La Inteligencia Emocional es uno de los conceptos más importantes en el mundo de la Psicología, pero, sin embargo, muchas empresas y profesionales caen en el error de asumir que este solo existe en el mundo de la autoayuda o, quizás, en el de la psicoterapia.
Lo cierto es que la Inteligencia Emocional tiene implicaciones que van mucho más allá de la vida privada de cada uno, y por ello, los proyectos de trabajo y las trayectorias laborales en general reciben mucha influencia de nuestra capacidad para exprimir el potencial de esta clase de habilidades. Veamos por qué.
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¿Por qué la Inteligencia Emocional es importante en nuestra trayectoria laboral?
Empecemos por lo más básico: ¿qué es la Inteligencia Emocional? Se trata del conjunto de aptitudes que nos permite detectar, identificar y modular adecuadamente las emociones en todos los ámbitos de la vida.
Se trata de un tipo de inteligencia que va más allá de lo que solemos entender por “ser inteligente”, porque no se basa en elementos de razonamiento lógico o matemático ni en el uso de las palabras para resolver conceptos, sino que su materia son las emociones, algo que no puede ser plasmado directamente en palabras ni en números. Por otro lado, está presente en mayor o menor medida en todas las personas, aunque en unas más que en otras, y además puede ser entrenada.
Así, la Inteligencia Emocional nos permite saber qué estamos sintiendo en un momento determinado, qué está sintiendo una persona con la que interactuamos, qué situaciones desencadenan ciertas emociones y sentimientos, cuáles son las consecuencias de que surjan determinadas emociones y sentimientos en una situación concreta, y cómo podemos alterar el entorno o a nosotros mismos para propiciar o dificultar la aparición de un estado emocional.
Y es que si bien la Inteligencia Emocional no nos da el poder de controlar totalmente las emociones (en última instancia estas se adelantan a nuestra capacidad de toma de decisiones), sí podemos ganar cierto poder de influencia sobre las situaciones que les dan alas, interviniendo sobre aquello que nos rodea, exponiéndonos a ciertos contextos y no a otros, o incluso induciéndonos a ciertos estados fisiológicos que nos acercan más a unas emociones y nos alejan de otras.
Ahora bien… ¿Por qué la Inteligencia Emocional es relevante a la hora de desarrollar una trayectoria laboral que nos satisfaga? Principalmente por los siguientes motivos:
- Nos ayuda a identificar y reconocer aquello que realmente nos motiva.
- Nos ayuda a comunicar mejor aquello que somos y aquello que se puede esperar de nosotros como profesionales.
- Nos ayuda a regular sentimientos a través de pensamientos, dándoles marcos de interpretación de la realidad que se ajustan a la mentalidad constructiva que necesitamos y sin dejarnos caer en el pesimismo paralizante.
- Es clave para evitar conflictos evitables y encontrar puntos de encaje al negociar nuestras perspectivas laborales.
- Nos permite crear espacios de trabajo en los que nos sintamos cómodos y nos ayuden a centrarnos en nuestras metas.
- Contribuye a impedir que lo echemos todo por la borda en los momentos de más estrés, cuando ya habíamos realizado importantes progresos en la dirección laboral deseada.
Las emociones son elementos innatos y universales y, por ello, están presentes en todas las culturas (y se expresan de una manera muy similar en todas ellas). Esto es así porque tras cientos de miles de años de evolución, nuestro cuerpo se ha adaptado a aprovechar estas herramientas de supervivencia para aumentar las posibilidades de no vernos dañados por fuentes de peligro. Pero tras décadas de desarrollo científico, hoy somos capaces de mirar más allá del uso espontáneo e innato de las emociones e incluirlas en nuestras decisiones más importantes y estratégicas, para hacer que formen parte de nuestras herramientas para desarrollarnos profesionalmente, y no simples obstáculos o inconvenientes que debamos evitar por no ser producto de la razón.
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Una oportunidad para crecer profesionalmente
Tal y como hemos visto, la Inteligencia Emocional es aplicable en toda clase de situaciones, porque no hay un ámbito de la vida que no experimentemos a través de las emociones. Sin embargo, este hecho tan sencillo es algo que no pocas personas e incluso organizaciones pasan por alto: la idea de que el único elemento emocionalmente relevante de los trabajadores es sus ganas de cobrar a fin de mes es sorprendentemente resistente y sigue lastrando tanto el progreso de muchas empresas como el bienestar de muchos profesionales.
Hay que tener en cuenta que subestimar la Inteligencia Emocional no solo implica desaprovechar muchísimas estrategias de motivación que pueden ser aplicadas individual o grupalmente; también hace que perdamos capacidad para prevenir y resolver conflictos en las empresas, que las perspectivas laborales queden centradas en el cortoplacismo y en las metas de productividad inmediatas, que se pierda capacidad para retener el talento en las empresas, y que se genere un peor clima organizacional.
Por ello, hay que saber ver más allá de la lógica de las pérdidas y ganancias económicas a corto plazo para salir de ese bucle disfuncional en el que se trata a los trabajadores y a los profesionales colaboradores como si fuesen robots, a pesar de que si algo nos han enseñado varias décadas de investigación en Psicología es que estamos muy lejos de serlo. Por suerte, ser conscientes de la importancia de la Inteligencia Emocional en el trabajo no solo nos ayuda a prevenir obstáculos y dificultades evitables; también nos abre la puerta a aprovechar muchas oportunidades que ni siquiera nos habríamos planteado de otro modo.
Por ello, en coaching acompañamos a las personas en el reto de modelar y facilitar las emociones que necesitan para alcanzar eso que se han marcado como objetivo laboral. Es un proceso que incluye el reconocer la emoción que estamos sintiendo, las acciones que tenemos disponibles desde esa emoción, y el indagar en qué acciones dispondríamos desde una emoción distinta, entre otras cosas. De este modo, se gana en capacidad para identificar y comprender las emociones, y también en capacidad para aplicar al día a día este conocimiento y hacer que dé lugar a resultados en la práctica.
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¿Quieres entrenar las habilidades clave en la Inteligencia Emocional?
Tal y como hemos visto, la Inteligencia Emocional no es un elemento estático e innato con el que nazcamos y ante el cual nuestra experiencia y nuestros aprendizajes no cuenten para nada: se va transformando con el tiempo según las experiencias a las que nos exponemos y las habilidades que vamos adquiriendo. Por ello, podemos entrenarla en todos los ámbitos de nuestras vidas, lo cual nos ofrece muchas oportunidades para crecer y mejorar.
Si te interesa potenciar tu Inteligencia Emocional, ponte en contacto con nosotros. En Escuela Europea de Coaching llevamos muchos años acompañando a personas y organizaciones tanto en el ámbito de la formación como en el del acompañamiento en procesos de coaching y la consultoría para empresas.
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