Madurar significa ser independiente a nivel personal, sin que esto suponga alejarse de los demás. Así pues, una persona madura es capaz de autorregularse (gestionar sus emociones) y adaptarse al entorno de una manera saludable. Por otro lado, la confiabilidad surge cuando, en tus relaciones, haces lo que prometes; esto es signo de madurez emocional.
Las personas que demuestran que se puede confiar en ellas nos hacen ver que se comprometen con los demás. La confiabilidad transmite seguridad. La falta de esta puede significar egocentrismo, volatilidad, superficialidad y deshonestidad. Para los demás, las personas que no demuestran fiabilidad pueden ser vistas como inseguras.
En este sentido, además, cuando nos comportamos de forma inmadura, autosaboteamos nuestra relación de pareja.
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La falta de madurez emocional y sus efectos en las relaciones de pareja
La madurez emocional requiere voluntad, introspección, autocrítica constructiva. La alcanzamos cuando ya no tenemos necesidad de juzgar ni de culpar a nadie por lo que nos sucede. Es cuidar lo que decimos. Respetar lo que escuchamos, y pensar sobre lo que no expresamos. Actuar más y quejarnos menos. Aprender a abrirnos emocionalmente sin corazas. Es bueno mostrarnos vulnerables y no temer a expresarnos en el amor.
¿Qué es un autosabotaje? Es cuando vas en contra de tu crecimiento personal. La tendencia a obstaculizar por nosotros mismos, la consecución de nuestras metas. Cuando tenemos algo bueno y emitimos una conducta que nos hace perder lo que tenemos. Son auto manipulaciones inconscientes.
El autosabotaje de las relaciones amorosas por inmadurez emocional
Hay varias formas de autosabotear las relaciones de pareja por la inmadurez emocional:
- En las discusiones, establecer la dinámica de: ¿quién tiene la culpa? Veo y siento lo que tú me haces e ignoro el efecto de mis actos en ti. Evitar enfrentarse a los problemas. Desviar cualquier responsabilidad y culpar al otro en lugar de analizar lo que ha sucedido. Retrasar las conversaciones difíciles o incómodas o evitarlas por completo. Ver la vida sólo desde la propia perspectiva. No ponerse en el lugar de la otra persona.
- No pedir disculpas cuando nos equivocamos o cometemos errores.
- Tener una escucha intervencionista. Escuchar para responder y ganar la conversación, no empatizar o intentar comprender el otro punto de vista o lo que está sucediendo.
- Aunque hayamos perdonado, utilizar lo que sucedió en el pasado cada vez que haya un conflicto para echarlo en cara.
- Centrarse en cuestiones que no están relacionadas con lo que está sucediendo a modo de llevar la atención hacia nuestros argumentos, y obviar los de la otra persona.
- Usar las inseguridades de la otra persona en su contra.
- Aplicar la ley del hielo. Usar el silencio o ignorar. Desaparecer cuando hay diferencias o conflictos en la relación.
- No mostrar responsabilidad afectiva. Hacer promesas a largo plazo a pesar de que no tener intención de comprometerse en la relación. Ser indeciso con lo que quieres. Dar señales contradictorias.
- No ser consciente del impacto que las palabras y las acciones tienen en la otra persona.
- Tener baja la autoestima. Ser hipersensible a comentarios o críticas, ya que se viven como ataques.
- Victimizarse para generar culpa.
- Minimizar las emociones de la otra persona con frecuencia.
- No comunicar tus necesidades. Esperar a que tu pareja adivine qué te pasa y qué necesitas.
- No comprometerse plenamente con la relación. Mantener un pie dentro y otro fuera.
¿Cómo aplicar la madurez emocional a los vínculos de pareja?
Para alcanzar la madurez emocional y hacer que se plasme en la vida en pareja, por lo tanto, hay que hacer todo lo contrario:
- Responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros actos. Admitir nuestros errores y no intentar maquillarlos.
- Autocontrolarse. Reaccionar de manera equilibrada y justa. No dejarse dominar por el miedo.
- Ser asertivo en la forma de expresarnos. Describir conductas en lugar de etiquetar. Por ejemplo: “cuando me gritas me pongo nerviosa, y no soy capaz de responderte”, en lugar de “eres muy agresivo”.
- Conocer los propios límites y establecer límites con la otra persona. Ser independiente. No posicionarse como una víctima y ser capaz de pedir ayuda de forma sana.
- Mayor responsabilidad afectiva. Ser consciente del impacto que las palabras y las acciones tienen en el otro. Honestidad. Explicar claramente tus intenciones y necesidades. Actuar con empatía y respeto. Ser consciente de que tus comportamientos tienen consecuencias en las emociones del otro.
- No tener miedo de mostrarse vulnerable con la pareja. Esto es una fortaleza, no una debilidad. Comunicar cuando te han lastimado, no guardártelo o evitar comunicarte. Esto sería un comportamiento pasivo agresivo.
- No tener miedo a reconocer los propios errores y disculparse. No dejar que el orgullo y el ego tomen el control.
Carmen Rodriguez De Haro
Carmen Rodriguez De Haro
Psicóloga, Sexóloga y Terapeuta de Pareja
Para terminar…
En la sociedad se potencian conductas inmaduras emocionalmente como características de personas atractivas, seguras e independientes de forma errónea igual que ocurre con el narcisismo, que se vive erróneamente como buena autoestima. Nada más lejos de la realidad. Cuando tenemos en cuenta a las otras personas y a nosotros mismos, ahí hay autoestima y madurez emocional.