Laura tiene 25 años y ha estado lidiando con algo que no puede explicar del todo. Durante su infancia, sus padres la trataron con dureza, restaron importancia a sus logros y le echaron la culpa de errores que cualquier niño habría cometido.
Ahora, aunque ha crecido, esas palabras y actitudes le siguen afectando. Desconfía de los demás, se siente insegura en sus decisiones y, aunque ha conseguido muchas cosas, no puede evitar cuestionar su propio valor.
Laura es un ejemplo de cómo el trauma no se queda en el pasado, sino que sigue presente en la forma en que vivimos y percibimos el mundo. Por eso en las siguientes líneas hablaremos sobre el trauma y su influencia en el día a día de las personas afectadas.
¿Qué es y qué no es trauma?
El trauma no se trata de un mal día o de algo difícil que pasó en un momento puntual. Es una experiencia que nos desborda, nos hace sentir vulnerables, como si estuviéramos en peligro o completamente desprotegidos. Si pudiéramos describirlo de otra forma, es una huella emocional que se queda con nosotros y afecta tanto la mente como el cuerpo.
Bessel van der Kolk, autor de “El cuerpo lleva la cuenta”, dice que el trauma no solo impacta lo que pensamos, sino también cómo funciona nuestro cerebro. Un evento traumático puede cambiar el funcionamiento de áreas clave como la amígdala, que maneja el miedo, y el hipocampo, que organiza nuestros recuerdos. Esto puede hacer que revivamos el trauma o reaccionemos de forma más intensa ante situaciones que, para otros, podrían ser normales.
Pero, ¡ojo!,es importante discernir, porque no todo lo que nos cuesta afrontar se puede llamar trauma. Por ejemplo, discutir con alguien, olvidar una tarea o pasar por un día complicado no tienen el mismo impacto que experiencias como el abuso, el maltrato constante o un evento que pone en riesgo nuestra vida.
Además, cada persona vive y procesa las cosas de manera diferente; así que, lo que es traumático para uno puede que para otros no tenga el mismo impacto.
- Artículo relacionado: "¿Qué es el trauma y cómo influye en nuestras vidas?"
Cómo influye el trauma en la vida cotidiana
El trauma no se queda guardado en el momento en que ocurrió, ¡todo lo contrario!, se cuela en el día a día y afecta cómo nos relacionamos, cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo enfrentamos desde las decisiones más simples hasta las más complejas. Aunque muchas veces no se nota a simple vista, sus efectos están ahí, presentes en distintas áreas de nuestra vida.
Por ejemplo, las relaciones con otras personas pueden volverse complicadas. Si alguien fue herido o traicionado en el pasado, es normal que tenga miedo de confiar o de abrirse. Esto puede hacer que las relaciones sean superficiales o, por otro lado, que la persona dependa demasiado de quienes están cerca para buscar una seguridad que no logra sentir en su interior.
También puede afectar la forma en que nos vemos. Muchas personas que han pasado por traumas cargan con pensamientos negativos sobre sí mismas, como creer que no son suficientes o que todo lo hacen mal. Estos pensamientos no nacen de la nada; suelen venir del trato que recibieron en momentos vulnerables.
El trauma no solo afecta la mente, también se siente en el cuerpo. Muchas veces aparece como tensión constante, dolores musculares, problemas digestivos o insomnio. Esto pasa porque el cuerpo sigue en estado de alerta, como si todavía estuviera frente a un peligro, aunque la amenaza ya haya pasado.
Además, lidiar con las secuelas del trauma puede hacer que tareas simples se sientan mucho más difíciles, por ejemplo, tomar decisiones o concentrarse. No es que la persona no sea capaz, sino que está cargando con algo que los demás no siempre pueden ver.
A nivel cerebral, el trauma también deja su marca. La amígdala, encargada de manejar las emociones relacionadas con el miedo, comienza a activarse en exceso, mientras que el hipocampo, responsable de la organización de los recuerdos, no opera de manera adecuada. Esto puede hacer que las emociones se sientan fuera de control o que sea difícil ordenar los pensamientos.
Todo esto explica por qué el trauma tiene tanto impacto en nuestra vida diaria, pero también nos muestra la importancia de entenderlo para poder empezar a sanar.
- Quizás te interese: "Salud mental: definición y características según la psicología"
Cómo reducir el impacto del trauma en el día a día
Aunque vivir con un trauma puede ser abrumador, hay formas de aliviar su efecto. Y, ¡muy importante recordar esto!: no se trata de olvidar lo que pasó, sino de aprender a manejarlo para tener una vida más tranquila.
1. Busca un profesional especializado en trauma
Un buen terapeuta que tenga conocimiento y experiencia en el tema que necesitas trabajar puede hacer una gran diferencia. Hay terapias que se enfocan específicamente en tratar el trauma, como la cognitivo-conductual o la EMDR. Estas herramientas te ayudan a manejar las emociones, cambiar esos pensamientos negativos que te pesan y procesar recuerdos que han sido difíciles de superar.
2. ¿Qué dispara tu trauma? Identifícalo y gestiona su efecto
El trauma puede dispararse con cosas pequeñas, como un tono de voz, un lugar o una situación específica. Saber qué te afecta te da la oportunidad de estar preparado y manejarlo de una mejor manera cuando pase.
3. Recuerda tu poder de autorregular tu sistema nervioso
Actividades sencillas como la respiración profunda, la meditación o el yoga pueden ayudarte a calmar tu mente y tu cuerpo cuando te sientes abrumado. Aunque no resuelven el problema de raíz, sí te dan herramientas para momentos de estrés.
4. Rodéate de personas que te ayuden a sentir en calma
Es importante estar con gente que te haga sentir en paz y que no te juzgue. Por eso, construir relaciones basadas en el respeto y la empatía es súper importante para ayudarte a sanar paso a paso.
5. Dale a tu cuerpo el cuidado que realmente necesita
No importa el caso, cuidar de ti siempre traerá buenos resultados. Por ejemplo, cuando duermes bien, comes de forma balanceada y mantienes tu cuerpo en movimiento estás cultivando buenos hábitos que son esenciales para recuperar el equilibrio entre tu mente y tu cuerpo.
6. Ten en cuenta cuánto has evolucionado
Un trauma no se supera por completo de la noche a la mañana, y si alguien te dice lo contrario probablemente te está mintiendo. Habrá días complicados, pero también días en los que sentirás que puedes respirar un poco mejor, así que reconocer esos momentos es importante para seguir avanzando.