Que nuestros antepasados fueron caníbales en algunos momentos de la historia no es ningún secreto. Multitud de yacimientos por toda Europa demuestran que, en el periodo Magdaleniense (esto es, en el último Paleolítico algunas comunidades humanas practicaban el canibalismo.
En los restos óseos de estos yacimientos los exertos han advertido un claro procesamiento intencionado, con el objetivo de extraer el cuero cabelludo, la piel facial o incluso el cerebro. Ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿se trata de un canibalismo funerario o es más bien una manera de aprovechar nutrientes en una época de escasez?
En el artículo de hoy hablamos de las evidencias de canibalismo encontradas en una cueva de Polonia y nos preguntamos: ¿fueron realmente caníbales nuestros antepasados?
La cultura Magdaleniense y el canibalismo funerario
Tras el Último Máximo Glaciar o UMG (hace unos 20.000 años), las comunidades humanas europeas se dividieron en dos grandes grupos étnicos: por un lado, la denominada cultura Epigravetiense y, por otro, la cultura Magdaleniense. Esta última recibe su nombre por la cueva de La Madeleine, en la Dordoña francesa.
Este Último Máximo Glaciar (en el que las capas de hielo de la tierra alcanzaron su máxima expansión) duró miles de años, pero representó el último periodo glaciar conocido. Tras él, los grupos humanos pudieron proliferar, lo que significó, por supuesto, un descenso importante de los recursos debido al crecimiento de la población.
La cultura Epigravetiense, íntimamente relacionada con la cultura Gravetiense (la primera cultura humana conocida en realizar inhumaciones primarias) se había expandido por Italia y los Balcanes, mientras que la Magdaleniense, mucho más abundante, había poblado desde el oeste de Europa hasta la zona de la actual Polonia. Esta última cultura estaba estrechamente vinculada a un tipo de ritos funerarios que implicaban manipulación de los restos (cortes, golpes, etc.), lo que induce a pensar que estos grupos consumían a sus muertos.
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Los restos de la cueva de Maszycka, en Polonia
Actualmente, se conocen nada menos que cinco yacimientos en Europa en los que se han observado prácticas caníbales. Entre ellos, se encuentra el yacimiento de la cueva de Maszycka, en Polonia, muy cerca de Cracovia.
Un equipo internacional de investigadores publicó recientemente en la revista Scientific Reports los resultados del estudio de los restos óseos de la cueva, en los que se han detectado evidencias de canibalismo. Se trata de un conjunto de 63 fragmentos de hueso que fueron manipulados en un 68%, bien a través de cortes o mediante golpes.
Francesc Marginedas, del IPHES-CERCA y autor principal de la investigación, sostiene que la manipulación de los huesos se debe a una práctica orientada al consumo y no relacionada con ningún ritual funerario. Porque, si bien es cierto que en otros yacimientos se han encontrado evidencias de manipulación post-mortem y todo apunta a una ceremonia ritual, en el caso de Maszycka los golpes que se aprecian fueron hechos claramente para romper el hueso y extraer el tuétano, y, en el caso de los cráneos, el cerebro del fallecido. Un descubrimiento que lanza una pregunta inquietante: ¿se alimentaron nuestros antepasados de otros seres humanos?
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¿Consumo o ritual funerario?
En concreto, en los cráneos se aprecian cortes destinados a extraer el cuero cabelludo y la carne facial, así como para acceder al interior y poder extraer el tejido cerebral, rico en nutrientes. De la misma forma, los huesos más largos (por ejemplo, húmeros y fémures) muestran signos de manipulación por percusión para la extracción del tuétano, también altamente nutritivo. ¿Estamos, pues, ante indicios irrevocables de canibalismo gastronómico?
Las avanzadas técnicas de microscopía 3D permitieron a los investigadores descartar que los cortes y golpes hubieran sido producidos por procesos naturales o por carroñeros. Sin duda, se trata de manipulaciones humanas con herramientas cortantes y duras, con un solo objetivo: romper el hueso y acceder a su interior. Aún cabría la posibilidad de que se tratara de un ritual funerario, pero para Francesc Marginedas la situación de las marcas evidencia la intención de un consumo intencionado. Es decir; los cadáveres se aprovechaban para la nutrición del grupo.
¿Amigos o enemigos?
Resulta francamente inquietante pensar que estos grupos humanos pudieran haberse alimentado de sus allegados muertos. Sin embargo, recordemos que se trata de un periodo en que las poblaciones humanas habían crecido considerablemente y, por lo tanto, se había producido una disminución de recursos.
Por otro lado, estos grupos humanos que sobrevivieron al último periodo glaciar pudieron enfrentarse entre ellos. Estos conflictos, sin duda recurrentes, plantean otra posibilidad: ¿sería posible que los muertos destinados al consumo fueran enemigos caídos en la lucha?
El canibalismo como acto violento de castigo contra los enemigos no es raro en la historia, por lo que no sería extraño pensar que estos grupos humanos de la cultura Magdaleniense así lo hicieran; más teniendo en cuenta la abundancia de conflictos entre los grupos del periodo.
Sin embargo, otros estudios, como el realizado por William A. Marsh y Sílvia Bello, del Centre for Human Evolution Research del Museo de Historia Natural de Londres, apuntan a que fue el canibalismo funerario (y no de consumo) la práctica más extendida en la cultura Magdaleniense. El estudio propone, además, que las diferencias funerarias entre Magdalenienses y Epigravetienses coinciden con las diferencias genéticas que caracterizarían a estos dos grupos predominantes del Paleolítico superior.
En resumen: sabemos que nuestros antepasados practicaban el canibalismo, pues los restos así lo confirman. Lo que no sabemos es si su intención fue puramente ritual, un acto de venganza violenta hacia sus enemigos o si, “simplemente”, se trataba de un aprovechamiento de los nutrientes de los huesos de los fallecidos en un periodo de mucha escasez.


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