El Cerebro Emocional: claves neurocientíficas para comprender la incertidumbre

La incertidumbre tiene unas raíces biológicas y emocionales que diseccionaremos aquí.

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A partir de cómo interpreto la realidad es que determino mi forma de sentir. La forma de percibir la realidad se encuentra condicionada por donde vivimos, lo que aprendimos, que nos dio placer, que nos hizo obtener una recompensa en el pasado y que cosas también nos hicieron daño o nos hicieron sentir apenados. Así es como vamos armando nuestro universo, modelando esos anteojos particulares que nos van a hacer ver nuestro mundo y el de los demás de forma singular y única y también a veces bastante lejos de la realidad objetiva.

La consciencia de nuestras conductas y pensamientos

Sin embargo, lo que pensamos puede ser un hábito en nuestras respuestas emocionales tanto de manera positiva como negativa. En la medida que lo que pensamos se repite nos encontramos sin saberlo condicionando nuestro cerebro, armando creencias que van a quedar impresas en él. De esta manera tendremos respuestas y conductas automatizadas además de formas de pensar y sentir.

Es por esta razón que cuando queremos modificar un hábito de conducta por ejemplo fumar o pensar siempre lo peor en una situación , en la medida que somos consciente de cuándo y porque encendemos ese cigarrillo o volvemos a sentir esa impresión catastrófica frente a algo, es posible que inmediatamente la conciencia de ese acto haga que podamos reducir el consumo de tabaco o de ideas que poco nos convienen, por supuesto este es un primer inicio, pero tal cual como con el tabaco, también podemos intentar hacerlo con nuestras creencias, prejuicios o formas de pensar y sentir.

Esta es una de las bases de la terapia cognitiva en donde dicho a grandes rasgos se plantea un re entrenamiento a partir de estar más conscientes de conductas o pensamientos que pasamos por alto debido a la naturalidad con la que las hemos aprendido y venimos practicando. La intención es pasar de automático a manual si se permite la metáfora, en definitiva el hecho de habituarnos a circunstancias debido a la reiteración de ellas no hace que esto sea saludable, nuestras neuronas se acostumbran también a esta circunstancia de repetición de manera tal que ya no le prestamos atención, esto se extiende a cualquier tipo de conductas, como por ejemplo, dar por hecho que somos amados y por ello no es necesario cuidar nuestra pareja, también puede referirse a situaciones de maltrato en el ámbito laboral o personal o cualquier otra conducta que no sea positiva para nosotros pero donde la naturalidad le gana al bienestar.

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La naturaleza de la incertidumbre

Lo que queda claro es que tanto nuestras emociones y nuestro cerebro se encuentran entrelazados de manera tal que cuando apuntamos a uno de esos aspectos también modificamos el otro. Nuestra mente en su tarea de mantener el control , porque es allí , en el control donde se encuentra protegida, trata de hacerse una idea de lo que sucede en el mundo y es de esa manera que construye un esquema de realidad.

Cuando la percepción que está recibiendo es muy diferente a la que tenemos armada instintivamente la rechaza, es así como la primer emoción que se sienta va a ser la de percibir que algo extraño y tal vez peligroso se aproxima, de esta manera desencadenara respuestas psíquicas, fisiológicas y hormonales correspondiente a la percepción de lo que cree que está sucediendo.

Esto explica por qué es tan necesario que la comunicación sea de forma asertiva, esto quiere decir que lo que decimos esté armado de manera tal que le facilite a la otra persona asociarlo a su propia realidad pre armada para que nos permita llegar a su interior y así darle la posibilidad de inclusión y revisión de su mundo frente a la nueva idea.

De esto se trata parte de lo que hacemos como psicólogos en terapia y explica porque necesitamos tiempo real y psíquico para poder decir o acercar cosas que tal vez como terapeuta sabíamos con antelación, pero evaluamos que nuestro paciente no está en condiciones de recibir en ese momento y debemos postergar y adecuarnos al timing de cada quien, esta aptitud está sostenida en el entrenamiento profesional que requiere de formación y práctica .

Ahora bien, ¿qué sucede en cada uno de nosotros cuando la realidad nos enfrenta a esa disonancia cognitiva, es decir a esa contraposición entre lo que tengo dentro de mi cabeza y lo que está sucediendo frente a mí y esta no condice con mi arraigado parámetro de la vida? Esto genera tensión dolor irritación frustración, aquí luchamos con lo que habitualmente se llaman creencias, nuestro propio modelo de la realidad. Estas creencias pueden ser de todo tipo religiosas, políticas, pero también simplemente sobre la forma en que funciona o debería funcionar el mundo, tanto el nuestro como el de los otros.

Cuanto más fuertes sean nuestras creencias más fuertes será el sesgo de confirmación, es decir aquellas pruebas que demuestren lo contrario de lo que pensamos, decimos o sentimos. Nuestro cerebro nos pone a la defensiva si alguien o algo pretende modificar nuestra forma de procesar la información.

La incomodidad, la incredulidad, la negación, la tolerancia a la frustración se nos hacen presentes frente a la percepción de inestabilidad que creemos sucede en nuestro mundo. Lo que nos daba seguridad se ve amenazado, no podemos más que reaccionar de esta manera. Todo lo contrario, se da cuando lo que nos enfrenta es una situación de sentido y de correspondencia con nuestro mundo interno haciendo que la sensación sea placentera, ya que, al ser concordante con nuestro mundo interno, nos permite saber cómo movernos en ese entorno.

La sensación que nos produce la certidumbre o incertidumbre conlleva una gran cantidad de emociones, muchas de las que nombramos anteriormente, pero hay más, esto nos hace pensar en qué frágiles que somos los humanos cuando para bien o para mal mantenemos creencias rígidas, y poco sujetas a los cambios.

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Biología, mente y psique

Es bueno entender que las emociones se encuentran en el núcleo de cualquier creencia y construimos nuestra realidad influidos por lo que sentimos. Encontrarnos frente a un modelo disruptivo de nuestra realidad nos lleva a enfrentar la reorientación de la homeostasis tanto física como psíquica. Gran parte de nuestra salud mental depende de esta flexibilidad y de la posibilidad de respuesta a la sorpresa.

Es coherente pensar que cuanto antes enseñemos a nuestros hijos, colaboradores o a nosotros mismos a entender que los cambios forman parte de nuestra vida, más fácil será llevarla a cabo, seguramente con más felicidad pero sobre todo con mucha más paz.

Un factor a tener en cuenta es que la incertidumbre genera un aumento del pensamiento mágico, es por ello que frente a situaciones que nos perturban por ejemplo cuando nuestra pareja cambia de comportamientos o nuestra salud se desdibuja, buscamos chamanes o consejos de gente que nos promete situaciones maravillosas o mágicas que dejan de lado el comprender lo que en realidad nos está pasando.

La magia, la espiritualidad mal entendida, el optimismo extremo nos lleva a descartar nuestra participación en lo que nos está sucediendo y perdemos objetividad, muy probablemente porque otros de los efectos de la incertidumbre es la presencia del miedo. Este compañero silente nos deja afuera de la situación conformando un círculo vicioso que genera más incertidumbre.

Para darle una vuelta más a la paradoja de la incertidumbre, debemos decir que científicamente se sabe que la incertidumbre nos incentiva más que la mejor de las certezas. Esto que parece una contradicción con lo que hablamos anteriormente, pero está fundamentado no solo en lo cotidiano de la vida, como por ejemplo esa persona que nos ignora se nos hace más atrayente, o aquello que me costó tanto parece valer más que lo que resultó más fácil.

Silvana Weckesser

Silvana Weckesser

Magister En Psicología. Especialista en Clínica.Escritora

Profesional verificado
Buenos Aires
Terapia online

Estas situaciones tan comunes son el resultado de la dopamina, un neurotransmisor asociado al placer, pero no solamente. La combinación biológica de neurotransmisores junto con un mundo de creencias psíquicas, en donde hay parámetros estandarizados producto de la cultura en la que vivimos, hace que ciertas conductas se conviertan en más adictivas o tóxicas que otras.

La buena noticia es que somos el producto de la biología y del psiquismo y que ninguno de los dos aspectos funciona por separado, pero la instrucción, el intentar conocernos, el creer que podemos y debemos cambiar cuando es necesario y conveniente nos lleva a ser los hacedores de nuestra vida, y que si bien hay ocasiones donde algunos de estos aspectos pueden predominar, siempre nuestra propia singularidad humana es posibilidad y potencialidad. Somos más que un condicionamiento y tal vez en eso esté el verdadero sentido de vivir.

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Silvana Weckesser. (2023, noviembre 2). El Cerebro Emocional: claves neurocientíficas para comprender la incertidumbre. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/claves-neurocientificas-incertidumbre

Psicóloga

Buenos Aires

Silvana Weckesser es psicóloga especializada en el ámbito clínico y docente universitaria, así como escritora. Su consulta se encuentra en Buenos Aires.

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