Pocos casos de necrofilia son tan famosos como el de Carl Tanzler. La historia real de un hombre que, de manera sorprendente, llevó su obsesión por una mujer más allá de la muerte.
Carl Tanzler (más tarde conocido como Carl von Cosel) fue capaz de exhumar el cadáver de la que consideraba la mujer de su vida, para continuar teniendo relaciones sexuales con ella.
¿Qué es la necrofilia?
La necrofilia o necrosexualidad es un tipo de parafilia que se caracteriza por un alto nivel de excitación a través de la contemplación, el contacto, la mutilación o la evocación mental de un cadáver.
Tener relaciones sexuales con cadáveres no solamente está considerado como algo socialmente inaceptable, sino que está penado con cárcel, pues se entiende que la persona muerta no hubiese consentido ese acto estando viva.
Carl Tanzler: un caso famoso de necrofilia
Estados Unidos se consideraba la tierra de las oportunidades. Durante décadas, muchos inmigrantes se afincaban en los Estados Unidos de América en busca de un futuro mejor. Esto es lo que hizo Carl Tanzler, un radiólogo de nacionalidad alemana.
Tanzler emigró a Zephyrillis, una ciudad del condado de Pasco en Florida. Llegó con su mujer y dos hijas, pero poco más tarde dejó a su familia para mudarse a la Isla de Key West, cerca de Miami. Allí alquiló un aparato de rayos-x en el Hospital de la Marina Estadounidense, y cambió su nombre a Carl von Cosel.
Un día de 1930, la vida de Tanzler cambió para siempre.Tenía cincuenta y pocos años en aquel entonces y tuvo un romance con su paciente Maria Elena Milagro de Hoyos. Ésta padecía tuberculosis y su madre la llevó al hospital en busca de tratamiento para su patología.
Tanzler tuvo visiones durante su infancia de la mujer de su vida
De niño en Alemania, Tanzler reportó que tenía visiones de una chica exótica, la supuesta mujer de su vida. Cuando conoció a María Elena, pensó que era la mujer de sus visiones. Es decir, que esta mujer cubana de 21 años era su verdadero amor.
Gracias a su flechazo y a pesar de que Tanzler no contaba con suficiente formación para tratar esta patología, y además de las pocas posibilidades de curación de la paciente, él mismo realizó el tratamiento de Elena desde la casa de sus padres.
Pero María Elena Milagro de Hoyos empeoró debido a su enfermedad, y 25 de Octubre de 1931 falleció. Entonces, el bueno de Tanzler pagó el funeral y construyó un mausoleo para María Elena en el cementerio de la Isla de Key West, todo esto con el consentimiento de su familia. Visitó su tumba cada noche durante un año y medio después de su muerte.
Su obsesión por María Elena y la exhumación del cadáver
Pero pronto la obsesión por María Elena se volvió macabra. Tazler contó más tarde que el espíritu de Maria Elena cantaba para él en castellano mientras se sentaba cerca de la tumba, y le suplicaba que se la llevara con él. En abril de 1933, Tanzler exhumó el cadáver de la chica cubana y se lo llevó a su casa con un carrito de juguete.
Cuando el cuerpo estaba en su casa, se dedicó a preservarlo de maneras inimaginables. Ya que éste estaba en un estado considerable de putrefacción, pego sus huesos con perchas y cables, le puso ojos de cristal en las cuencas de sus ojos, y reemplazó la carne podrida con tela de seda tratada con cera y yeso blanco. Tanzler introdujo trapos en las cavidades abdominales y el pecho para mantener la ilusión de la forma humana y le puso una peluca que María Elena solía llevar puesta. Para ocultar el olor a putrefacto, el radiólogo utilizó litros y litros de perfume.
Tanzler mantenía relaciones sexuales con el cadáver de Maria Elena Milagro de Hoyos
Paso días y noches enteras con el cuerpo, incluso bailaba con él. Además, Tanzler mantenía relaciones sexuales con el cadáver.
Tras un tiempo, los rumores llegaron a la familia de Maria Elena. Su hermana Florinda fue hasta casa de Tanzler, y para su enorme sorpresa, descubrió el cuerpo de su hermana. Sin pensarlo, llamó a la policía y Tanzler fue detenido.
El caso se hizo muy famoso y tuvo bastante repercusión mediática. Después de su detención, el cuerpo de María Elena fue enterrado en el cementerio para que pudiera descansar en paz. Cuando Tanzler salió de la cárcel, escribió una autobiografía que fue publicada en Fantastic Adventures.
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