Las 5 diferencias entre psicopatía y sociopatía

Repasamos los aspectos que sirven para diferenciar psicopatía y sociopatía.

La mayoría de entendidos en las áreas de psicología, psiquiatría y criminología concibe que el Trastorno de Personalidad Antisocial es una categoría heterogénea, aunque el DSM-IV (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, American Psychiatric Association, 1994) lo considere como un conjunto con identidad única.

En su libro, David Lykken (1994) sostiene que los sujetos que componen este grupo “se caracterizan por una predisposición persistente hacia la conducta antisocial” (p. 45). Esto ya indica que el concepto de psicópata puede llegar a confundirse o solaparse con el de sociópata. Por ello, en este artículo nos centraremos en ver cuáles son las diferencias entre psicopatía y sociopatía.

Trastorno de Personalidad Antisocial, psicopatía y sociopatía

Con el fin de establecer las diferencias entre psicopatía y sociopatía, vamos a proceder a examinar ambos casos. Se podría decir, a pesar de no gozar de reconocimiento oficial, que éstas son dos de las tres grandes categorías en las que se bifurca el Trastorno de Personalidad Antisocial.

Psicopatía

La psicopatía se expresa por las tendencias antisociales innatas debidas tanto a diferencias biológicas, cuantitativas de temperamento o cualitativas en la función cerebral de quien la padece, que dificultan la socialización de esta clase de individuos cuando se encuentran en edad de crecimiento.

Sociopatía

La sociopatía se da fundamentalmente en individuos con un temperamento normal, pero que no tienen adquiridos los atributos socializadores como consecuencia de una crianza negligente e incompetente por parte de los principales agentes de socialización: los padres. Por ello, en sus dinámicas de interacción con el resto de personas, pueden causarles daño con relativa facilidad, así como traspasar normas fundamentales para la convivencia prácticamente sin darse cuenta.

Las principales diferencias entre psicopatía y sociopatía

Así pues, ¿cómo podemos distinguir entre los conceptos de sociopatía y psicopatía? Veamos sus diferencias resumidas a continuación.

1. El psicópata puede desenvolverse bien socialmente

Los psicópatas son capaces de conocer y ser conscientes de las reglas básicas de socialización, e incluso pueden dominar patrones de comportamiento considerados carismáticos. En cambio, los sociópatas tienen serias dificultades para ser aceptados, porque aunque lo intenten pocas veces pueden resultar encantadores, amables, seductores...

2. La psicopatía se caracteriza por la falta de empatía

Cuanto mayor es la tendencia a la psicopatía de una persona, menor es su predisposición a empatizar. Por eso, en los casos de psicopatía extrema, estas personas ven a los demás como meras herramientas para lograr sus fines.

En cambio, los sociópatas pueden llegar a empatizar, pero debido a su crianza negligente, les cuesta "conectar" con los demás o predecir el tipo de conductas que causará malestar en los demás.

3. Los sociópatas son más inestables en lo emocional

Tanto los psicópatas como los sociópatas tienden a ser personas impulsivas y con problemas para reprimir sus ganas de satisfacer sus necesidades inmediatas. Sin embargo, esta tendencia es más marcada en los sociópatas, que se ven en dificultades a la hora de canalizar sus emociones trazando planes para darles salida. Esto no ocurre tanto en los psicópatas, que pueden tratar de ceder a sus impulsos de maneras más o menos funcionales (aunque sea rompiendo normas).

4. Los sociópatas muestran una mayor predisposición a la violencia

Como los psicópatas son más hábiles a la hora de navegar a través de la sociedad sin encender alarmas innecesarias, pueden determinar cuándo compensa y cuándo no comportarse con violencia (aunque su visión suele ser a corto y medio plazo, y no tanto a largo plazo).

En cambio, los sociópatas son más impredecibles en este aspecto, y con relativa frecuencia se ven envueltos en situaciones de violencia que desencadenan casi sin proponérselo, de manera espontánea.

5. La sociopatía se vincula con la pobreza y la marginalidad

Debido a las características que hemos visto hasta ahora, los sociópatas lo tienen muy difícil para escalar socialmente, y muchas veces su trayectoria vital entra en contacto con el mundo de lo penal mediante multas o incluso encarcelamietos. Por otro lado, sus hábitos de vida les impiden aspirar a metas a largo plazo, capaces de llevarles a mejores niveles de vida.

En cambio, entre las personas con marcada psicopatía no es raro escalar socialmente, e incluso hay puestos de trabajo bien pagados que encajan con sus características al exigir la capacidad para no empatizar demasiado con los demás.

La crianza de los hijos es decisiva en la sociopatía

Las dinámicas propias del estilo educativo negligente por parte de los progenitores da como resultado, en el futuro, a hijos salvajes incapaces de socializar correctamente y que cometen delitos.

Si además, los padres de estos jóvenes también fueron criados bajo una supervisión irresponsable e indiferente, al ser inmaduros en este aspecto es muy difícil que sepan cómo enderezar a sus vástagos, si acaso les preocupa lo más mínimo. David Lykken sugiere que los cambios culturales recientes que se han producido en Estados Unidos, han contribuido al crecimiento de la incidencia de esta educación inepta de los hijos.

Tal y como dice el propio autor: “las personalidades antisociales responsables de la mayoría de los delitos en EEUU, no son psicópatas. Son sociópatas” (p.10). Así pues, las personalidades sociópatas son más numerosas y representan un mayor problema social debido al aumento de los índices de delincuencia y violencia. Se encuentran muy presentes en la sociedad occidental, y más en las ciudades que en las poblaciones rurales.

Características del psicópata

El perfil típico del sociópata

La sociopatía es el subgénero más amplio del Trastorno de Personalidad Antisocial. En él encontramos a individuos (normalmente hombres jóvenes aunque la presencia de mujeres está aumentando) que no se socializaron bien en la infancia y adolescencia. Estas carencias en su desarrollo moral y afectivo son la base necesaria para que pueda surgir un caso de sociopatía.

  • “Los sociópatas (…) poseen características impulsivas o modelos de hábitos que pueden atribuirse a un aprendizaje desviado que interacciona, quizá, con tendencias genéticas también desviadas” (p. 47).

Esto no debe llevarnos a error, puesto que el temperamento de un sociópata es muchas veces normal a pesar de la torpeza paterna; mientras que otros pueden ser nerviosos o buscadores constantes de estímulos. La mayoría de población reclusa satisface los criterios diagnósticos del Trastorno de Personalidad Antisocial que identifican a más de la mitad de hombres que consideramos “delincuentes comunes”.

En resumen, el sociópata es el producto fallido de una educación negligente y sin disciplina. Cabe decir, no obstante, que haber recibido una educación deficiente no es el único factor que explica la sociopatía. No es raro encontrarse con personas que, pese a las muchas dificultades que pasaron durante su niñez, han podido buscar su lugar en el mundo y ser individuos con los que podemos relacionarnos con total normalidad.

  • Andrade, J. (2009). Handbook of Violence Risk Assessment and Treatment: New Approaches for Mental Health Professionals. Nueva York City: Springer Publishing Company.
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  • Lykken, D. (1994). Las personalidades antisociales. Barcelona: Herder.
  • Pozueco, J. M. (2010). Psicópatas integrados: Perfil psicológico y personalidad. Madrid: EOS Psicología Jurídica.
  • Stone, M.H.; Brucato, G. (2019). The New Evil: Understanding the Emergence of Modern Violent Crime. Amherst, Nueva York: Prometheus Books.
  • Werlinder, H. (1978). Psychopathy: A history of the concepts. Analysis of the origin and development of a family of concepts in psychopatology. Uppsla, Stockolm: Almqvist&Wiskell International.

Psicólogo Forense en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Forense y Criminal

Alex Grandío (Barcelona, 1990) es graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona y también cursó el Máster en Psicología Forense y Criminal. Trabajó como psicólogo voluntario en el Centro Penitenciario de Hombres de Barcelona, donde realizaba la conducción de grupos de tratamiento de deshabituación de drogas y la promoción de hábitos de vida saludables. Allí también llevaba a cabo las entrevistas de inclusión y posterior seguimiento de los miembros que pertenecían a dichos grupos. Desde siempre se ha sentido fascinado por la parte oscura de la mente humana y todos los elementos que envuelven a la personalidad criminal; además de por el cine y la literatura, tal y como se demuestra en sus artículos.

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