En los últimos años, ha habido un gran cambio a nivel social en lo que a salud mental respecta. Cada vez son más las personas conscientes de la importancia que tiene toda la esfera emocional y psicológica y el impacto que tienen tanto sobre el bienestar como la vida de las personas.
La suma de factores sociales y culturales, pero también laborales, relacionales e individuales lleva a muchas personas adultas a sufrir sintomatología ansiosa. Aunque la ansiedad forma parte de otros diagnósticos de salud mental, también existe como entidad diagnóstica en sí misma.
Cuando pensamos en la infancia, tendemos a imaginar criaturas felices correteando de un lado a otro. Desgraciadamente, no siempre es así. Algunos de estos niños y niñas también padecen ansiedad y como no siempre saben expresar qué les sucede, puede ser más difícil identificar el problema. En este artículo te explicamos 10 señales que te pueden ayudar a identificarla.
¿Los niños y niñas también tienen ansiedad?
La ansiedad es una emoción tan necesaria como cualquier otra. Nos alerta de algo que debemos atender y nos hace movilizar los recursos que sean necesarios para poder resolver esa situación. Todas las personas la sentimos en algún momento de nuestras vidas.
El problema está en aquellos casos en los que está emoción se presenta de forma muy intensa, generando un malestar significativo, o persiste en el tiempo. Es importante diferenciar los miedos esperables dentro del desarrollo evolutivo de la ansiedad como problema (desproporcionada, persistente y que genera malestar).
Así pues, la respuesta es simple: sí, la ansiedad afecta a muchísimos niños y niñas en todo el mundo. El problema es que en numerosas ocasiones esta situación pasa desapercibida y se confunde con otras problemáticas. En la infancia, la ansiedad se manifiesta diferente que en la adultez y esto, por supuesto, dificulta su identificación.
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La importancia de detectarla a tiempo
Tal y como sucede con los adultos y adultas que sufren trastornos de ansiedad, los niños y niñas también pueden verse afectados gravemente por esta problemática. Las consecuencias pueden ir desde el descenso del rendimiento escolar hasta dificultades en las relaciones interpersonales, pasando también por problemas de salud física.
Padres, madres, maestros/as, pediatras y, en definitiva, todas las personas adultas que estén en contacto de forma frecuente con criaturas deben estar concienciadas e informadas sobre el tema puesto que juegan un papel crucial en la detección temprana. Si la ansiedad no se atiende de forma adecuada, puede acabar derivando en enfermedades como la depresión u otros trastornos en la adolescencia.
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10 señales para identificar la ansiedad infantil
Antes de explicar de forma más detallada las señales que debemos tener en cuenta para saber si nuestros hijos/as están sufriendo de ansiedad desadaptativa, debemos recordar que cada persona es única y debe ser vista en su totalidad. Es decir, no todas las criaturas van a manifestar sus dificultades de la misma forma ni en todos se van a dar todas las opciones siguientes.
Además, pueden darse diferencias tanto dependiendo de la edad como del género. Por ejemplo, mientras las criaturas más pequeñas tienen más tendencia a expresar ansiedad por separación, los adolescentes tienden a sufrir más ansiedad generalizada y fobia social. Además, las chicas tienden a reportar más sintomatología ansiosa que los chicos.
1. Excesiva preocupación y miedos desproporcionados
Tal y como hemos mencionado anteriormente, es importante distinguir los miedos y/o las preocupaciones que concuerdan con la situación vivida y el momento evolutivo de aquellos que son desproporcionados y desadaptativos.
En este último caso, el malestar sufrido es realmente intenso. Los niños pueden estar tremendamente preocupados tanto por su propia persona como por sus seres queridos o amistades. Tienden a preocuparse por las cosas que podrían pasar y a anticipar situaciones antes de que ocurran.
2. Irritabilidad y cambios de humor
Si observamos que se ha producido un aumento considerable de rabietas, enfados y llanto podemos considerar que nuestros hijos están más irritables. Es cierto que, cuando esto sucede, muchas veces es difícil ir más allá de la conducta y pensar que los desbordamientos emocionales pueden estar relacionados con la ansiedad.
Sin embargo, en este punto es especialmente impotente recordar que atajar únicamente los problemas conductuales no va a producir un cambio real en el malestar de la criatura puesto que no se está atendiendo la raíz del problema.
3. Mayor dificultad para separarse de los cuidadores
Quizá nos sorprende darnos cuenta de que nuestros hijos vuelven a sufrir mucho en las separaciones y que esto está sucediendo incluso en contextos que, hasta el momento, se consideraban seguros. Este puede ser un indicio de ansiedad.
4. Regresión o retroceso en determinadas conductas
En ocasiones vemos que nuestros hijos, de golpe, vuelven a hacer cosas que ya habían quedado en el pasado. Al producirse cambios pueden volver a aparecer conductas que van desde mojar la cama hasta chuparse el dedo o volver a querer dormir con los padres, por ejemplo. Aunque esto puede ser muy duro para los padres, debemos interpretarlo como una posible señal de que algo les está estresando.
5. Aislamiento social
El aislamiento por sí solo no indica que nuestros hijos tengan problemas de ansiedad. Sin embargo, varios estudios señalan que el aislamiento social es un indicador de problemas de salud mental. Incluso las criaturas más tímidas interactúan con sus figuras de referencia. Por ello, en caso de ver que las interacciones empiezan a evitarse es importante observar detenidamente.
6. Apatía y dificultad para concentrarse
La pérdida de interés en aquellas cosas que antes resultaban placenteras puede ser una señal de alarma. Lo mismo sucede con las dificultades para mantener la atención, concentrarse e incluso estar quieto. Aunque en ocasiones se puede confundir con TDAH, debemos tener presente que la ansiedad dificulta que mantengan la atención o la calma.
7. Dificultades relacionadas con el descanso
Cuando aparecen dificultades relacionadas con el descanso —bien sea para quedarse dormido/a como para mantener el sueño a lo largo de la noche o tener muchas pesadillas— debemos atender esta señal. La falta de descanso puede empeorar la sintomatología ansiosa fomentando que aparezcan síntomas nuevos o se intensifiquen los existentes.
8. Cambios en los patrones alimentarios
Es cierto que puede ser difícil identificar los cambios en la alimentación como una señal de alerta puesto que durante la infancia hay muchos momentos de modificación de los patrones alimentarios de forma natural y evolutiva. Sin embargo, si se producen cambios significativos que conlleven una pérdida de peso, por ejemplo, es importante tenerlo en cuenta y consultar.
9. Excesiva exigencia consigo mismo/a
El miedo excesivo a equivocarse, la frustración extrema ante los errores y, en definitiva, el perfeccionismo son señales que debemos tener en cuenta y explorar en profundidad puesto que pueden estar relacionadas con la ansiedad.
10. Dolores físicos sin causa médica aparente
De igual forma que puede suceder en los adultos, no es extraño que en niños y niñas con ansiedad aparezcan dolencias físicas que no se pueden explicar por problemas orgánicos. Los más frecuentes suelen ser el dolor de cabeza, estómago (barriga) o incluso pueden aparecer mareos antes de determinadas actividades.


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