El trabajo dignifica y lo necesitamos para poder sobrevivir, por eso de que la comida cuesta dinero y el dinero, en la mayoría de casos, se obtiene trabajando. Lo ideal es llegar a disfrutar de nuestro trabajo, que nos satisfaga y nos llene, aunque siempre tendremos que hacer algún sacrificio y hacer algo que no nos guste, pero así es la vida.
Está bien ser una persona trabajadora y responsable, pero con un límite. Una cosa es cumplir con los objetivos laborales y otra es hacer que ocupen todo nuestro horario. Algunas personas pueden llegar a desarrollar una verdadera adicción hacia el trabajo.
En los párrafos de a continuación vamos a ver qué se entiende por adicción al trabajo y veremos cómo poder hacerle frente con algunos trucos que podemos incorporar en nuestra vida laboral.
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Cómo afrontar y superar la adicción al trabajo
La adicción al trabajo se puede definir como la necesidad excesiva y patológica de cumplir con las responsabilidades laborales, haciendo más horas de las necesarias o invirtiendo un esfuerzo extra en tareas laborales. La persona adicta al trabajo dedica la mayor parte de su día al trabajo, algo que va en detrimento de su tiempo libre, que lo podría pasar con la familia, amigos, dedicarlo a sus aficiones o a su autocuidado.
En los últimos años, se ha ido generando concienciación sobre la adicción al trabajo pero usándose el término de origen inglés “workaholism”, combinación de “work”, es decir, “trabajo”, y “alcohol”. Esta adicción por sí misma no tiene nada que ver con el alcoholismo, pero bien se puede comparar a la adicción que presentan las personas alcohólicas con respecto a esta sustancia. En el caso de las personas workahólicas, su adicción es de tipo comportamental en vez de a una sustancia, como es el caso de las personas adictas al sexo, a las compras, a los videojuegos...
No se llama adicción al trabajo por nada. Las personas que padecen esta problemática tienen una relación disfuncional con el trabajo, no pudiéndose despegar del mismo, sintiendo verdadera abstención de despegarse del trabajo, sintiendo gran ansiedad y preocupación por el hecho de no estar llevándolo a cabo. El exceso de trabajo y la mala gestión del mismo trae consigo problemas físicos y mentales, consecuencias de síntomas como el estrés, la dependencia al trabajo, la inestabilidad emocional, la irritabilidad…
Al igual que con las adicciones a sustancias, en la al trabajo se da un proceso de tolerancia. Llega un punto en el que la persona adicta al trabajo, a pesar de esforzarse mucho, no está contenta con el resultado que ha obtenido, aún siendo uno bueno. Esto hace que deba empeñarse cada vez más para poder sentirse bien, teniendo que dedicarle más horas y esfuerzos, con mayor detrimento tanto para su vida personal como social y autocuidado.
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¿Cómo surge el fenómeno workaholic?
Cada persona es un mundo y lo que puede haberle empujado hacia la adicción al trabajo es muy variado. No obstante, se considera que un patrón común en las personas workahólicas es el haberse criado en el seno de una familia en donde se daba amor en función del éxito, logros y rendimiento académico de sus hijos. No es extraño encontrar a personas adictas al trabajo que dicen que se criaron en un entorno en el que se tenían que ganar el amor de sus padres, ya fuera teniendo buenas notas en las escuela u obteniendo reconocimientos y premios en competiciones deportivas, conciertos instrumentales, danza, ajedrez…
Además, en una sociedad marcada por la concepción de que cuanto más productivo se es, mejor, ésta se convierte en el caldo de cultivo para que surja esta relación disfuncional con el trabajo. Socialmente se valora muy positivamente a una persona que demuestra ser trabajadora, incluso cuando su exceso de trabajo está haciendo mella en su salud física y mental. Esta apreciación social hace un flaco favor al adicto al trabajo, quien busca la aceptación y admiración de su entorno social más cercano.
Al igual que ocurre con muchas adicciones comportamentales, la adicción al trabajo pasa muy desapercibida, siendo un fenómeno subestimado y poco reconocido. El malestar psicológico que padece la persona workaholica es difícilmente evaluable. El diagnóstico se hace solamente cuando los síntomas físicos, como son no dormir bien o tener dolores de estómago, y los psicológicos, como ansiedad extrema, se hacen muy evidentes.
Esto impide un diagnóstico eficaz y suele producirse cuando el malestar físico y mental de la persona ya se encuentra en una etapa avanzada, o cuando ha sufrido alguna enfermedad grave como un infarto o un ataque de pánico. Necesita urgentemente tomarse un descanso absoluto del trabajo.
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Qué podemos hacer?
Como hemos comentado, la adicción al trabajo trae consigo estrés y ansiedad, problemas con la familia, los amigos y el ámbito personal al no dedicarle el tiempo suficiente a ellos. La persona adicta al trabajo no puede dejar de pensar en las tareas laborales incluso cuando está de vacaciones o tratando de conciliar el sueño en su cama, lo que le trae falta de descanso e insomnio.
La adicción al trabajo es un problema serio que se debe tratar con la ayuda de un psicoterapeuta especializado. Algunas recomendaciones para mantener un sano equilibrio entre vida y trabajo para los adictos al trabajo son las siguientes:
1. Modificar escala de valores laborales
Un primer paso es tratar de modificar la escala de valores sobre el trabajo, intentando dejar de darle más importancia de la que requiere. La vida está llena de cosas para disfrutar, como la familia, los amigos y actividades lúdicas. Para ser felices, debemos darle mayor protagonismo a los pequeños placeres de la vida y dejar que el trabajo ocupe solo el tiempo y esfuerzo necesario.
Por esto, debemos hacer un esfuerzo y pasar más tiempo con nuestros seres queridos, disfrutar de nuestras aficiones y olvidarnos por un momento del trabajo. El deporte también nos puede ser de gran ayuda, combatiendo el estrés y la ansiedad por volver a trabajar mientras realizamos una actividad que, gracias a las endorfinas, nos produce una sensación de calma y bienestar mental.
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2. Limitar el número de tareas
Uno de los principales problemas de las personas adictas al trabajo es que no saben ponerse límites, aceptando tantas tareas como puedan bajo la creencia de que cuanto más trabajen mejor valorados serán. Cierto que hacer alguna tarea extra nos puede venir bien para ganar un poco más de dinero o conseguir que nuestro jefe o compañeros nos hagan favores en un futuro, no obstante, no podemos pretender hacer absolutamente todo.
3. El trabajo, en el trabajo
En la medida que sea posible, debemos limitar el tiempo que dedicamos al trabajo y dedicarnos a las tareas laborales únicamente en la oficina. Las horas inhábiles, fines de semana, vacaciones y otros momentos en donde no tenemos que trabajar y no nos pagan por ello no son el momento adecuado para llenarlo con más trabajo.
Muy importante: si el ordenador es nuestra principal herramienta de trabajo, no la usemos después del trabajo para conseguir, así, desconectar completamente.
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4. Evitar el perfeccionismo
Los seres humanos somos imperfectos por naturaleza, así que obsesionarnos con hacer todo absolutamente bien y genial es prácticamente imposible. Naturalmente que las tareas las tendremos que realizar con cierto decoro, estilo y bien hechas, pero no podemos dedicarle más horas de las necesarias a acabar algo que con menos tiempo y esfuerzo ya se hace bien.
El objetivo es entregar un trabajo de buena calidad, pero no se puede seguir perfeccionando de forma ilimitada.
5. Mejor poco y bien que mucho y mal
La eficiencia no se mide en el tiempo que le dedicamos a algo, sino lo bien que lo hacemos. Se puede ser muy productivo dedicándole el mínimo de tiempo necesario a alguien. Debemos luchar contra la creencia de que sacrificando nuestro tiempo libre somos mejores trabajadores, e interiorizar el hecho de que lo que ya está bien hecho no necesita más retoques ni un esfuerzo extra para mejorar.
Trabajar jornadas largas disminuye la productividad, destruye nuestra creatividad y afecta a las relaciones personales.
6. Delegar funciones
Un problema que tienen los workaholicos es que no confían en sus compañeros de trabajo y prefieren cargarse con todas las tareas antes de delegar. Esto es un craso error, pues además de afectar a nuestra salud y quitarnos tiempo, empeora las relaciones en la oficina al sentir los demás que no los valoramos.
Debemos asumir una realidad: si el resto de trabajadores está con nosotros, es por algo. Son personas con habilidades, experiencia y capacidad para hacer las tareas que requiere ese empleo, así que es totalmente conveniente delegarles tareas y evitar quitarles las que ya tienen asignadas. Esto mejorará el ambiente social y nos quitará un gran peso de encima.
Saber pedir ayuda a los demás compañeros no es un signo de debilidad, sino una buena forma de evitar llegar al cansancio extremo y dejar de ser productivo.