A pesar de todo lo que se ha publicado sobre psicología y sexualidad, la influencia cultural perpetuada por la televisión, los anuncios y los mass media en general aún siguen influyendo sobre nuestras creencias de cómo deberíamos vivir nuestra sexualidad. Hoy vivimos rodeados de una hipersexualidad distorsionada a través de la cual, sobre todo en los jóvenes, se potencia la aparición de un deseo que prevalece sobre el del otro, razón por la cual los profesionales hemos de abordar el tema de la sexualidad con mirada de género.
Lo cierto es que nuestras creencias y fantasías en torno a cómo debería ser la vida en pareja y cómo hemos de vivir nuestra sexualidad, están estrechamente relacionadas con las dificultades que nos encontramos los psicólogos en la consulta.
Vivir una sexualidad mejor
Silvia de Béjar citaba en el libro “Tu sexo es tuyo”, que el órgano sexual más potente es nuestro cerebro. Por tanto, si vivimos nuestra sexualidad concentrándonos en pensamientos que alimentan la culpa, los prejuicios y los estereotipos, estamos condenados a la insatisfacción sexual. La reconocida sexóloga también nos recordaba que vivimos en una era en la que todos disponemos de televisor en casa pero, aún hoy, hay muchas mujeres que no saben qué quiere decir tener un orgasmo.
¿Qué hacer? Los 5 principios para disfrutar la sexualidad
Una vez contextualizado el camino que nos queda por recorrer y la influencia cultural que nos condiciona, vamos a centrarnos en las soluciones. Los 5 principios básicos para disfrutar de una sexualidad plena y sana son los siguientes.
Principio 1: Tu sexualidad empieza por ti
Este es un principio que nos señala directamente a las mujeres, dado que tenemos un histórico que nos supone una desventaja en relación a los hombres, en el que nuestras antecesoras no pudieron escoger y vivieron su sexualidad de acuerdo a lo dictado por una sociedad patriarcal, por lo que apenas conocían su cuerpo y escuchaban sus necesidades. Los únicos mensajes que recibían relacionados con el tema sexual eran sobre su menstruación, y en algunos casos ni eso, y su deber de complacer al marido, en un clima íntimo, sí, pero también nublado por los prejuicios y los recatos de la época.
Hoy, ciertamente, cada vez más mujeres tienen prácticamente el mismo conocimiento sobre sus propios órganos sexuales como los hombres, y este autoconocimiento es clave para poder hablar de orgasmo. Este es el principio número 1, que señala que, seas del género que seas, has de conocer tu propia sexualidad, y conocer y aceptar tu cuerpo (la autoconfianza es clave). Y sí, también incluye la opción de practicar el autoerotismo, la masturbación, la auto-estimulación… lo nombremos como lo nombremos todo empieza por nuestro propio cuerpo y nuestro placer.
Principio 2: Siempre sujeto y nunca objeto
Cosificar es “tratar/convertir” a una persona, un ser vivo, en un objeto, un ser inanimado, para su uso o, incluso, para su abuso. Es cierto que existen fantasías sexuales en las que una persona es usada por la otra, pero siempre implican un consentimiento del supuesto “objeto”, por lo que éste o esta disfruta de ese uso sexual. Las emociones y los deseos de ambas personas cuentan, y cuando es así, no hablaríamos ni de abuso ni de violencia.
Concepció Garriga, reconocida psicóloga, en su artículo La bondad en la subjetividad femenina: Implicaciones para la clínica y para la sexualidad refleja la influencia del patriarcado en la construcción de nuestra sexualidad, poniendo hincapié en la bondad que se esperaba de las mujeres, y que se materializaba en cuidar y complacer al otro, poniendo las emociones, los deseos y las necesidades del otro por encima de las propias de la mujer. Evidentemente, este concepto de la sexualidad se ha ido transformando, pero como introducía en el artículo, aún hay enredaderas culturales que se deslizan por debajo de la puerta de nuestros dormitorios y entran en nuestra intimidad, que hemos de ir identificando para disfrutar de una sexualidad sana.
Ser sujeto quiere decir ser libre, ser protagonista y escuchar y atender los propios deseos. Las dos personas que integran la pareja (hombre-mujer, mujer-mujer, hombre-hombre) han de ser sujetos y por lo tanto ambas necesidades, subjetividades y lascivias han de ser escuchadas.
Principio 3: Consciencia sexual plena gracias al Mindfulness
El Mindfulness es cada vez más conocido, pero poco se ha hablado de lo mucho que benefician a las prácticas sexuales, la práctica habitual de técnica como la meditación o el Mindfulness.
La presión racional y cognitiva que puede ejercer nuestra mente si no se controla durante las relaciones sexuales, puede generar pensamientos automáticos de inseguridad (“no lo hago demasiado bien”, “seguro que no le gusta”) que desencadene en ausencia de erección (disfunción eréctil) en los hombres, o dificultad de alcanzar el orgasmo (anorgasmia) en las mujeres.
Ejercita tu mente. No permitas que te impida disfrutar de una sexualidad plena y satisfactoria.
Principio 4: Generosidad sexual, placer compartido
Si ambas personas pueden ser sujetos, quiere decir que ambas pueden elegir qué hacer, qué desear, qué experimentar, qué nos ayuda a gozar y qué podemos compartir. Desear, decidir, experimentar y gozar, cuatro verbos que conducen al orgasmo.
Pero no quiere decir no complacer a la otra parte. Las relaciones sexuales han de ser recíprocas, bidireccionales, desinteresadas y generosas. Eso significa que para disfrutar de una sexualidad sana en pareja, el placer de la otra persona ha de aumentar tu propio placer, porque cuenta para ti el disfrute de la otra parte y el tuyo a la inversa, existe reciprocidad. Sólo planteándonos las relaciones de este modo podemos hablar de relaciones satisfactorias.
Evidentemente si no somos mentalistas no podemos adivinar que excita a la otra persona, por lo que será importante continuar leyendo el siguiente y último principio.
Principio 5: Comunica, expresa y confía en ti mismo
Joan Costa, comunicólogo y consultor de empresas autor del libro “La comunicación en acción: Informe sobre la nueva cultura de la gestión”, realiza la siguiente afirmación: “La comunicación es acción y la acción es comunicación”. Naturalmente, Costa la utiliza en la praxis empresarial, pero personalmente considero que también la podemos aplicar en la Sexualidad y las Relaciones humanas en general. Comunicar durante las relaciones sexuales es acción y actuar es comunicar.
La complicidad vendrá determinada por nuestra capacidad de comunicar a la otra persona cuál es el camino hacia nuestro orgasmo, observar, experimentar y nuestra capacidad de escucha sobre el mismo. Expresarte sin prejuicios. Sin tabúes, tener confianza en uno mismo es determinante.
La confianza la adquirimos con el autoconocimiento y la experimentación. Ambas vivencias nos conducen a sentirnos seguros, y por esta razón muchos expertos ubican la plenitud sexual a partir de los 35 años. Pero como psicóloga, discrepo y considero que la realidad es que hoy, gracias a los cambios culturales, y sobre todo a los avances de la Psicología, es posible disfrutar de la sexualidad con madurez bastante antes de los 35 años, y estos cinco principios son la clave para ello.
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