Por qué intentar Controlarlo Todo en nuestras vidas puede ser Dañino

Comportarnos como si pudiéramos controlar todo lo que pasa en nuestras vidas es problemático.

Por qué intentar Controlarlo Todo en nuestras vidas puede ser Dañino

A las personas nos encantan las certezas. Y por certeza no nos referimos únicamente a saber con seguridad qué ocurrirá con nuestras vidas en el futuro, sino que también buscamos la certidumbre hasta en lo más nimio. Para que resulte evidente esta tendencia humana, pensémoslo a la inversa: ¿qué hacemos cuando no tenemos el control de algo? En efecto, nos impacientamos o nos sentimos ansiosos, aunque resolver la situación esté por completo fuera de nuestras posibilidades o el asunto siquiera sea demasiado grave.

Todos hemos experimentado en carne propia lo desagradable que se siente intentar controlar alguna dimensión de nuestras vidas y no conseguirlo. Sin embargo, se suelen desconocer los motivos por los que intentar controlarlo todo puede ser muy dañino para las personas, como así también las razones por las cuales caemos en esta forma de comportarnos, dos nudos que intentaremos desentrañar en este artículo.

El control: ¿por qué necesitamos tener certezas de todo?

Lo primero que tenemos que saber acerca del control es que, en sí mismo, es completamente lógico y esperable que las personas tendamos a buscar certezas. Es cierto que no todo puede reducirse a la biología, pero nuestra historia evolutiva filogenética —es decir, como especie humana— ha estado determinada por el desarrollo de una serie de capacidades que nuestros ancestros más primitivos han puesto en práctica para la supervivencia, como ser capaces de utilizar el lenguaje y los conceptos que éste provee para categorizar eventos del mundo, comunicarse con otros, realizar inferencias acerca de la realidad o llevar a cabo razonamientos sumamente elaborados con el menor gasto de recursos posible.

A día de hoy, el dinamismo con el que nuestra mente opera sigue siendo una gran ventaja. La supervivencia (en un sentido literal) no suele estar puesta en juego en la cotidianeidad. Sin embargo, todavía necesitamos de la capacidad de planificación para asegurarnos la puntualidad en una cita, para organizar nuestro tiempo de estudio antes de ese examen tan importante para nosotros; incluso para saber cómo decirle de forma asertiva a un amigo que nos sentimos incómodos frente a una situación que ocurrió entre ambos.

¿Cómo intentar tener el control puede hacernos daño?

Como vimos, desear tener el control es normal, y en muchas situaciones también es funcional a nuestras vidas. No obstante, la búsqueda del control de los eventos que ocurren a nuestro alrededor puede volverse un mecanismo recurrente y problemático. Llevar a cabo acciones con el fin de controlar una situación externa podría implicar que una persona tenga dificultades para tolerar la incertidumbre, es decir, que no se permita sentir las sensaciones físicas o pensamientos que desconocer el resultado de algo acarrea, y en consecuencia llevar a cabo conductas para eliminar ese malestar.

El problema reside en que la incertidumbre no puede eliminarse por completo. De hecho, es parte de la vida: las circunstancias que nos rodean son sólo eso, circunstancias, y pueden devenir en situaciones completamente distintas de la noche a la mañana. La mentira en la que creen las personas intolerantes a la incertidumbre es que teniendo el control de los eventos de su alrededor podrán sentirse más seguros. En otras palabras, que incrementar la certeza disminuirá la incertidumbre.

Esto, quizás, en un primer momento puede ser así. Sin embargo, siempre aparecerá otra nueva situación que genere incertidumbre —y, por qué no, miedo, pensamientos desagradables o ansiedad—, por lo que erradicar nuestras emociones y pensamientos no parece buena idea. De hecho, lo único que lograremos es disminuir nuestra tolerancia a situaciones inciertas. Además, es posible que, en el intento de controlar los eventos externos de nuestra vida, se vean perjudicadas otras áreas de nuestra vida como nuestras relaciones interpersonales, o que las experiencias desagradables se intensifiquen. Esta estrategia poco útil suele ser consecuencia de intentar evitar toparse con dichas experiencias incómodas que acontecen al interior de nuestra mente, ya sean emociones, pensamientos o imágenes.

Para ilustrar esto, imaginemos que Mariana está yendo a una fiesta de cumpleaños donde sabe que es muy probable que esté su expareja. Es normal que se sienta ansiosa al respecto. Ella es poco tolerante a la incertidumbre, por lo que, en lugar de permitirse experimentar el malestar que le produce la situación, decide llamar a su amiga Sofía para reasegurarse que también irá a la fiesta.

Es la segunda vez que la llama, la primera fue esta mañana, y ya le había dicho que sí iría. En otras palabras, busca tomar el control de la situación. Si Sofía le contestara rápidamente, Mariana estaría más tranquila, al menos por un rato. Sin embargo, esta vez Sofía no contesta. En este punto, Mariana se siente más ansiosa que antes, lo que le produce una cuota de sufrimiento agregado antes no previsto. Además, se verían afectadas distintas áreas de su vida. Por ejemplo, en cuanto a sus vínculos, Sofía podría enfadarse un poco por la insistencia de Mariana al teléfono; o por rumiar acerca del problema, podría no haber hecho ejercicio esa mañana, algo muy importante para ella.

Dejar el control a un lado

Las conductas en las que se manifiesta esta tendencia a querer controlarlo todo son de lo más variadas. A veces pueden observarse en ámbitos académicos cuando algunas personas tienen dificultades para trabajar en equipo. Creen que haciendo todo por sí mismas se asegurarán de no obtener una mala calificación (ya que, si vamos un poco más profundo, sacar una mala nota implicaría experimentar emociones normales aunque desagradables, y no todas están dispuestas a hacerlo), o en personas que reevalúan sus decisiones repetidas veces porque creen que de tal modo podrían apaciguar la incertidumbre.

Como hemos desarrollado, intentar controlarlo todo en nuestras vidas es dañino en tanto nos conduce a una mayor preocupación y malestar. Por lo tanto, el primer paso para afrontar esta situación es registrar ante qué circunstancias llevamos a cabo este tipo de conductas.

Luego, deberíamos evaluar qué forma distinta de actuar podemos poner en práctica en lugar de recurrir a los “viejos hábitos” que estaban dirigidos a controlar. El último paso será ponerlo en práctica iniciando por las conductas más sencillas. Sin embargo, es importante señalar que este proceso no siempre es fácil ni lineal, por lo que consultar con un profesional de la salud mental podría ayudar significativamente en este proceso.

La importancia de las distinciones

Como la idea de que lo podemos controlar todo en la ida es, en el fondo, un espejismo, hay que aprender a concretar hasta dónde llega nuestro margen de maniobra la afrontar las necesidades que afrontamos, para así poder plantearnos metas realistas. Es por ello que en el coaching se trabajan estas creencias desde lo que llamamos distinciones: reflexiones profundas sobre dónde empiezan y dónde terminan los conceptos sobre los cuales construimos nuestras vidas. Es así como nos centramos en unos términos con el objetivo de ampliar las posibilidades de acción de la personas.

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La idea es no sentirnos mal por no alcanzar objetivos mal definidos y demasiado abstractos, en los que coinciden proyectos que se contradicen entre sí y que por consiguiente no nos permiten tener una sensación de progreso en nuestro desarrollo personal.

  • Grupo ACT (2013) Intolerancia a la incertidumbre y trastorno de ansiedad generalizada. Grupo ACT Argentina.
  • Hayes, S. (2013). Una Mente Liberada. Barcelona: Editorial Paidós.

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Escuela Europea de Coaching. (2023, julio 6). Por qué intentar Controlarlo Todo en nuestras vidas puede ser Dañino. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/coach/por-que-intentar-controlarlo-todo-en-vidas-puede-ser-danino

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