El coaching es un ámbito de desempeño profesional que cada vez gana más importancia y se diversifica más; sin embargo, aún hay muchas personas que no tienen ni siquiera una idea aproximada acerca de cuáles son las tareas y metas del coach. Para resolver este tipo de dudas, en este artículo te resumiremos cómo funciona el coaching ante el tipo de problemas en los que suele ser aplicado.
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¿Qué es el coaching?
En primer lugar, es importante abordar una definición, aunque sea resumida, acerca del término “coaching”, que es el núcleo del trabajo del coach. Este es un conjunto de prácticas diseñadas para ayudar a los individuos y a los grupos para alcanzar sus objetivos, especialmente en el ámbito del desarrollo profesional y/o personal.
En este sentido, el coaching analiza cada caso particular identificando tanto necesidades y problemas a resolver como potenciales oportunidades de mejora, y establece un flujo de comunicación coach-coachee que permite evaluar en tiempo real los resultados de las estrategias aplicadas. Ahora bien, es importante distinguir entre coaching y psicología aplicada: mientras que históricamente la segunda se ha centrado en ayudar a resolver problemas que están dañando la calidad de vida de las personas (alteraciones de la salud mental, dificultades en el desempeño escolar…), el coaching descarta intervenir en aquellos problemas que requieran la intervención de profesionales de la salud o de la educación, y se centra en áreas como el desarrollo personal, las dinámicas de liderazgo y gestión de equipos, la exploración vocacional, el desarrollo de habilidades comunicativas, etc.
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¿Cuál es el funcionamiento del coaching?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que las soluciones aplicadas por el coach dependen de su área de especialización, la cual delimita la clase de necesidades que aborda. Por ejemplo, a veces se trabaja con equipos en el contexto de las empresas u organizaciones, ayudando a mejorar sus procesos de comunicación y coordinación; en otros casos se forma a CEOs, ejecutivos y Directores de departamento a desarrollar sus aptitudes de liderazgo; también hay coaches que trabajan centrándose en los procesos de desarrollo personal independientemente del perfil laboral del coachee…
Por otro lado, si bien lo que hemos visto hasta ahora son las “ramas” del coaching, también hay diferentes enfoques desde los que desempeñarse como coach: no es lo mismo el coaching sistémico que el coaching ontológico, por ejemplo. Pero dejando a un lado estas categorías, es posible identificar aspectos en común en el funcionamiento el coaching en general. Veamos cuáles son.
1. Detección del potencial de mejora
El punto de partida del proceso de coaching surge de la identificación de una oportunidad de mejorar la situación presente, proponiendo medidas en positivo. En general, los coaches se centran en el presente y lo proyectan hacia el futuro, sin darle una gran importancia al pasado remoto de las personas o de los equipos a los que ayudan, ya que en el aquí y ahora ya se dan los elementos que permiten explorar el potencial de la gente.
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2. Impulso del autoconocimiento
Otro de los pilares del funcionamiento del coaching consiste en aplicar estrategias de autoconocimiento. Estas permiten que el coachee conecte con sus valores e intereses reales, en vez de actuar siempre en unción de presiones externas.
3. Aplicación de dinámicas para reforzar la comunicación y la confianza mutua
Esto es especialmente importante en el coaching organizacional o el coaching de equipos, ya que permite evitar los bloqueos comunicativos y la aparición de malentendidos. Sin embargo, también es clave en el coaching enfocado a personas individuales, dado que hay que asegurarse de que coach y coachee estén en sintonía y establezcan una alianza desde la que hablar abiertamente de los retos a afrontar, los valores que hay detrás de las motivaciones de la persona, y las prioridades a tener en cuenta.
4. Aplicación de distinciones
Las distinciones son sistemas de categoría que permiten diferenciar entre conceptos que, hasta ese momento, habían sido confundidos entre sí y por ello dificultaban el avance hacia el objetivo. Este es un proceso inspirado en la reestructuración cognitiva usada en psicología.
5. Entrenamiento en habilidades de autorregulación emocional
Saber modular las propias emociones y reconocer las emociones ajenas es importante para adaptarse al contexto social en el que se vive, algo que es siempre uno de los pilares de cualquier proceso de coaching. No hay que olvidar que el desarrollo personal y profesional tienen lugar siempre en el marco de una relación con otras personas y con uno mismo.
6. Entrenamiento en técnicas de motivación y/o automotivación
Finalmente, la aplicación de técnicas que potencian la motivación es otra de las claves del funcionamiento del coaching, ya que ayuda a comprometerse a medio y largo plazo con el objetivo definido en la primera fase del proceso. Para ello se utilizan rutinas como la creación de un diario personal, las pautas de horario muy definidas para delimitar el inicio y el final de cada tarea, la subdivisión de los objetivos a alcanzar en varios retos más simples y a corto plazo, etc.
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