El miedo a la oscuridad es uno de los temores más habituales en los niños y niñas, incluso entrada la adolescencia. Como siempre, no se puede decir que el miedo en sí sea algo malo, sino que, en todo caso, puede resultar perjudicial si se transforma en un patrón de comportamiento evitativo que aparece cuando no hay motivos para estar alerta o para buscar un lugar más seguro. En este artículo veremos varios consejos acerca de cómo actuar en los niños con miedo a la oscuridad para ayudarles y aliviar el malestar que sienten al permanecer en lugares sin luz.
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Niños con miedo a la oscuridad: ¿por qué sufren?
Lo primero que debemos hacer a la hora de abordar este tema es comprender la lógica que subyace a la experimentación del temor por parte del niño o niña. El miedo a la oscuridad es algo adquirido, es decir, un aprendizaje involuntario, no algo que surja de manera innata en el menor y que luego deba ser corregido. Eso implica que, del mismo modo en el que ha sido aprendido, también puede ser desaprendido.
¿Y qué sentido tiene que se tema la falta de luz? La visión es uno de los sentidos que más utilizamos a la hora de recibir estímulos del exterior, y de hecho la parte del cerebro que utilizamos para procesar la información visual es muy grande. Por eso, cuando la vista queda anulada, nos sentimos mucho más desorientados y dependientes de los demás o de los recursos que podamos encontrar.
En el caso de los niños, a este sentimiento de incertidumbre debemos sumarle el sentimiento de indefensión, de exposición a posibles peligros y desamparo. ¿Por qué? Porque en los pequeños el pensamiento mágico es mucho más frecuente.
¿Qué es el pensamiento mágico?
El pensamiento mágico en una manera de pensar que se fundamenta en asumir que la realidad incluye entidades capaces de transformarse o de adoptar formas que confundimos con objetos inanimados y que, por consiguiente, nos rodean sin que nos demos cuenta, a veces dirigiendo nuestros destinos o simplemente influyendo en lo que nos ocurre de manera indirecta.
Se basa, a fin de cuentas, en colocar una entidad con propósito detrás de los hechos que ocurren, dado que aún no entendemos cómo funciona nuestro alrededor.
Así pues, lo que da miedo no es tanto la oscuridad en sí, como el hecho de que mediante la protección que esta ofrece, los niños quedan lejos de la protección de los adultos y pueden ser víctimas de las fechorías de cualquier “monstruo” o entidad malintencionada.
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Educar a los niños contra el temor a la oscuridad
Ahora que ya entendemos un poco mejor por qué hay niños con miedo a la oscuridad, es el momento de proponer soluciones. Si bien es muy poco probable que de la noche a la mañana un menor pase de tener mucho miedo a la oscuridad a no sentir ningún malestar o un cierto nivel de ansiedad al permanecer en un lugar con poca luz, sí podemos hacer que ese nivel de temor disminuya mucho, lo suficiente para que no sea un problema significativo.
1. No ridiculices sus temores
Puede que desde la perspectiva de un adulto el miedo a la oscuridad parezca algo absurdo, pero, tal y como hemos visto, para los niños puede tener sentido. Por eso, conviene no reírse de esos miedos, si bien evidentemente tampoco hay que mostrar que existen motivos para tener ese temor.
La clave está en mostrar comprensión y permitir que el pequeño de la casa explique sus temores sintiéndose comprendido. Si nos reímos de esas preocupaciones, no haremos más que reafirmar que no lo referente al miedo a la oscuridad está solo y no cuenta con demasiada protección contra ese sentimiento, pero si puede expresarse, esa sensación de desamparo no estará ahí.
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2. Regula las piezas de ficción a las que se expone
Evidentemente, si un niño se expone habitualmente a piezas de ficción que muestran monstruos o asesinos que atacan en la oscuridad, esta idea le rondará por la cabeza más a menudo. Supervisar las series, vídeos y películas que ve un niño pequeño es positivo si con ello contribuimos a que no surjan en él miedos o ideas equivocadas que le pueden dañar.
3. No utilices los mitos ni el miedo a los monstruos para que obedezca
El sistema de creencias de los niños, como el de cualquier persona, es un todo interconectado. Por eso, no tiene sentido que digas que no hay motivos para preocuparse de la oscuridad si a la vez alimentas el temor al “coco” o al “hombre del saco” que se lleva a los niños malos. Hay que mantener una coherencia.
4. Contribuye a que se vaya a dormir con sueño
El simple hecho de irse a dormir y no pasar por experiencias de temor durante un tiempo significativo hace que los pequeños se acostumbren más a la oscuridad, porque saben que han estado a oscuras muchas veces y, sin haber adoptado ninguna “medida defensiva especial”, ningún monstruo les ha atacado.
Así pues, algunos trucos que puedes utilizar es asegurarte de que no miran pantallas ni fuentes de luz intensas durante las dos o tres horas antes de ir a dormir, que llegan a la cama realmente cuando tienen sueño, y que no han estado haciendo ejercicio justo antes.
5. Si tienes mascota, haz que participe
La protección que ofrece una mascota como un gato o un perro puede ser un paso intermedio entre la protección constante de los padres y la autonomía absoluta. En todo caso, es muy preferible a que un adulto permanezca a los pies de la cama “haciendo guardia”, hecho que solo refuerza el miedo al hacer que destaquen más los momentos en los que se está a solas.