesa más.
El Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1946) dice: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Siguiendo esta definición yo me pregunto: ¿Es este estado permanente? ¿Está la salud al alcance de alguien? ¿Quién goza de salud?
El cuerpo físico se deteriora con el paso de los años; e insisto en que el cuerpo incluye nuestro cerebro y la mente que tiene su forma de asimilar lo que nos pasa, de entenderlo, pensarlo, aceptarlo o no, y desde luego también, de permitirnos sentir cómo estamos ante lo que nos ocurre. Nuestras experiencias de vida, a cada segundo que vivimos, se suman a este deterioro “natural” de los seres vivos, y tiene mucho que ver con cómo las afrontamos, qué hacemos y nuestra actitud con respecto a ellas.
Hay personas que gozan de un cuerpo-mente fuerte, que además de la genética que les acompaña, se cuidan en los diferentes ámbitos de la vida: la nutrición, el ejercicio, el equilibrio emocional y personal-laboral, etc.
Se ha demostrado que el cuerpo y la mente se pueden mantener funcionales hasta avanzada edad, y esto supone un bienestar (recordando la cita de la OMS) profundo. Pero ojo, que el bienestar completo mantenido día tras día, tras día, todos los días de nuestra vida, incluye saber mirar y aceptar momentos menos buenos; desde una gripe que afecta a nuestro cuerpo (y, por tanto, a nuestra mente) y nos deja “tumbados”, hasta un enfado momentáneo con algo o alguien que influye en nuestro estado de ánimo.
Asimismo, las personas que tenemos problemas o dificultades físicas y/o mentales también podemos gozar de un “bienestar” realmente sentido. Puede costar más: sufrir una dolencia afecta directamente a la calidad de vida percibida, pero esto no quiere decir que no puedas sentir que “estás bien”, tener buenos momentos y aprender a adaptar tu vida a esa afección.
Alia Pérez
Alia Pérez
Psicóloga y Psicoterapeuta de Pareja e individual.
Conclusión
Tú no eres tu enfermedad o tus circunstancias. Tú eres mucho más que lo que te ocurre, a nivel físico, mental, laboral, social… Tú eres mucho más. Existen formas de mirar de frente lo que vivimos y aceptarlo; esta aceptación tiene como resultado un “bien-estar” más auténtico, a pesar de la afección, a pesar de la enfermedad, a pesar de los problemas que la vida en ocasiones nos presenta en los diferentes niveles que cita la OMS: físico, social y mental.
A pesar de todo, la enfermedad no eres tú.