Los seres humanos somos seres emocionales. Estamos emocionados las 24 horas del día, de tal forma que nuestras emociones nos condicionan en cada decisión, forma de ver lo que ocurre o al otro, en tu forma de comunicarte, comportarte, etc. Cuando experimentamos demasiado miedo, inseguridad, culpa o enfado, pensamos que esas emociones son el problema. Sin embargo, toda emoción es positiva en sí misma. El problema es cómo las gestionas.
Desde hace décadas, el término Inteligencia Emocional es tremendamente popular en Psicología. Se hizo popular gracias al famoso libro de Daniel Coleman (titulado solo Inteligencia Emocional) y posteriormente comenzaron a impartirse cursos, talleres, etc.
Sin embargo, la inteligencia emocional puede ser un concepto equívoco. La gestión de emociones, mucho más realista y profundo, no solo puede ayudarte a vivir con bienestar y a resolver las dificultades psicológicas y emocionales que tengas ahora, sino que deben ser la base de una terapia práctica, profunda, y cuyos resultados te funcionen de forma estable.
En este artículo vamos a profundizar en qué es realmente la gestión emocional, por qué es un término más adecuado, humano e incluso que la famosa "inteligencia emocional", y ante todo, cómo puedes aprender a entender y a gestionar tus emociones para resolver las dificultades que tengas ahora, sean de pareja, autoconfianza, autoestima, de estrés, desánimo, etc.
Mi nombre es Rubén Camacho, psicólogo, coach y terapeuta de empoderamientohumano.com, y lo que voy a contarte está basado en más de 15 años de experiencia directa como terapeuta. Estos conocimientos se basan en las experiencias de las personas a las que he acompañado.
El efecto de las emociones disfuncionales en nuestra vida
Las emociones, en realidad, no son el problema. Todas tienen una función adaptativa y necesaria. El miedo nos protege, no solo a nivel físico, sino también a nivel psicológico, ya que cuida de nuestro autoconcepto y de nuestros límites. La inseguridad nos invita a ser prudentes cuando entramos en un terreno desconocido. El enfado, por su parte, nos ayuda a tomar conciencia de aquello que no nos gusta, de lo que nos duele o de lo que necesitamos cambiar.
El problema no es sentir estas emociones, sino no saber gestionarlas. Cuando hemos aprendido a relacionarnos con ellas de forma disfuncional, muchas veces a causa de experiencias desagradables del pasado, estas emociones empiezan a ser demasiado intensas, demasiado frecuentes y demasiado duraderas.
Esto termina afectando directamente a la autoestima, a la calidad de nuestras relaciones, a la forma en la que te ves a ti mismo y, con el tiempo, puede derivar en estados de ansiedad, agotamiento emocional y, finalmente, desánimo.
Las emociones son la energía fundamental desde la que actuamos. Son la base desde la que decidimos, comunicamos, nos relacionamos y construimos nuestro bienestar.
¿Por qué gestión y no inteligencia emocional?
El concepto de inteligencia emocional se ha hecho tremendamente popular, pero también es equívoco y está atravesado por un cierto prejuicio capacitista. Se difundió sobre todo a raíz del libro de Daniel Goleman, que utilizó ese término porque la palabra “inteligencia” resultaba muy llamativa y, durante muchos años, se entendió que la forma de gestionar las emociones era una capacidad innata. Sin embargo, en 1915 ya hubo un simposio de la Asociación Americana de Psicología (APA) donde distintos expertos trataron de definir qué era exactamente la inteligencia… y no fue posible llegar a una definición clara y consensuada.
La inteligencia es un concepto ambiguo, que suele asociarse a una característica estable del carácter. Desde ahí, acabamos pensando que hay personas con “alta” o “baja” inteligencia emocional, lo cual más que ayudarnos, nos limita. Porque entonces creemos que, si tenemos una “baja” inteligencia emocional, poco podemos hacer por cambiarlo.
Todos los seres humanos somos emocionales, pero también profundamente diversos. Hay personas que sienten sus emociones con mucha intensidad, otras de una forma más contenida, y la manera de gestionarlas para estar bien y construir relaciones sanas puede ser completamente diferente en función del carácter, del contexto, de las experiencias previas o de los aprendizajes que hemos tenido.
En mi trabajo como psicólogo y terapeuta he acompañado a personas que aprendían a gestionar sus emociones de forma funcional a través de estrategias totalmente diferentes. Por eso, la gestión emocional no es una “capacidad fija”, sino un proceso profundamente personal. Te dejo un vídeo para profundizar en este tema (el artículo continúa más abajo)
¿En qué consiste la gestión emocional?
La gestión emocional consiste en comprender qué sientes, cómo estás interpretando lo que ocurre y de qué manera fomentas la intensidad de esa emoción a través de tu propio comportamiento, tu comunicación y tus decisiones. Desde este punto de vista, lo que sentimos no depende solo de lo que ha pasado, sino, sobre todo, de cómo lo gestionamos.
Las emociones no funcionan de forma lineal, como si primero apareciera la emoción y después la conducta. En realidad, emociones, pensamientos, creencias y comportamiento se influyen de forma circular. Por este motivo, la gestión emocional debe ser la base de toda terapia, ya que somos seres emocionales, las emociones nos condicionan en todo, y desde ahí podemos trabajar el resto de áreas importantes de la vida: relaciones, autoestima, bienestar, toma de decisiones, etc.
Gestión emocional en terapia
Una terapia no es solo un espacio donde te escuchan. Es, ante todo, un proceso de aprendizaje donde puedes sentirte acompañado por un profesional, reducir el malestar que sientes ahora y conocerte con mayor profundidad para aplicar cambios reales en tu vida. El objetivo es que no solo te sientas mejor en el presente, sino que construyas un bienestar estable. Para todo esto, la gestión emocional es una pieza clave.
En terapia lo hacemos de la siguiente forma. Primero entendemos qué ocurre ahora, cómo te sientes en tu día a día, y a partir de ahí profundizamos en cómo estás comprendiendo y gestionando esas emociones en este momento de tu vida.
Después profundizamos en el significado que esas emociones tienen para ti, y gracias a eso entramos en tu sistema de creencias, tus interpretaciones y tu forma de entenderte y entender el mundo. A continuación, trazamos un plan de acción para generar cambios concretos en tu vida y que puedas estar mejor lo antes posible.
Finalmente, profundizamos en todas las partes de tu personalidad —autoestima, sistema de creencias, relaciones, comunicación— para que lo que aprendas no sea algo puntual, sino que se interiorice y te acompañe para siempre.
Un cambio y aprendizaje duradero
Una terapia debe tener un efecto beneficioso que vaya más allá del corto plazo. No se trata solo de aliviar el malestar de ahora, sino de aprender herramientas que te sirvan para toda la vida. Por eso, mi forma de acompañar no se basa únicamente en sesiones puntuales, sino en un acompañamiento constante, cada día y sin límite de consulta, para que la persona se sienta sostenida en su proceso y tenga apoyo siempre que lo necesite.
Además, trabajamos con herramientas semanales y sesiones que hacen que el proceso sea práctico, pero también profundo. Si tienes dificultades emocionales, es importante que entiendas que esas emociones solo te están dando información sobre cómo estás ahora. Cuando aprendes a tenerlas de tu lado y a gestionarlas de forma funcional, construyes la base más sólida para tu bienestar emocional estable.
Si necesitas ayuda, puedes agendar una primera sesión conmigo visitando empoderamientohumano.com o en mi perfil de Psicología y Mente. En esa primera sesión podremos conocernos, profundizar en lo que te ocurre y ver cómo puedo acompañarte en tu proceso de cambio y terapia. Esta primera sesión no tiene coste, ya que es para conocernos. Si tienes el compromiso, agéndala pronto y demos el paso.
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