La habilidad del ser humano a la hora de aprender a adaptarse a los retos es lo que nos convierte en la especie más inteligente del planeta. Esto es un hecho que podemos constatar simplemente viendo el modo en el que podemos transformar las sociedades y los estilos de vida para mejorar nuestro encaje con el mundo.
Sin embargo, más allá de este hecho, existen muchos detalles matices acerca de nuestro potencial que tan solo han sido descubiertos recientemente. La Inteligencia Emocional forma parte de esos conceptos surgidos en las últimas décadas que nos ayudan a aprender nuevas maneras de relacionarnos con los demás, afrontar problemas y plantear proyectos.
En este artículo veremos por qué la Inteligencia Emocional es uno de los fenómenos más relevantes que debe conocer todo psicólogo y coach, y de qué manera podemos aplicar este conocimiento tanto a nuestras vidas como en el contexto profesional cuando tratamos con personas.
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¿Qué es la Inteligencia Emocional?
Antes de entrar en detalles y ver ejemplos, empecemos con definiciones básicas para saber de qué estamos hablando.
La Inteligencia Emocional (IE) es un conjunto de habilidades psicológicas relacionada con el reconocimiento y gestión de las emociones, tanto en uno mismo como en las interacciones sociales con los demás. Es, por otro lado, una de las parcelas de la inteligencia, que agrupa todas las potencialidades psicológicas con las que cuenta una persona a la hora de aprender y de aplicar su conocimiento y su habilidad mental a la resolución de problemas.
Así pues, alguien que le saque partido a la Inteligencia Emocional no estará utilizando destrezas totalmente separadas de aquello que solemos llamar "inteligencia", sino una parte de ellas.
Lo que ocurre es que, por razones históricas y culturales, cuando la mayoría de las personas hablan sobre lo inteligente que es tal persona o determinada entidad, se tiende a considerar solo ciertas formas de expresión de la inteligencia que no contemplan la IE. A fin de cuentas, hasta hace poco se creía que la racionalidad y lo emocional eran ámbitos separados y enfrentados entre sí, y la Inteligencia Emocional sirve entre otras cosas para refutar esta idea.
Ejemplos del uso de la IE en el trabajo
Si el contexto laboral está lleno de retos y buena parte de estos pasa por la gestión de las emociones... ¿por qué deberíamos no considerar la Inteligencia Emocional como parte del éxito en lo profesional? Lo cierto es que desconocer la IE no significa que esta no nos influya mientras trabajamos en contacto con los proyectos en equipo y mientras tratamos con los clientes o los colegas; todo lo contrario, obviarla nos vuelve más sensibles a los fallos en la gestión de lo que sentimos (y del modo en el que lo comunicamos).
Estos son varios ejemplos de la manera en la que potenciar la Inteligencia Emocional es útil para profesionales como los coaches o los psicólogos, quienes siempre están en contacto con personas.
1. Contribuye a generar motivación
Una de las cosas que sabemos acerca de la motivación es que no se fundamenta en criterios objetivos, sino en la capacidad de reconocer metas que son significativas para las personas, que les permiten vivir con más ilusión. La Inteligencia Emocional ayuda a aislar y reconocer esos conceptos que ayudan a motivar a los demás, tanto a la hora de reconocer patrones de emoción en la manera en la que otros se expresan, como a la hora de plantear metas de modo que se correspondan con esas motivaciones.
Esto es algo fundamental tanto en el coaching aplicado al ámbito organizacional o deportivo como en la psicoterapia, ya que en todos estos casos es imprescindible hacer lo necesario para que las personas se comprometan con un plan de acción que les obliga a salir de su zona de confort, a romper con lo que venían haciendo hasta ese momento.
2. Facilita la resolución de conflictos
Tanto en las tareas de asistencia psicológica como en situaciones de trabajo en equipo o afrontamiento de retos bajo presión (algo típico en el deporte y las competiciones, por ejemplo) es muy fácil perder mucho tiempo y recursos por culpa de enfrentamientos que surgen al no saber gestionar el estrés o la frustración.
Más allá de la sensación desagradable que causa el ver que aún falta bastante para alcanzar una meta, esta clase de eventos no solo no aportan nada bueno, sino que pueden hacer que el progreso de un proyecto se frene en seco o que la dinámica de trabajo en equipo se vea lastrada por el ambiente enrarecido. Si no se hace algo para atajar el problema, esto implica no llegar a los objetivos, en unos casos, o dar por finalizada la intervención psicológica y derivar al paciente o al cliente, en otros.
Por ejemplo, gracias a la Inteligencia Emocional podemos adoptar una perspectiva más neutral y darnos cuenta en tiempo real de que responder de malas maneras a una acusación solo alimentaría un conflicto que estamos a tiempo de atajar.
3. Permite adoptar una mentalidad constructiva
El hecho de ser capaz de encontrar el valor incluso de las llamadas "emociones negativas" permite utilizar prácticamente cualquier experiencia relevante en una fuente de aprendizaje, en vez de afrontar las malas experiencias con un cinismo estéril.
Por ejemplo, si una persona muestra estar a la defensiva sin que haya un motivo para ello, más allá de lo desagradable que puedan ser sus respuestas, eso da información de que posiblemente se siente insegura, quizás por sentirse expuesta o poco preparada ante cierta clase de tareas que debe realizar.
4. Mejora el flujo de la comunicación
Tanto el trabajo del psicólogo como el del coach se fundamenta, en la mayoría de las ocasiones, en la comunicación. Por eso es muy importante desarrollar las habilidades relacionadas con la detección del subtexto emocional de lo que dicen quienes nos rodean, y a la vez saber expresarse bien a través del lenguaje verbal y no verbal, teniendo en cuenta la manera en la que el contexto cambia el significado de las palabras.
No es lo mismo felicitar por su rendimiento laboral a un empleado contento con su puesto que a otro que se siente sobrecargado por sus responsabilidades, y un detalle tan pequeño como este puede transformar totalmente la actitud de esa persona hacia nosotros y hacia la organización a la que respresentamos.
5. Ayuda a predecir la respuesta emocional
A través de la Inteligencia Emocional es más fácil anticipar el modo en el que nuestro cuerpo está predispuesto para reaccionar ante determinada situación, lo cual nos permite prepararnos y hacer lo necesario para modular ese torrente emocional. Esto resulta especialmente útil en momentos de crisis y en situaciones en las que ocurren eventos importantes y hay que actuar rápidamente.
¿Dónde formarse en Inteligencia Emocional?
Existen algunas organizaciones especializadas en la formación para profesionales que cuentan con interesantes cursos de Inteligencia Emocional. Una de ellas es Escuela Europea de Coaching, organización que dispone de presencia en varios países más allá de España, en la cual se realiza el Programa de Consciencia Emocional.
Este curso de unas 65 horas de duración está orientado a coaches en formación, psicólogos, CEOs y gerentes y otros cargos en cuyo desempeño es imprescindible la interacción con las personas a un nivel tanto formal como emocional. Cuenta tanto con sesiones de aprendizaje teórico como con etapas de ejercicios prácticos supervisados por coaches.
Si te interesa saber más acerca de este programa de formación en Inteligencia Emocional, puedes encontrar los datos de contacto de EEC haciendo clic aquí.
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