No, no se trata de repetirte 100 veces al día frente al espejo lo mucho que amas tu reflejo. La autoestima positiva va más allá de una simple frase motivacional; tiene que ver con cómo te relacionas contigo, cómo te hablas cuando nadie te escucha y cómo reaccionas cuando las cosas no salen como esperabas.
Es una construcción que se nutre de acciones pequeñas, creencias realistas sobre ti y, sobre todo, de respeto propio. Así que hoy te compartimos algunas claves para fortalecer esa base interna y, de paso, sentirte con más confianza en tu día a día.
¿Qué significa realmente tener una autoestima positiva?
Una autoestima positiva no se trata de pensar que todo lo haces perfecto o que no necesitas mejorar en nada. Más bien tiene que ver con la capacidad de valorarte de forma realista, con tus luces y tus sombras, sin caer en la autocrítica destructiva ni en la necesidad constante de validación externa.
Quienes la cultivan no se ven como seres impecables, pero sí se reconocen con respeto. Son personas que pueden decir “me equivoqué” sin anular su valor como individuos, porque no se definen por un solo error ni se miden con parámetros imposibles. Además, tienen claro que cuidarse, poner límites y reconocer sus necesidades emocionales no es egoísmo, sino responsabilidad afectiva hacia sí mismas.
¿Cómo sabes si tu autoestima está bien? Señales claras para darte cuenta
A veces pensamos que tener autoestima es solo sentirse bien, pero, ojo, también se refleja en cómo actuamos frente a ciertas situaciones cotidianas. Aquí van algunas señales que suelen aparecer cuando tu autoestima está fortalecida... y otras que pueden avisarte que necesitas prestar más atención.
Señales de que tu autoestima está en buen estado: no necesitas que todo el mundo apruebe tus decisiones para sentirte en paz. Sabes decir “no” sin sentirte culpable por ello. Te permites celebrar tus logros, aunque sean pequeños. Tomas decisiones sin depender de la opinión ajena todo el tiempo. Reconoces tus errores, pero no los usas para castigarte.
Señales de alerta: te cuesta aceptar cumplidos, como si no los merecieras. Te exiges más de lo razonable y nunca sientes que es suficiente. Te comparas constantemente con otras personas. Evitas retos porque tienes miedo de fallar o “hacer el ridículo”. Sientes que cualquier crítica te desarma o te deja en duda.
Y, ¡a ver!, todos pasamos por momentos donde algunas de estas señales se hacen más visibles. Lo importante es observarte sin juicio y usar esa información para tomar decisiones más amables contigo.
Claves prácticas para fortalecer tu autoestima y confiar más en ti
La autoestima no aparece de un día para otro como por arte de magia. Se va construyendo poco a poco, con hábitos, con decisiones conscientes, con muchas conversaciones contigo. Aquí te dejamos algunas ideas que puedes empezar a poner en práctica desde ya:
1. Cuestiona lo que te dices cuando nadie te escucha
No todo lo que pasa por tu cabeza merece que le des crédito. Muchas veces repetimos frases que aprendimos en casa, en la escuela o en momentos difíciles: “soy malo/mala en esto”, “me fue horrible”, etc. Y lo peor es que nos las creemos sin discutirlas.
La próxima vez que te sorprendas diciéndote algo así, haz una pausa. Pregúntate si eso que piensas es tan cierto como parece. ¿Lo dirías en voz alta a alguien que quieres? Si no lo harías, probablemente tampoco necesitas decírtelo a ti. Y si puedes reformularlo, mejor: “No salió como esperaba, pero puedo aprender algo de esto” suena más justo, ¿no?
2. Deja de pelearte contigo
Aceptar no es rendirse ni quedarse con lo que no gusta. Es reconocer que eres una persona en proceso, con cosas buenas y otras por mejorar, y que no necesitas cumplir ningún estándar imposible para tener valor.
Deja de exigirte perfección todo el tiempo. Puedes tener días grises, cambiar de opinión, equivocarte y aun así ser una persona valiosa. Menos pelea interna, más comprensión contigo.
3. Ponte metas que no te aplasten
A veces la confianza se va por la ventana porque nos llenamos de expectativas que nadie podría cumplir. Si te propones cosas imposibles, es lógico que termines frustrado o sintiéndote incapaz.
Mejor, baja esas metas a tierra. Parte en pasos más pequeños eso que quieres lograr. Y cuando avances, así sea poquito, reconócelo. No necesitas aplausos de afuera para validar tu esfuerzo. Si tú lo ves y lo valoras, ya estás del otro lado.
4. Atrévete, aunque sea de a poquito
No hace falta lanzarte a lo desconocido sin red. Basta con hacer pequeñas cosas que te den un poco de nervio: hablar cuando antes callabas, tomar una decisión sin consultar a todo el mundo, atreverte a dar una opinión.
Cada vez que te animas a salir, aunque sea un poco, de ese lugar cómodo pero limitante, te demuestras a ti que sí puedes. Y eso vale mucho más que quedarte esperando a sentirte 100% seguro o segura.
5. Cuida el tipo de personas con las que te rodeas
Esto es básico: estar con personas que te respetan, que te escuchan y que te hacen sentir bien no es un lujo, es una necesidad. Si alguien te hace dudar todo el tiempo de tu valor, esa relación te está saliendo cara.
No se trata de rodearte de gente que te diga “sí” a todo, sino de quienes te impulsan sin intentar cambiarte. Al final, tú decides a quién le das acceso a tu energía y tu tiempo.
6. Aprende a decir lo que sientes sin dar mil vueltas
Una autoestima sana también se nota en cómo te comunicas. Decir lo que piensas, pedir lo que necesitas y marcar tus límites no es ser frío ni egoísta, es tener claridad y respeto por ti.
Y, claro, al principio cuesta. Puede darte miedo incomodar o equivocarte, pero mientras más lo practiques, más natural se vuelve. Comunicarte bien contigo y con los demás es parte de construir relaciones más sanas y reales.
7. Escucha cómo te hablas (y cámbiate el tono si hace falta)
Tu voz interna no debería sonar como alguien que solo está esperando a que falles. Fíjate si usas mucho el “debería”, “tengo que” u “otra vez lo hice mal”. Si es así, prueba con palabras más suaves, más tuyas: “prefiero”, “decido”, “esta vez no salió, pero sigo intentando”.
Conclusiones
No se trata de ser positivo a la fuerza, sino de no convertirte en tu propio enemigo. Hablarte con respeto también se entrena. Y cuanto más lo haces, más cómodo te vas sintiendo contigo.
Como puedes notar, fortalecer tu autoestima no es algo que haces una sola vez y ya. Es un ejercicio diario, a veces cansado, pero muy necesario. No necesitas tener todo bajo control para empezar a confiar en ti. Solo basta con dejar de tratarte como si fueras tu propio castigo, mirarte con más calma y elegir actuar desde un lugar más justo.
Y, aunque no te des cuenta enseguida, todo eso se empieza a notar: en tu forma de estar contigo, de relacionarte, de tomar decisiones. Porque cuando cambias la forma en la que te hablas, también cambias la forma en la que vives.


Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad