¿Cuándo el apego se convierte en dependencia?

Sin saber cómo construir lazos saludables, el apego puede derivar en dependencia emocional.

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El apego emocional es una expresión que en los últimos tiempos se vincula directa o indirectamente a un vínculo que produce un sufrimiento o a una relación toxica. Se suele escuchar frecuentemente en la consulta frases como “genero con las personas una relación de apego” o “me apego demasiado y luego termino sufriendo”. En verdad, eso no es del todo cierto. A continuación intentaremos aclarar en qué consiste el apego, por qué es tan importante y cuáles son sus trampas.

¿Qué es el apego?

Cuando hablamos de apego emocional es importante aclarar varias ideas. Una de las más importantes es que el apego tiene que ver con los vínculos que nosotros establecemos con otras personas. El apego se origina en los primeros años de la vida y con las primeras personas que nos rodean, generalmente nuestros padres o aquellos que se encargan de nuestro cuidado.

Estos vínculos primarios son una especie de molde en donde vamos adquiriendo lo que más tarde será la forma como nos relacionaremos con el mundo que tenemos a nuestro alrededor. El apego no es algo de lo cual se pueda prescindir, ya que es un lazo afectivo primario. Es decir, se necesita para poder evolucionar y sobrevivir, cumple una función fundamental, asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.

Como veníamos diciendo, todo ser humano necesita del apego para sobrevivir y desarrollarse. Durante el primer año de vida se establece un vínculo de apego con la madre o la persona encargada del cuidado del niño, pero también aparece el miedo ante lo desconocido, por lo tanto el apego cumple la función de proporcionar seguridad ante situaciones que se consideran amenazantes.

Dependiendo de cómo gestione el adulto esta situación, el niño tendrá un apego seguro que le permitirá explorar, conocer el mundo y relacionarse con los otros, sintiendo que aquella persona que lo cuida estará allí para protegerlo. Si por algún motivo esto no ocurre, los miedos e inseguridades aparecerán dando lugar a que se genere un apego con características más ansiosas, en donde la preocupación, la inseguridad, la búsqueda de atención constante y el temor a ser abandonado serán las emociones que predominaran en los vínculos.

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Riesgos de que el apego se transforme en dependencia

Tal vez sea en este punto donde comienza la confusión de considerar al apego como un modo de vínculo toxico o patológico, es decir cuando se confunde apego con dependencia emocional. Nos encontramos que en ocasiones se utilizan estos dos términos como sinónimos, cuando en realidad distan mucho de serlo. El apego no genera dependencia emocional. Pero si en a la infancia predominó un vínculo de apego ansioso, esto podría dar paso en un futuro a vínculos en donde la dependencia emocional sea la protagonista.

La misma se hace presente en la dificultad que existe en dejar atrás un vínculo que no funciona y genera sufrimiento. Aunque se da principalmente en parejas, la dependencia emocional puede darse en vínculos familiares o de amistad. En este artículo hablaremos principalmente del vínculo de pareja. Cuando una persona se vincula desde esta dinámica aparecen ciertos patrones:

  • Dificultad para tomar decisiones autónomas.
  • Temor a la separación.
  • Preocupación exagerada y poco realista a que lo abandonen o que lo dejen de querer.
  • Incapacidad de poner límites.
  • Sensación de desamparo cuando se está solo.
  • Desmedida necesidad de aprobación.

Habitualmente cuando se generan este tipo de vínculos ocurre que la persona deja de lado sus propias necesidades para dar una prioridad desmedida a lo que le ocurre a la otra persona, terminan anulándose en pos de cumplir el deseo del otro, perdiéndose en un vínculo en donde todo comienza a girar en torno al ser amado.

En el fondo de la cuestión aparece muchas veces la sensación de no ser dignos del amor de los demás, de allí el esfuerzo exagerado por cumplir las expectativas del otro en una búsqueda permanente de complacerlo a cambio de la aprobación y el cariño. Este tipo de personalidades poseen una constitución de la autoestima muy frágil, mostrando inseguridades y temores que plantean el vínculo de una manera asimétrica, otorgándole todo el poder al otro.

¿Cómo aprender a formar lazos saludables?

Ahora bien, cabe preguntarnos, ¿de qué forma se puede comenzar el camino que lleve a generar lazos sanos? Sin bien no es una respuesta fácil de dar, vamos a mencionar algunos puntos fundamentales para que ocurra este proceso.

1. Ser más conscientes de nuestros patrones de comportamiento

Este es un punto importante y necesario para comenzar a modificar esta manera de relacionarnos. Poder darse cuenta que existe un patrón en los vínculos que se establecen en donde las emociones que predominan en estos lazos son de inseguridad, desconfianza, ansiedad y necesidad de control, es el primer paso que posibilitará que algo pueda cambiar.

2. Reconciliarnos con la soledad

Aprender a estar solos implica comenzar a disfrutar de nosotros mismos. Para muchas personas esto no es una tarea sencilla, ya que requiere transitar momentos de malestar al encontrarnos solos. Pero una vez que logramos pasar esta incomodidad seremos capaces de comprendernos, de identificar cuáles son aquellas cosas que disfrutamos y de cuáles no. Esto nos ayudará a poder marcar con mayor claridad cuáles son nuestros límites.

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3. Poder pasar del “necesitar” estar con alguien al “desear” estar con alguien.

La necesidad está enmarcada dentro del orden de lo biológico, necesitamos comer, respirar, dormir etc. Cuando en un vínculo una persona siente que necesita al otro se autoimpone la idea de que sin él o ella no puede vivir, y actúa en consecuencia de ello. En una relación sana la necesidad debe darle paso al deseo, esto implica la posibilidad de elegir estar con el otro, de respetar los límites que posibilitará disfrutar de su compañía pero al mismo tiempo cultivar otras relaciones y espacios de su vida.

4. Replantearse las creencias distorsionadas sobre el amor

La dependencia emocional se refuerza en el amor romántico, mitos como encontrar la media naranja, ideas que giran en torno a la complementariedad, colaboran con la idealización de un amor omnipotente en donde el otro lo es todo o hay que hacer todo por amor. Esto no es más que un engaño, el engaño del enamoramiento, que aparece en un primer momento, pero luego debe dar paso a la construcción de un amor maduro, en donde se reconozca al otro con sus defectos y virtudes, que cada uno se sienta libre de poder expresar sus emociones y expectativas y que pueda ser escuchado.

Para concluir, reflexionemos de qué manera podemos llegar a tener un nosotros sólido, donde exista el trabajo en equipo, el disfrute de actividades compartidas y proyectos en común, sin dejar de lado la individualidad de cada miembro de la relación.

Ir más allá de la idealización requiere comprender, conocer y ponerse en el lugar del otro pero sin olvidarnos de nosotros mismos, recién allí se podrán construir vínculos auténticos, donde ya no será necesaria la fantasía de la media naranja o del amor incondicional y se dará paso a la idea de que las relaciones necesitan acuerdos que se respeten, condiciones y límites. Estar en pareja es una elección que se hace día a día y tiene más que ver con el deseo que con la necesidad.

Psicóloga

Barcelona
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Magali Cauteruchi es psicóloga con más de una década de trayectoria profesional en la atención psicoterapéutica. Se especializa en el entrenamiento de habilidades de gestión emocional, y en el apoyo en los procesos de desarrollo personal y profesional.

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