Quizá hayas oído hablar del “arte marginal”, pero no sepas situar exactamente qué es. Puede que te suene como definición de un arte de una minoría, o la expresión artística de grupos excluidos de la sociedad.
El arte marginal o Art Brut es un poco de todo eso. Estrictamente, el artista que desarrolla este tipo de arte está al margen del “arte oficial” y no sigue las directrices que este estipula. No necesariamente debe pertenecer a un grupo “excluido”, aunque sí es cierto que sus manifestaciones artísticas no son “convencionales”. Así, encontramos arte marginal en grupos como los enfermos psiquiátricos, los ancianos o los niños, cuya expresión artística se ha venido considerando tradicionalmente algo secundario.
En este artículo vamos a ver en qué es este tipo de arte y cuáles son sus características.
¿Qué es el arte marginal y cuáles son sus características?
El concepto de “arte marginal” surgió en la década de los setenta del siglo XX, de la mano del crítico de arte Roger Cardinal (1940-2019). El vocablo español es la traducción de su outsider art, cuyas bases recogió en su famoso libro Outsider Art (1972).
Sin embargo, ya mucho antes de que Cardinal presentara al mundo la estética de este arte nuevo un grupo de artistas habían acuñado un término parecido, el Art Brut, cuyas características retomaba Cardinal en 1972. Así, el arte marginal o outsider art es, básicamente, una traducción del Art Brut de mediados del siglo XX.
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El Art Brut o el arte de los “marginados”
Para entender en qué consiste el arte marginal, debemos trasladarnos a la década de 1940, cuando el pintor y escultor francés Jean Dubuffet (1901-1985) insertó el término Art Brut (arte en bruto) para describir la producción artística de aquellos grupos que estaban al margen de la sociedad y cuyas obras no se podían incluir en los estándares del arte oficial.
A la hora de determinar la existencia del Art Brut, Dubuffet estuvo bastante influenciado por Hans Prinzhorn (1886-1933), psiquiatra alemán e historiador del arte, quien, en 1922, había publicado la que sería su obra más famosa (y de ampuloso título): Actividad plástica de los enfermos mentales. Una contribución a la psicología y psicopatología de la configuración formal. La obra dio una idea a Dubuffet a la hora de “catalogar” aquel arte realizado por grupos marginales de la sociedad.
Así, en un principio, el Art Brut, la antesala del arte marginal, estuvo protagonizado especialmente por enfermos psiquiátricos, un grupo tradicionalmente incomprendido y excluido de los círculos sociales. Nadie hasta entonces había mostrado interés en la producción artística de estas personas, por lo que la obra de Prinzhorn (y, más tarde, el empeño de Dubuffet y sus colegas) fueron realmente innovadores, por no decir que cambiaron para siempre la idea del arte. La creación artística nunca más se volvería a medir por el mismo rasero.
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El valor de la “otra” expresión artística
Como era de esperar, André Breton y sus compañeros surrealistas abrazaron el concepto con entusiasmo. No podía ser de otra manera. Breton había ejercido sus servicios militares durante la Primera Guerra Mundial en un sanatorio psiquiátrico francés, y allí había tenido la oportunidad de observar la creatividad de los enfermos mentales. Mientras que los psiquiatras del centro consideraban el parlamento de estos enfermos meras “elucubraciones sin sentido”, Breton conoció en seguida el valor artístico que entrañaban. Porque los monólogos de los pacientes provenían directamente de su mente y fluían libremente, sin ninguna traba moral o racional.
La estancia de Breton en el sanatorio de Saint-Dizier dio origen a la escritura automática y la asociación libre de ideas, un procedimiento de escritura que se negaba a corregir lo que surgía de la mente y lo volcaba tal cual sobre el papel. Esta fue una de las bases del surrealismo fundado por Breton, pero eso es otra historia.
Lo realmente esencial para entender esta valoración repentina del arte marginal o Art Brut entre las comunidades artísticas es su significado de “arte puro”, no contaminado. Breton y los demás artistas que apoyaban este arte lo hacían con la convicción sincera de que las normas sociales y morales estrangulaban la expresión artística y la alejaban de lo genuino para convertirla en algo prostituido y corrompido. En otras palabras; el artista oficial se vende a la sociedad por reconocimiento y dinero, pero el artista “verdadero” se expresa sin tapujos ni convención de ningún tipo.
Se puede rastrear la valoración de este arte “diferente” ya a finales del siglo XIX, cuando Paul Gauguin (1848-1903) se marchó a los mares del sur intentando encontrar la pureza indígena, o incluso antes, cuando el romántico Eugène Delacroix (1798-1863) realizó una serie de viajes por Oriente para buscar inspiración en su exotismo más “primitivo”. Por otro lado, el arte naif (del vocablo francés “ingenuo”), englobaba a las pinturas realizadas por artistas no profesionales, cuya obra “torpe” e “infantil” fue criticada por muchos.
En resumen; el Art Brut trataba de recuperar un arte espontáneo y vital, como el que realizan los niños cuando todavía desconocen las normas o el arte de los enfermos mentales, que viven ajenos a ellas. Esos eran los valores que quería rescatar Dubuffet y el grupo de artistas que le siguieron.
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Las primeras exposiciones
La primera gran manifestación en público de arte marginal o Art Brut que se conoce ese llevó a cabo en 1900, en el Hospital Bethlm de Londres. En la exposición se mostraban obras del llamado “arte psicótico”, es decir, creaciones de enfermos psiquiátricos que, por otro lado, en aquellos años tenían más interés científico que artístico. La muestra tuvo éxito y se repitió en 1913.
Un poco más tarde, los expresionistas alemanes de Der Blaue Reiter, liderados por Vasili Kandisnky y Franz Marc, “oficializan” el arte marginal al exponer junto a obras suyas algunas realizadas por enfermos mentales; una clara manifestación de intenciones que parecía decir: el arte realizado por los “marginados” tiene el mismo valor que los movimientos liderados por artistas.
Y ya a mediados del siglo XX, y después de acuñar el término de Art Brut, Jean Dubuffet, junto a André Breton, Michel Tapié y otros compañeros artistas crean la Compagnie d’Art Brut, una colección de obras de arte marginal que actualmente se conservan y pueden contemplarse en el Chatêau de Beaulieu en Lausana, Suiza.
Y ¿cómo entender el arte marginal?
Para valorar en su justa medida este tipo de manifestación artística, es imprescindible alejar nuestra mente de las convenciones y normas artísticas oficiales que, aunque no lo sepamos, siguen influyendo en nosotros a la hora de juzgar una obra de arte.
Según Dubuffet, uno de los mayores instigadores de este tipo de expresión, el arte siempre se encuentra donde no se lo espera, y solo allí florece como debe florecer; es decir, alejado del corsé de normas creativas que impone la sociedad. El auténtico arte, según esta afirmación, se encontraría en las manos de los grupos en los que nadie piensa cuando piensa en arte.
Sólo desde esta perspectiva se puede comprender qué significa el concepto de arte marginal. El creador se convierte, de esta forma, en un ente absolutamente autónomo, con un mundo interior completamente autosuficiente y que, por tanto, expresa lo que le pide este mundo que es sólo suyo. Podríamos decir que el arte marginal lleva al extremo la idea del artista solitario que sigue sólo sus propios instintos y deseos, una idea que, por cierto, ya se empezó a dibujar en el Romanticismo. Sin embargo, el arte marginal lleva este concepto al límite, al separar definitivamente al creador y su entorno. Porque, si bien los románticos vivían sumidos en una constante frustración derivada de la dicotomía entre el artista y el mundo, el arte marginal prescinde de ello, puesto que los creadores no son ni siquiera conscientes de que existen estas normas.