¿Les gritas más de lo que te gustaría? Herramientas para criar con calma y conexión

Consejos de crianza para no caer en la "solución fácil" de gritar a tus hijos cuando hacen algo mal.

¿Les gritas más de lo que te gustaría? Herramientas para criar con calma y conexión
Pexels
Vibra Barcelona - Evento de bienestar femenino

¿Te has sorprendido alguna vez gritando a tus hijos o reaccionando de forma impulsiva? Esto es algo que sucede de forma habitual a muchos padres y madres cuando se sienten desbordados y, con frecuencia, posteriormente sienten mucha culpa. Sin embargo, se sienten atrapados en este tipo de patrones y no saben qué hacer para cambiarlos.

La crianza suele ser un camino tan maravilloso como desafiante y lleno de aprendizajes. A lo largo de este artículo hablamos sobre por qué acabamos gritando más de lo que nos gustaría y planteamos diversas estrategias basadas en la neurociencia, la psicología infantil y el mindfulness para criar con conexión, respeto y calma.

¿Por qué acabamos gritando?

Si queremos disminuir la caridad de veces en las que acabamos gritando a nuestros hijos, es importante que podamos comprendamos qué nos lleva a este punto. A nivel individual, son diversos los mecanismos que pueden estar fomentando este tipo de respuestas.

Antes que nada, es importante comprender que en situaciones de mucho estrés, hay ciertas partes de nuestro cerebro —que actúan de forma automática en inconsciente— que pueden acabar tomando el control y generando respuestas como la lucha, la huida y la congelación. Así pues, podríamos entender el grito como una parte de las respuestas automáticas de “lucha”.

Es importante que cada persona comprenda qué es lo que le lleva a sentir tanto estrés en determinadas situaciones. En este sentido, aspectos como la falta de herramientas a nivel emocional, las experiencias propias vividas en la infancia y los modelos de crianza que hemos recibido pueden facilitar la aparición de los desbordes emocionales. Lo mismo sucede cuando generamos expectativas poco realistas sobre nuestros hijos y su comportamiento.

Gritar no implica que seamos malos padres o madres. Somos humanos y todos nos desbordamos en ocasiones. El hecho en sí de gritar nos está indicando que hay ciertos aspectos que debemos revisar y atender para poder establecer otro tipo de relación con nuestros hijos/as. Cambiar las dinámicas que nos aportan sufrimiento y malestar tanto a nivel individual como familiar es posible.

Puede parecer obvio, pero, por supuesto, no es lo mismo gritar de forma esporádica y pedir disculpas honestas después, explicando a la criatura qué ha sucedido, que gritar de forma frecuente. Si los gritos forman parte de una dinámica que se repite, se relacionan con un impacto negativo en el desarrollo emocional de los niños.

A corto plazo, los gritos frecuentes generan miedo en los niños. Si bien es cierto que puede parecer que son más obedientes, es importante tener en cuenta que se comportan desde el temor. Esta sensación de inseguridad interna produce desconexión y daña el vínculo. A largo plazo, los gritos se relacionan con una baja autoestima y dificultades emocionales.

Estrategias para criar con calma y conexión

No debemos confundir la idea de criar con calma y conexión con el hecho de evitar los conflictos. Las herramientas que planteamos a continuación tienen por objetivo facilitar el camino hacia el fortalecimiento del vínculo con nuestros hijos.

Reconocer los propios desencadenantes

Para poder acompañar a nuestros hijos e hijas en su desarrollo de una forma más presente, sensible y acorde a sus particularidades, necesitamos saber qué nos lleva a reaccionar de esta forma. El autoconocimiento es un aspecto crucial para poder identificar las Arís filmes que nos llevan al límite y poder desarrollar herramientas de gestión emocional necesarias.

En muchas ocasiones, estas respuestas impulsivas están más vinculadas a la propia historia personal de los adultos que a la conducta de las criaturas en sí misma. Además de las propias heridas, aspectos como el estrés, las expectativas que tenemos sobre nuestros hijos, los valores y las creencias inconscientes también interfieren en nuestra forma de reaccionar.

Regular las propias emociones

El cerebro de nuestros hijos e hijas se encuentra en desarrollo hasta bien entrada la veintena. Esto implica que hasta los 20-25 años su cerebro está madurando y necesitan que nosotros les ayudemos a hacer aquellas cosas que el suyo todavía está aprendiendo. Seamos conscientes de ello o no, somos el modelo que le va a enseñar muchos recursos de forma inconsciente.

El cerebro emocional funciona desde el nacimiento y, por eso, tanto los niños como los adolescentes experimentan las emociones de forma intensa. Sin embargo, la parte del cerebro que se encarga de la regulación emocional todavía está en desarrollo y necesitan que nosotros les “prestemos” nuestra regulación emocional para aprender a hacerlo. Es decir, debemos aprender a identificar, nombrar y regular nuestras emociones para poder sostener las de nuestras criaturas.

Cuidar del propio bienestar

La crianza es una experiencia retadora. Nuestros hijos —y su bienestar— se vuelven nuestra prioridad y esto hace que, en muchas ocasiones, nuestro propio autocuidado pase a un plano mucho menos importante. Aunque a veces es difícil, debemos tener en mente también que nuestros estados —físicos y emocionales— tienen un impacto sobre ellos.

Si sentimos agotamiento y mucho estrés, hay más probabilidades de que al final nos acabemos desbordando y gritando. Por ello, aspectos que pueden parecer tan básicos como el descanso, la alimentación y el apoyo social son cruciales. El autocuidado, lejos de ser algo que nos hace descuidar a nuestros hijos, nos permite enseñarles que es importante y un modelo a seguir.

Conectar antes de corregir

Cómo decíamos anteriormente, los gritos, las amenazas y los castigos sólo consiguen despertar miedo e inseguridad en la criatura. Desde estas emociones es probable que respondan, pero es menos probable que aprendan lo que les queremos transmitir.

Cuando los niños/as se sienten seguros y conectados a sus cuidadores es cuando aprenden y hay una mayor predisposición a cooperar. Es decir, es más probable que una criatura escuche y colabore si primero hemos establecido contacto visual, validado sus emociones y les hemos hablado de forma empática y respetuosa.

Enseñar habilidades en lugar de castigar

Ya veníamos diciendo que los castigos no enseñan nada más que miedo, inseguridad y resentimiento. No educan ni nos convierten en las guías de nuestros hijo/as. Los errores son oportunidades de aprendizaje y no debemos usarlos bajo ningún concepto como una forma para humillarlos.

Si queremos transmitir ciertos valores a nuestros hijos, es importante que les enseñemos habilidades como la resolución de conflictos, la comunicación asertiva, el manejo de la frustración y la regulación emocional, entre otras. Es entonces cuando aprenden y tienen la opción de integrar.

Reparar después de haber gritado

No podemos olvidar que somos humanos/as y que puede suceder que nos desbordemos emocionalmente y acabemos gritando en alguna ocasión. Lo que sucede después de este episodio es realmente importante tanto para el desarrollo emocional de la criatura como para el vínculo.

Si hemos producido un daño, debemos repararlo. Es importante pedir disculpas de forma honesta y explicar qué nos ha sucedido —dejando claro que nuestras emociones son nuestra responsabilidad— y reconociendo el impacto que nuestras palabras o acciones pueden tener. La reparación ayuda a fortalecer el vínculo y a enseñarles responsabilidad emocional.

¿Te interesa este contenido?

¡Suscríbete a “La vida con hijos”!

Nuevo newsletter de contenido exclusivo sobre crianza, educación y pareja.

Al unirte, aceptas recibir comunicaciones vía email y aceptas los Términos y Condiciones.

  • Bilbao, Á. (2015). El cerebro del niño explicado a los padres. Plataforma Editorial S.L.
  • Clarke-Fields, H. (2019). Raising good humans: A mindful guide to breaking the cycle of reactive parenting and raising kind, confident kids. New Harbinger Publications.
  • Markham, L. (2012). Peaceful Parent, Happy Kids: How to Stop Yelling and Start Connecting. TarcherPerigee.
  • Sunderland, M. (2023). What every parent needs to know: A psychologist's guide to raising happy, nurtured children (Hardcover ed.). DK Publishing.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Nerea Moreno. (2025, junio 9). ¿Les gritas más de lo que te gustaría? Herramientas para criar con calma y conexión. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/les-gritas-mas-de-lo-que-te-gustaria-criar-con-calma-y-conexion

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

Psicólogo/a

¿Eres psicólogo?

Date de alta en nuestro directorio de profesionales

Artículos relacionados

Artículos nuevos

Quizás te interese

Consulta a nuestros especialistas