¿Primer móvil para tu hijo? Las claves para saber si está preparado

El uso de teléfonos inteligentes entre los niños ha aumentado de manera exponencial en los últimos años y cada vez hay más familias que se enfrentan al dilema de a qué edad es mejor darles el primer móvil a sus hijos. La realidad es que los niños acceden a los dispositivos smartphone cada vez más jóvenes y los expertos en salud mental y crianza advierten sobre los riesgos del uso temprano de la tecnología.

Esta nueva realidad hace que muchos padres vivan con angustia y miedo la decisión de comprarles el primer móvil a sus hijos. ¿Se verá perjudicado su rendimiento escolar? ¿Y si hablan con desconocidos? ¿Cuál es la edad adecuada? “Son algunas de las preguntas más frecuentes en las consultas de crianza”, explica a Psicología y Mente la psicóloga infanto-parental Clara Paritsis. “Y mi respuesta siempre parte de otra pregunta: ¿para qué necesita el móvil? Si es por una cuestión práctica, como comunicarse durante traslados o en situaciones puntuales, un celular básico sin acceso a internet (lo que solemos llamar dumbphone) puede ser suficiente’’, argumenta. ‘‘Pero si el objetivo incluye acceso a internet, redes sociales o plataformas de mensajería, mi recomendación es esperar al menos hasta los 14 años para un smartphone, y postergar el acceso a redes sociales hasta los 16, siempre con acompañamiento adulto”, sentencia.

Una encuesta de la empresa de investigación GAD3 estimó que el 20 % de los niños españoles menores de 10 años tienen teléfono móvil. Según la organización Common Sense Media, en Estados Unidos, a los 8 años, casi uno de cada cuatro niños tiene móvil.

Según un estudio de UNICEF Argentina, el 83 % de los niños de entre 9 y 11 años en Argentina recibió su primer celular antes de los 10 años, algo que sucedió solo en el 20 % de los adolescentes que hoy tienen entre 15 y 17 años. Y entre los niños de 9 a 11 años, el 58 % utiliza redes sociales a diario. Esta tendencia se observa también en otros países de Latinoamérica.

La cuestión de cuándo tener el primer móvil no se trata solo de una edad cronológica, explica Paritsis, especializada en temas de crianza. “El cerebro de niños y adolescentes aún está en desarrollo, especialmente la corteza prefrontal, encargada del juicio, el autocontrol y la toma de decisiones. Por eso, aunque sepan usar un dispositivo con soltura, eso no significa que estén preparados para gestionar sus riesgos”.

Para la médica pediatra Silvina Pedrouzo, especialista en desarrollo infantil y uso de pantallas, no hay una edad concreta. “Nadie conoce mejor al niño, al preadolescente o al adolescente que su familia. Los cuidadores son los primeros que pueden saber si está preparado para portar y hacer un buen uso del smartphone en cuanto a su singularidad, grado de responsabilidad en general, autocontrol y de madurez alcanzado”.

Para poder explicarlo, Pedrouzo pone de ejemplo esta analogía: un niño está preparado para ir solo a la escuela cuando tiene sentido de la ubicación, respeta las normas de tránsito, conoce los riesgos y puede pedir ayuda en caso de necesitarlo. “Lo mismo sucede con el uso del móvil. Debe poder tener cierta autonomía, respeto por su privacidad y la de terceros, y sobre todo habilidades de uso crítico para poder minimizar los riesgos”.

La presión social

Aunque existe consenso entre los especialistas para postergar lo más posible ese primer acceso, los móviles inteligentes llegan cada vez más pronto a la vida de los niños. Y para muchos adultos es difícil resistir a la presión social para que su hijo no “quede afuera”. “Muchas familias entregan el móvil antes de lo deseado solo porque creen que todos los demás ya lo tienen. Esa creencia, que muchas veces no es tan real como parece, empuja decisiones más por presión social que por convicción”, explica Paritsis.

“Es posible que un niño o adolescente que no tiene móvil cuando la mayoría sí lo tiene se sienta excluido o fuera de la conversación, especialmente si parte de la vida social ocurre en espacios digitales. Pero también puede ser una gran oportunidad para hablar sobre lo que significa ser diferente, sostener valores propios y construir una autoestima sólida”, agrega.

Son muchos los movimientos de padres y madres que intentan establecer acuerdos para postergar todo lo posible el primer acceso al móvil y a las redes sociales. Cada vez más escuelas están prohibiendo el uso de dispositivos en sus instalaciones. Australia recientemente prohibió el acceso de los menores de 16 años a las redes sociales a través de una ley que obliga a los gigantes tecnológicos como Meta o TikTok a impedir que los menores se conecten a sus redes.

Uno de los movimientos más fuertes en Estados Unidos es la iniciativa Wait until 8th (“espera hasta octavo grado”, es decir, hasta los 14 años). Según su manifiesto, “la infancia está cambiando para los niños. Jugar al aire libre, pasar tiempo con amigos, leer libros y pasar tiempo con la familia ocurre con mucha menos frecuencia. Los niños pasan entre 3 y 7 horas diarias frente a una pantalla y muchos elementos esenciales de la infancia se dejan de lado por la diversión en línea”, aseguran.

También advierten de que los smartphones son adictivos, suponen una distracción académica, su uso excesivo está alterando el cerebro infantil, perjudica el sueño, afecta el comportamiento y aumenta la probabilidad de desarrollar trastornos de conducta disruptiva, ansiedad y depresión. “En las consultas los pediatras vemos las consecuencias del uso temprano e inapropiado en todas las edades”, señala Pedrouzo. “En los más pequeños, síntomas asociados a la falta de control de las emociones y la conducta por sobreestimulación, síntomas de hiperactividad, alteraciones en la interacción social, la comunicación y el desarrollo del lenguaje. En edad escolar, alteraciones en relación con el comportamiento, la falta de memoria y atención, y bajo rendimiento académico”.

“En preadolescentes y adolescentes se agregan a los síntomas mencionados la falta de atención, de memoria y bajo rendimiento académico, manifestaciones de ansiedad, aislamiento social, síntomas de depresión y, en ocasiones, comportamientos problemáticos”, advierte. “El uso de smartphone conlleva riesgos como la exposición a contenidos inapropiados, discursos de odio, ciberacoso, contacto con extraños; exposición a retos peligrosos; y también puede desencadenar, en aquellos niños y jóvenes más vulnerables a nivel socioafectivo y con cierto grado de predisposición, los llamados consumos abusivos”, añade la especialista argentina.

Consejos para un uso saludable del móvil

Las expertas consultadas proponen las siguientes recomendaciones:

• No hay prisa: la infancia ocurre una sola vez, y necesita tiempo libre, juego, movimiento y vínculos cara a cara. Destinar espacio y tiempo en familia libre de tecnología.
• Si ya tienen móvil, crear acuerdos claros y revisables: horarios, espacios libres de pantallas, tiempos de uso.
• Activar controles parentales y configurar la privacidad en cada aplicación. No descargar aplicaciones sin el permiso de los padres.
• Los adultos cercanos deben involucrarse con la finalidad de conocer a qué redes acceden y conocer los términos y condiciones de cada una de ellas.
• Silenciar las notificaciones o apagar el dispositivo al hacer las tareas escolares, estar en clase o durante la noche.
• Enseñarles a reconocer situaciones de riesgo y brindarles herramientas para reportar y bloquear a los usuarios malintencionados.
• Estar disponibles para conversar, sin juzgar ni castigar sus dudas o errores.
• Compartir y mirar juntos lo que consumen. Interesarse por sus gustos digitales. Y, sobre todo, dar el ejemplo. Nuestra forma de usar los dispositivos habla más que cualquier discurso.