Las enfermedades o afecciones relacionadas con las zonas íntimas, tanto de hombres como mujeres, todavía son consideradas un tabú en nuestra sociedad. Lo que provoca que las personas que padecen alguna afección de este tipo las vivan en silencio y se muestren muy reacias a solicitar ayuda profesional.
Una de estas afecciones es la vulvodinia, una enfermedad que afecta a la zona vulvar que puede llegar a resultar altamente inhabilitante para la persona que padece debido al dolor que ocasiona. En este artículo hablaremos de los diferentes tipos de vulvodinia, así como de sus síntomas, causas, tratamiento y cómo prevenirla.
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¿Qué es la vulvodinia?
El término vulvodinia hace referencia a una afección vaginal de causas difícilmente determinables y que se caracteriza por ocasionar molestias y dolores crónicos en la región vulvar. Este tipo de molestias pueden manifestarse bien en forma de sensación de ardor o bien en forma de dolor, hasta el punto de provocar un efecto de hinchazón vulvar.
La intensidad y gravedad de los síntomas pueden variar de una persona a otra. Estos síntomas pueden aparecer tanto de manera constante como de forma esporádica pero recurrente. Además, las sensaciones pueden localizarse en puntos concretos de la vulva o bien tratarse de una molestia generalizada o difusa. Finalmente, la intensidad de estos puede ir desde una ligera molestia, hasta un dolor punzante y realmente incapacitante para la persona que lo padece.
Además, estos síntomas también pueden cambiar a lo largo del tiempo en una misma persona. Por regla general, el dolor tiende a acentuarse al llegar la noche, así como con la menstruación, etapas de estrés o en ambientes fríos y húmedos.
Para que pueda ser considerado como un diagnóstico de vulvodinia, los síntomas deben permanecer durante más de tres meses, pudiendo aparecer de manera repentina y sin ningún tipo de causa aparente. En otras ocasiones, el dolor viene provocado por un leve estímulo que no suele corresponder al grado de dolor experimentado. Este estímulo puede ser desde un ligero roce, el mero hecho de andar o realizar algún tipo de ejercicio o la insertar un tampón.
En consecuencia a las grandes molestias en la zona vulvar, la persona puede llegar verse incapacitada para realizar cierto tipo de actividades, como por ejemplo montar en bici. Sobre todo, crea grandes problemas a la hora de mantener relaciones sexuales, ya que la sensación de dolor hace muy difícil y molesto cualquier tipo de contacto íntimo.
Como dato curioso, a lo largo de la historia, la incapacidad para encontrar causas físicas a la vulvodinia, provocaba que fuera considerada como una enfermedad psicosomática propia de las mujeres causada por altos niveles de ansiedad y estrés. Esto convertía a la vulvodinia en algo parecido a una afección mental, por lo que las pacientes se resistian a pedir ayuda.
Diferentes tipos de vulvodinia
Tal y como se puntualizó anteriormente, la vulvodinia puede presentarse de varias maneras, variando tanto la localización de lo síntomas como la intensidad de estos. Esto hace que puedan distinguirse diferentes tipos de vulvodinia, los cuales se conocen como vulvodinia disestésica o generalizada, y síndrome de vestibulitis vulgar o vulvodinia localizada.
1. Vulvodinia disestésica
Esta primera clasificación de la vulvodinia se caracteriza porque los síntomas se manifiestan de manera generalizada, es decir, se extienden a lo largo de toda la zona vulvar. Estas molestias pueden aparecer de manera discontinuada o de forma constante, pudiendo no estar provocadas por ningún tipo de estímulo o como respuesta a cualquier tipo de presión o rozadura.
En algunos casos, el dolor se acompaña de alteraciones cutáneas en la zona perineal como enrojecimientos, así como de problemas rectales y de la uretra o espasmos musculares en la zona del suelo pélvico.
2. Síndrome de vestibulitis vulgar
La vulvodinia localizada, clínicamente conocida bajo el término de síndrome de vestibulitis vulgar, es la más común de ambas clasificaciones. En estos casos, el dolor aparece en zonas localizadas, pero más habitualmente en el área que rodea la vagina (vestíbulo). Esta molestia, en forma de dolor o ardor, puede manifestarse de manera súbita y sin causa aparente o por el contacto o presión de algún estímulo.
Aunque no ocurre en todos lo casos, esta afección de la vulva puede estar acompañada o producida por otras alteraciones físicas como los diferentes tipos de cistitis, síndrome del colon irritable o incluso fibromialgia.
¿Qué síntomas presenta?
A pesar de que, como ya se ha mencionado, los síntomas de la vulvodinia pueden variar entre un paciente y otro, existen ciertos signos comunes de esta afección que se presentan en todos ellos.
Estos síntomas se concretan en sensación de dolor o ardor acentuado en la zona de la vulva, que pueden extenderse hacia la uretra, el clítoris o la zona anar. Las molestias puede llegar a ser tan graves que la persona experimenta una sensación de abrasión grave, apareciendo pequeñas lesiones o cortes en la zona afectada. El resto de sintomatología puede incluir:
- Sequedad vaginal grave acompañada de picores.
- Sensación de aguijoneo en la zon afectada.
- Dolor parecido al provocado por una sacudida o descarga eléctrica.
- Dolor semejante al que provocaría un golpe a la zona afectada.
- Dolor anal o rectal.
- Aumento del dolor al realizar ciertas actividades como sentarse o montar en bici.
La forma y gravedad con la que se presentan estos síntomas puede llegar a afectar a la calidad de vida de la persona. Además de resultar incapacitante a la hora de mantener cualquier tipo de relación íntima o sexual. Esta interferencia con la vida diaria puede llegar a provocar grandes sentimientos de frustración que pueden incluso derivar en un trastorno depresivo severo.
¿Cuáles son las causas?
Por el momento, las causas de la vulvodinia permanecen como una incógnita. No obstante, se hipotetiza que el padecimiento repetido de infecciones inflamatorias puede ser el principal factor desencadenante de esta afección.
Estas infecciones pueden estar ocasionadas por una higiene íntima deficitaria, por el contacto con ciertos productos químicos o tejidos sintéticos. Así como por actividades físicas o relaciones sexuales excesivamente intensas, entre muchos otros.
Las principales causas que se han podido relacionar con la vulvodinia son:
- Lesiones o inflamación de los nervios que circundan la zona vulvar.
- Infecciones vaginales.
- Alergias o pieles reactivas.
- Alteraciones hormonales.
- Debilidad del suelo pélvico.
¿Existe un tratamiento?
Debido a la complejidad y falta de información acerca de esta afección, todavía no se ha desarrollado un tratamiento efectivo para la vulvodinia que consiga hacer remitir los síntomas de manera permanente.
No obstante, existen tratamientos centrados en aliviar la gravedad y recurrencia de los síntomas. Los cuales, además, están centrados en las características particulares de cada caso concreto de vulvodinia. Para ello se realiza una combinación de diferentes tipos de intervenciones terapéuticas entre las cuales podemos encontrar:
- Tratamiento farmacológico mediante esteroides, antidepresivos tricíclicos o anticonvulsivos para aliviar el dolor, y antihistamínicos para los picores.
- Terapia de biorretroalimentación por la cual la persona aprende a relajar la musculatura pélvica y reducir el dolor.
- Medicamentos anestésicos locales.
- Bloqueadores nerviosos.
- Ejercicios de suelo pélvico.
- Cirugía para eliminar las áreas de tejido afectado (solo en los casos más graves).
¿Cómo se puede prevenir?
Puesto que no se conocen las causas exactas, no es muy razonable asegurar que se puede prevenir. No obstante, existe una serie de medidas que las personas pueden adoptar para disminuir las probabilidades de aparición o, en el caso de sufrirla, disminuir la intensidad de las molestias. Entre estas recomendaciones de higiene y comportamiento se encuentran:
- Utilizar ropa interior de algodón, a poder ser blanca.
- Vestir ropas cómodas y poco ajustadas.
- Lavarse con jabones íntimos suaves y sin perfumes. En el caso de lavarse con mucha frecuencia, utilizar solo agua.
- Evitar el uso continuado de compresas o salvaslips. Mejor recurrir a absorventes 100% de algodón.
- No aguantar la orina.
- Utilizar lubricantes con base de agua y lo más naturales posible.
- Evitar ejercicios físicos que impliquen roce o fricción continua de zona vulvar.
- Si tras mantener relaciones sexuales u orinar se experimentan molestias, aplicar compresas frías o refrescar la zona afectada.