¿Alguna vez te has preguntado por qué no consigues un objetivo si estás siguiendo todos los pasos para hacerlo? ¿Cómo es posible que los resultados no sean los deseados o establecidos previamente si estoy haciendo todo lo necesario para conseguirlo? ¿Cómo es posible?
En muchas ocasiones nos sentimos así en la vida, y pensamos cómo es posible no conseguir aquello que me estoy proponiendo si estoy siguiendo todo lo necesario para conseguirlo. Bien quizás esos pasos no son los correctos. Si durante un tiempo prolongado repetimos patrones de conducta y las respuestas son las mismas, debemos de cambiar la acción para que dicha respuesta también cambie.
Por otro lado, vivimos tan deprisa y tenemos tantas cosas en la cabeza, que somos incapaces de pararnos y mirar que pasa a nuestro alrededor, incluso somos capaces de darnos golpes contra la pared una y otra vez para conseguir nuestro objetivo, bien nuestro objetivo nunca será darnos golpes contra la pared, por lo que este patrón que nos lleva a realizar siempre lo mismo hay que cambiarlo.
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¿Por qué confundimos sacrificio con esfuerzo?
Muchas veces enfocamos mal el concepto de nuestras acciones. Vivimos en una sociedad que nos ha enseñado que con nuestro sacrificio llegaremos lejos, pero no es cierto, porque a veces el sacrificio hace que dejemos algo atrás por algo que no nos compensa, porque ya hay algo que hemos perdido. El esfuerzo debería ser el tiempo que invertimos para conseguir algo que nos hará sentir mejor.
Bien, la teoría es sencilla de entender, pero la práctica no tanto. ¿Por qué en muchas ocasiones no somos capaces de identificar en qué situación nos encontramos? Estamos tan preocupados/as en el propio conflicto que nos bloquea, que no vemos más allá.
Imagínate que estás en un bosque y delante de ti hay un árbol, y hay alguien que te explica que tú estás viendo un árbol, aunque realmente hay muchos más, pero como tú estás en frente de este eres incapaz de ver que hay un conjunto de ellos. Si tiras dos pasos para atrás verás otro árbol distinto, si retrocedes seis pasos, verás otro más. Cuanto más te alejes del foco más salidas podrás contemplar.
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Te cuento una historia
Hay un grupo de personas que se encuentran en un lago, y se ha establecido que el objetivo es cruzar al otro lado. Este objetivo es fácil de identificar, ya que en la meta se puede observar un faro. Pero... ¿cómo van a llegar hasta el faro? Fácil, hay una barca, y con ésta y trabajo en grupo, es sencillo de conseguir cruzar el lago.
Bien, imagínate que tú estás en ese grupo, y con muchas ganas e ilusión te subes el primero en la barca; vas delante del todo y empiezas a remar, la barca va avanzando, pero llega un momento que a pesar de remar no ves progreso y la distancia hacia el faro parece siempre la misma. Tú sigues remando con todas tus fuerzas; seguís sin avanzar, pero aún así sigues remando hasta que te quedas exhausto. Miras el faro y piensas... "¡cómo es posible que no avancemos!".
Bien, ahora date la vuelta y mira las personas que van contigo en la barca, algunas han dejado de remar, otras están remando a contracorriente porque han decidido cambiar de objetivo y este ahora es volver al origen de donde se partió.
¿Qué opciones tenemos? Algunos pensaréis: "bueno, me tiro al agua y voy nadando hacía el faro". No puedes porque el agua está muy fría y tu cuerpo no aguantará la temperatura. "Bueno, entonces como yo soy el más fuerte seguiré remando". No llegarás, el resto del grupo rema en dirección contraria. La opción más inteligente es dejar de remar mientras la barca vuelve al origen, de esta manera podrás descansar y cuando vuelvas a estar en el puerto cogerás una barca tú solo y remarás hasta el faro. Sólo así llegarás a tu objetivo.
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La programación neurolingüística (PNL) nos da herramientas para identificar aquellos estados inconscientes que nos hacen generar patrones de conductas negativos, y una vez identificados nuestro trabajo es reprogramarlos en estados positivos, en conductas que nos ayudan a sentirnos mejor con nosotros/as mismos/as, pudiendo así alcanzar aquellas metas que nos proponemos. ¿Y tú, te atreves a reprogramarte?
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