El otro día le pregunté a una compañera: “¿qué tal? ¿Cómo estás?” mientras caminábamos cada una hacia el lado contrario por el pasillo. Medio sonrió mientras nos cruzábamos y, sin articular palabra, noté que se le rayaban los ojos… En ese momento hice una pausa en mi caminar, me paré y alargué mi mano para tocarle el hombro en señal de cariño y apoyo, por si quería compartir algo; de forma casi inmediata rompió a llorar.
“No puedo más, Alia. No-pu-e-do m-á-s”. Se entrecortaban sus palabras, y su llanto se convirtió en lágrimas sucesivas; aunque ella hacía el esfuerzo de contenerlas, no podía, era incontrolable. Ana estaba inconsolable. En aquel preciso instante me di cuenta de que era ella: Ana, la que siempre tiene una palabra de aliento para los demás, un optimismo inquebrantable.
Vivir con el piloto automático
Pasan los días y vamos haciendo frente a la vida, a los asuntos que tenemos que atender, al ir y venir en nuestras circunstancias: haciendo lo que ‘hay que hacer’, subiendo, bajando, entrando, saliendo, solucionando… el trabajo, la casa, los niños, la pareja, la familia en general, el padre o la madre o ambos. Aspectos que requieren atención y cariño.
Y podemos, y lo hacemos sin ni siquiera preguntarnos cómo estamos por dentro. Nos sabemos capaces de enfrentar los múltiples retos del día a día y seguir hacia adelante. Porque hasta ahora lo hemos hecho.
Y yo me pregunto ¿Dónde quedamos nosotros mismos? ¿Dónde quedo “yo” como ser humano que siente y padece y tiene derecho a sentir cómo está?
La importancia del autocuidado psicológico
No somos máquinas de hacer y deshacer. No somos autómatas que solucionan los devenires de la vida. Tenemos emociones. Sentimos. Somos seres humanos que “cargamos” nuestra mochila con nuestros días de vida: cada día vivido en nuestra piel, nuestra propia historia; única, intransferible.
Hoy tenemos sentido de nosotros mismos porque hemos vivido cada una de esas experiencias que hemos enfrentado (o no). Y tenemos todo el derecho a sentirnos tal cual nos sentimos: sea como sea, eufóricos y llenos de energía o exhaustos y sin ganas de seguir.
Para mí, este encuentro con Ana es un ejemplo de lo que nos ocurre por dentro y no atendemos porque la vida nos sobrepasa. Y no hay tiempo de mirar hacia adentro para quedarse unos minutos... ¡Solo unos minutos! en lo que duele, o lo que agota, o lo que enfada, o incluso en lo que alegra y nos gusta.
Por eso me pregunto si el bienestar es la falta de problemas. Un rotundo “no” es mi respuesta. Después de tantos años acompañando a personas de diferentes culturas, razas, géneros y condiciones económicas, políticas, sexuales, sociales y un largo etcétera de diversidad… solo puedo decir “no”. No es la ausencia de problemas lo que nos hace felices; es la capacidad de enfrentarlos, que podemos aprenderla, primero que nada y sobre todo, escuchándonos a nosotros mismos.
Una vida que merece la pena
El bienestar general que sentimos individualmente tiene un ingrediente básico: el conocerse uno mismo, escucharse, aceptar también las emociones negativas, estar abierto a lo que nos ocurre, sea lo que sea. Es el estar bien con esa parte nuestra que ES, sabiendo que independientemente de lo que pasemos y nos lleve a ESTAR mejor o peor, seguimos conscientes de nosotros mismos, de lo que pensamos, sentimos y percibimos, y lo abrazamos como parte indiscutible.
Es aquí donde la psicología y la psicoterapia pueden aportar algo a tu vida. Ya se sabe que ha habido históricamente un tabú respecto a visitar a un psicólogo. Ya no se trata de “estar loco”, se trata de “querer activamente” estar mejor. De tener el valor de tomar responsabilidad de cómo me siento y querer sacarle el mayor provecho.
Los psicoterapeutas acompañamos en un amplio abanico de situaciones que son “normales”. Lo habitual debería ser poder hablar con ‘cualquiera’ de lo que me pasa ‘por dentro’, de lo que me pesa, de lo que me perturba o con lo que no puedo (porque tenemos derecho a no poder). Pero a veces no encontramos el cómo o con quien hacerlo. Creemos que somos los únicos que estamos sintiendo o pensando ‘eso’, cuando en realidad todos los seres humanos tenemos en común tantas cosas que van por dentro... La expectativa social nos limita y nos convertimos en superhéroes en nuestra propia vida (y/o en la de los demás).
¡Ojo! Eso puede estar muy bien también durante un momento, una situación específica, una circunstancia concreta porque nos ayuda a seguir, ayuda a superar situaciones límites que el día a día nos regala. El problema surge cuando lo convertimos en hábito.
Recordemos que también fortalece el poder mirar de frente qué está pasando por dentro; ir hacia adentro para observar y detenernos en las huellas del paso del tiempo, la vida y nuestras vivencias. Esto nos permite sanarlas para seguir caminando más ligeros, sin tanta carga emocional que se ‘sobrecarga’ por no atenderla.
Para terminar…
El bienestar que regala la psicoterapia no es más que el de ser escuchado, de sentirse acompañado mientras miras hacia adentro, incluso lo que no te gusta; no hay juicio, solo entendimiento y sanación. Bien dice el dicho: “si no puedes contra tu enemigo, únete a él”.
Alia Pérez
Alia Pérez
Psicóloga y Psicoterapeuta de Pareja e individual.
Todo aquello que evitas atender dentro de ti, se convierte en tu pesadilla. Alíate contigo, escúchate y permítete liberar lo que te pesa.