La psicología es una disciplina que implícitamente lleva existiendo siglos, pero formalmente apenas cuenta con cien años. A lo largo de su corta vida, se han desarrollado infinidad de ramas dentro de la propia psicología, muchas complementarias entre sí pero otras tantas contradictorias. Psicoanálisis, Gestalt o conductismo serían algunos de los enfoques, pero todos ellos se propusieron una función similar: solucionar problemas mentales.
Existe una concepción compartida a nivel general de la psicología como herramienta para solucionar problemas mentales. De hecho, si escribimos “psicólogo” en google imágenes encontraremos la mayoría de resultados representando a este profesional atendiendo a clientes visiblemente afectados y recostados en el tan clásico como desfasado diván.
Por una parte, esta concepción limita la labor del psicólogo a su ámbito clínico, y todavía tenemos que romper ciertas barreras cuando encontramos psicólogos en colegios, empresas o equipos deportivos, cuyas labores difieren sustancialmente entre sí. Por otra parte, la consecuencia más grave de dicha concepción se vive en consulta.
La psicología es más que tratamiento de trastornos
Y es que, la inmensa mayoría de personas que acude al psicólogo lo hace como última opción, después de llevar bastante tiempo al límite y tras una decisión fruto de la desesperación. Evidentemente, esto conlleva un mayor esfuerzo por parte del paciente para conseguir resolver su demanda inicial o “problema”, y un mayor número de sesiones que significan un mayor desembolso económico.
Por ello, en los últimos tiempos estamos viviendo una tendencia en psicología hacia prevenir mejor que curar, desde un punto de vista destinado al desarrollo personal. ¿Cuáles son las áreas del entrenamiento mental necesarias para la superación personal?
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Aspectos del entrenamiento mental a gestionar en la superación personal
Si pensamos en nuestros amigos, pareja, hijos, compañeros o en nosotros mismos, nos daremos cuenta que existen ciertos patrones de conducta relacionados con la salud mental que, como mínimo, son susceptibles de una gestión más eficiente. Algunos de los fenómenos más cotidianos son:
1. El estrés
El estrés es una respuesta adaptativa ante una situación exigente, que nos permite rendir a un óptimo nivel durante un período de tiempo determinado. Este último matiz es la clave que separa este estrés adaptativo de uno crónico o patológico.
Síntomas como trastornos del sueño o la alimentación, ansiedad, dolores de cabeza y espalda o caída de cabello están relacionados con el estrés, y sí, es verdad que muchos de nosotros no podemos evitar vivir en un entorno exigente, pero la gestión de nuestras cogniciones, emociones y conductas ante dicha situación es la que puede marcar la diferencia.
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2. Adicciones
No es necesario estar enganchado a la heroína para padecer una adicción. De hecho, no es necesario estar enganchado a una sustancia. En plena revolución tecnológica, los smartphones, los videojuegos o internet son una fuente probable de adicción, y si nos genera ansiedad no disponer de cierto estímulo, afecta a nuestra vida laboral o social o mostramos síntomas de irritabilidad frecuente, es posible que necesitemos ciertas pautas para “desengancharnos”.
3. Pareja
Hablando de adicciones, no podemos dejar de referirnos a la que se produce ante un interés amoroso. Los síntomas son parecidos a los anteriores, con el peligro añadido de que no controlamos el estímulo objeto de la adicción. Pero si eso parece duro, mención aparte tiene la gestión de la vida en pareja una vez establecida. Asertividad, empatía o gestión del tiempo son habilidades a tener en cuenta, y que si no se les presta la adecuada atención, pueden hacer que nuestra vida amorosa no sea tan satisfactoria como quisiéramos, así como precipitar su final, en el que podemos caer en estados depresivos o, de nuevo, adicción.
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Aprender a cuidarnos a tiempo
Probablemente, a un nivel muy básico, todo lector de este pequeño artículo habrá podido identificarse en mayor o menor medida con algunos de los fenómenos aquí relatados. Todos hemos pasado esa semana durmiendo mal por estrés, nos hemos enfurecido al no poder acceder a nuestro smartphone o hemos pasado por alguna ruptura o relación personal tormentosa.
Es cierto que nunca sabemos si esos estados mentales pueden ser la semilla que germine en algo más grave, pero el punto de este artículo es poner de manifiesto que no es necesario ir tan lejos, que si podemos mejorar nuestro día a día acudiendo a un especialista, no es necesario esperar a tener un problema, y de la misma forma que cada vez más personas acuden al gimnasio sin padecer lesiones o dolencias, el desarrollo personal no deja de ser un entrenamiento mental, un gimnasio para nuestra mente al que podemos acudir para optimizar nuestro nivel de satisfacción con la vida.