En el deporte, la mirada suele fijarse en los resultados: el gol decisivo, la medalla, la marca histórica. Pero detrás de cada logro existe un proceso silencioso e imprescindible: el estado mental del atleta. La salud mental es un pilar tan determinante como la fuerza, la técnica o la condición física. Sin estabilidad psicológica, no existe rendimiento sostenible, por más talento o preparación física que haya.
Dentro de este marco, la tolerancia a la frustración y la motivación se convierten en capacidades fundamentales. No son dones innatos, sino habilidades que se desarrollan cuando el entorno y el propio deportista comprenden cómo funciona la mente bajo presión.
El poder del reconocimiento: una puerta a la motivación extrínseca
Sir Alex Ferguson, en el libro Liderança, escrito junto a Michael Moritz, afirma que “Las palabras más poderosas de cualquier idioma son: buen trabajo”. La frase, sencilla en apariencia, refleja un principio clave de la psicología del rendimiento: el ser humano no solo responde a la repetición y la técnica, sino al significado emocional que atribuye a cada acción.
La motivación extrínseca surge del reconocimiento, del refuerzo claro, de esa validación que señala progreso. No se trata de depender del elogio, sino de comprender que el cerebro responde de manera natural a la retroalimentación inmediata.
Cuando un atleta escucha “buen trabajo”, su mente registra una señal de avance. Esa señal refuerza la conducta, sostiene el esfuerzo y potencia la capacidad de persistir incluso cuando los resultados tardan en llegar. El reconocimiento oportuno no solo fortalece la motivación, sino que incrementa la tolerancia a la frustración. Cuando el deportista siente que su esfuerzo es visto y valorado, entiende que está avanzando, aunque el marcador aún no lo demuestre.
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Estímulo y respuesta: un principio físico y mental
En el plano fisiológico, los entrenamientos se diseñan bajo el principio de estímulo–respuesta: una carga adecuada, aplicada en el momento correcto, genera adaptaciones que mejoran el rendimiento. Lo fascinante es que este mismo principio opera también en la salud mental.
Cuando un deportista se expone de forma gradual y controlada a situaciones desafiantes, errores, presión, incertidumbre, fallos técnicos y recibe guía emocional, contención y retroalimentación constructiva, su mente se adapta igual que su cuerpo.
Desarrolla mayor flexibilidad cognitiva, mejora su capacidad para enfrentar momentos difíciles y aprende a responder a la frustración sin derrumbarse. En lugar de bloquearse, pausa, analiza, corrige y continúa. Se convierte en un atleta que interpreta el error no como amenaza, sino como información valiosa.
El entrenador Óscar Tabárez lo resumió magistralmente en El legado de Tabárez: “Como líderes, debemos buscar estrategias que los ayuden a salir de su zona de confort… como atletas, deben escuchar su cuerpo y descansar el tiempo necesario”.
La tolerancia a la frustración no tiene que ver con aguantar ni con deshumanizar las emociones. Significa regularlas, darles espacio y aprender a actuar a pesar del malestar. Implica transformar el error en un dato, no en una sentencia. Aceptar que fallar forma parte del crecimiento y que el avance real se construye a partir de acciones, no solo de resultados.
Bajo esta mirada, cada entrenamiento deja de ser únicamente una preparación física y técnica: se convierte también en una sesión para fortalecer el músculo emocional del deportista.
La salud mental como componente del rendimiento Un atleta con buena salud mental muestra:
- Mayor capacidad para regular la ansiedad en competencia
- Recuperación emocional más rápida después de un error
- Consistencia en los entrenamientos
- Comunicación efectiva con compañeros y entrenadores
- Motivación sostenida en el tiempo La salud mental no es simplemente “sentirse bien”, sino funcionar de manera óptima incluso bajo presión.
Por el contrario, cuando se descuida, el deportista puede experimentar:
- Irritabilidade constante
- Baja tolerancia a la frustración
- Miedo a fallar
- Desmotivación
- Hiperexigencia
- Pensamientos intrusivos (“me voy a lesionar otra vez”, “si fallo decepciono a todos”).
Estos factores afectan directamente la técnica, la toma de decisiones y la concentración.
La tolerancia a la frustración como habilidad clave
La frustración aparece en múltiples escenas deportivas: lesiones, derrotas, errores técnicos repetidos, comparaciones sociales, decisiones arbitrales, comentarios del público o expectativas del entorno. Por eso, no es opcional aprender a manejarla.
Un atleta con buena tolerancia a la frustración puede:
- Detectar cuando está entrando en un patrón mental negativo
- Pedir ayuda o retroalimentación cuando lo necesita
- Ajustar expectativas sin abandonar sus objetivos
- Mantener la constancia a pesar de los fallos
- Evitar caer en conductas impulsivas o bloqueos mentales Esta habilidad protege al deportista del desgaste emocional y del colapso motivacional.
Motivación: entre lo interno y lo externo
La motivación es un proceso dinámico que fluctúa y requiere cuidado constante. Se divide en dos formas complementarias:
- Motivación extrínseca: Proviene del reconocimiento, la recompensa y el feedback del entorno. Bien utilizada, orienta el esfuerzo y refuerza conductas clave.
- Motivación intrínseca: Nace del interior del atleta: sus valores, su pasión, la sensación de mejora, el disfrute. Es la forma más estable y la que sostiene el rendimiento a largo plazo. El equilibrio entre ambas permite que el deportista continúe avanzando incluso cuando las condiciones externas no son favorables.
Entrenamiento mental: estrategias prácticas
Fortalecer la salud mental requiere prácticas tan estructuradas como las que se aplican en el entrenamiento físico. Algunas herramientas útiles son:
- Registro de pensamientos intrusivos para sustituir interpretaciones negativas
- Técnicas de respiración y regulación emocional para manejar la activación • análisis del error sin juicio: revisar la acción, no la identidad
- Objetivos basados en el proceso y no solo en el resultado
- Rutinas mentales precompetitivas para enfocar la atención
- Ejercicios y metáforas de ACT vinculadas a valores y aceptación del malestar
Carlo Ancelotti lo expresa en Liderança: “La ira es instintiva, pero es necesario aprender a controlarla de manera inteligente. Solo así puede utilizarse de forma eficaz.”
Un deportista no es una máquina: es un ser humano en construcción
Reconocer la importancia de la salud mental no es una moda, es una necesidad. Los mejores atletas del mundo hablan abiertamente de ansiedad, depresión, presión mediática y miedo al fracaso. No porque sean débiles, sino porque son humanos.
Un cuerpo entrenado sin una mente entrenada es una estructura frágil. Una mente fuerte sostiene el cuerpo, sostiene el rendimiento y sostiene los sueños.
Al final, “buen trabajo” no es solo una frase motivacional. Es un recordatorio de que cada paso cuenta, que el progreso existe incluso cuando no se ve y que la verdadera fortaleza de un deportista se mide en su capacidad para levantarse, reajustar y seguir. Como afirma Sir Alex Ferguson: “Todos somos perseguidos por el fracaso. Algunos quedan paralizados, mientras otros se sienten motivados. Mi determinación de evitarlo siempre me dio un incentivo extra para ser mejor.”


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