Seguro que alguna vez has sentido que estabas perdiendo el tiempo cuando realizabas cualquier actividad que considerabas “no productiva”, llegando a pensar de manera obsesiva que deberías estar haciendo más útil.
Muchas personas pueden llegar a sentir que su tiempo diario está siendo desperdiciado cuando en teoría lo dedican a hacer algo que les llena o les hace felices, especialmente si no encaja con las lógicas del mercado laboral y la búsqueda constante de rentabilidad en términos monetarios, por un lado, o las tareas domésticas y responsabilidades familiares, por el otro.
Esta obsesión por no perder el tiempo puede llegar a convertirse en un verdadero problema de salud mental, generando un desgaste significativo a medio y largo plazo. Por eso, en este artículo nos centraremos en una idea tan importante como simple: la necesidad de tener tiempo para perderlo.
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Ideas clave para no obsesionarnos con estar perdiendo el tiempo
Si en tu día a día notas que el estrés, la angustia o incluso el sentimiento de culpa se apoderan de ti por el simple hecho de disponer de unos minutos que no sabes a qué destinar, o si has asumido que tus ratos libres deben ser invertidos siempre en formarte, hacer amigos o hacer algo que, en general, te aporte la sensación de acumular progresos… Todo eso es una señal de que no has entablado una relación sana con tu gestión del tiempo.
Por eso, a continuación te mostraré una serie de ideas y principios que puedes aplicar a tu día a día para no obsesionarte con el miedo a “perder el tiempo”.
1. Valorar el tiempo para nosotros mismos para preservar la salud mental
Algunas personas se obsesionan ante la idea de que todo el tiempo transcurrido diariamente de ser productivo de una forma u otra, es decir, que debemos realizar actividades que nos reporten un beneficio, sea el que sea. Pero hay que superar esa noción de productividad permanente.
En este sentido, empezar a concebir como valioso el tiempo que dedicamos a nosotros mismos es el primer paso para no caer en el sentimiento de culpa en situaciones de este tipo. Y para ello, es importante no perder de vista que no somos robots, sino seres vivos con necesidades que no pueden ser plasmadas en palabras ni en números (ni siquiera los de nuestra cuenta bancaria).
La salud mental es clave para disponer de una buena calidad de vida, y mantenerla pasa por disponer de tiempo libre y momentos de ocio que no tengan por qué traducirse en ganancias concretas o fáciles de identificar. Se trata de un proceso de autocuidado.
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2. Saber que desconectar ayuda a replantearnos cosas
La ciencia médica ha podido demostrar que en los momentos de relajación es cuando suceden las mejores ideas y también las soluciones a problemas complejos en los que podíamos estar anclados o bloqueados. El estrés nos lleva a comportarnos a través de automatismos para responder a las necesidades a muy corto plazo, mientras que los momentos de calma nos permiten mezclar ideas e imágenes mentales para dar lugar a la creatividad.
El tiempo que dedicamos a la introspección o simplemente a desconectar del trabajo dedicándonos a pasatiempos ligeros y sin grandes pretensiones puede ayudar a conocernos mejor a nosotros mismos, a un proceso intelectual en el que empezamos a replantearnos las cosas que creemos saber acerca del “Yo”, a romper ciertas inercias psicológicas y a pensar más allá de los esquemas clásicos que usamos habitualmente.
Esto nos permite sacar conclusiones nuevas desde otros puntos de vista que nos pueden ser muy útiles para solucionar problemas antiguos o encontrar nuevas soluciones a cuestiones futuras.
De igual manera, tal y como se ha indicado, en los momentos que dedicamos a nosotros y en los que tenemos suficiente relajación y confort, podemos poner en práctica procesos de autoconocimiento personal profundo que nos permita conocernos mejor y tomar decisiones importantes con mayor criterio.
El autoconocimiento no sucede si no disponemos de ese tiempo que nos lleva a hacernos las preguntas importantes, ese tiempo que nos permite estar relajados, tiempo de calidad con uno mismo.
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3. Potenciar momentos de relajación nos ayuda a hacer ’reset’
Aplicar rutinas de relajación a nuestro día a día nos permite desprendernos de las preocupaciones que nos han mantenido en un estado de parálisis porque no nos atrevemos a enfrentar la verdadera causa que las provoca. Es una manera de “resetear” nuestra mente para oler con fuerzas renovadas a los retos que nos plantea la vida, y a través de otras rutas de pensamiento que no han sido talladas por la ansiedad.
Las técnicas de relajación nos ayudan a encontrar estados de equilibrio tanto físico como emocional y nos permiten tomarnos la vida con una mejor filosofía, valorando otras cosas buenas que tenemos, en lugar de obsesionarnos con lo negativo, como puede ser la sensación de perder el tiempo.
Las personas que consideran que pierden el tiempo cuando no lo dedican al trabajo o cualquier actividad retribuida suelen presentar altos niveles de estrés, ansiedad u otras patologías psicológicas previas.
Poniendo en práctica técnicas de relajación eficaces lograremos disminuir cualquier tipo de alteración psicológica y entrar en un estado de bienestar basado en el equilibrio emocional.
Algunas de estas técnicas pueden ser la respiración consciente, la relajación progresiva, el yoga, la meditación o el pilates.
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4. Valorar lo que tenemos en la vida es imprescindible para disfrutar de ella
Para no obsesionarnos de manera intensa con el hecho de estar perdiendo el tiempo cuando pasamos tiempo de calidad con nuestros amigos o familiares más cercanos, es importante valorar algunas pequeñas cosas que nos hacen darle sentido a la vida. Si tan solo le prestamos atención a nuestras metas, la frustración se adueñará de nuestra rutina.
Por ejemplo, cuando estemos con algún familiar debemos pensar en lo afortunados que somos en tenerlo y en que debemos aprovechar al máximo el tiempo del que disponemos con esa persona.
Norma Conde
Norma Conde
Psicoterapeuta, Tratamiento del Estrés, Ansiedad, Depresión, Duelo, Autoestima, Gestión emocional, Terapia de pareja.
Valorando la importancia de las relaciones interpersonales cercanas o bien teniendo en cuenta la suerte que tenemos en la vida, lograremos poner en primer plano aquellas actividades que nos llenan sin necesidad de ser productivas.