Nos preocupa poder llegar tarde al trabajo, pero cuando llevamos andando diez minutos y estamos a punto de llegar a la estación de metro, se nos olvida que nos hemos dejado el teléfono móvil en la entrada de casa y tenemos que volver, aunque esto suponga que, ahora sí, vamos a llegar tarde a trabajar.
A pesar de ello, volvemos a por el móvil, porque no somos capaces de separarnos de este objeto en toda una mañana. Cuando por fin llegas a la parada, entras al vagón del metro y sientes que nadie te mira porque todos los pasajeros están cabizbajos. Niños, adolescentes, adultos... no importa la edad, todos están mirando algún aparato electrónico.
Padres calmando las rabietas de sus hijos mediante el móvil o tablet, gente hablando por teléfono, orejas con cascos, personas autofotografiándose con los famosos selfies… Parece que no nos damos cuenta de que estamos perdiendo gran parte de nuestra vida, una inmensidad de detalles que pasan delante de nosotros y no somos capaces de percibirlos porque nos encontramos permanentemente fijando nuestra atención en una pantalla que nos sumerge en una realidad virtual, aparentemente similar a la real, pero distando mucho de serlo. Este contexto hace necesario concienciar a los niños en el buen uso de las nuevas tecnologías.
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Las redes sociales: ¿un nicho de verdaderas o falsas amistades?
Creemos tener cientos y miles de amigos virtuales, concepto que difiere en gran medida del de “amigo de toda la vida”. Amigo es aquella persona con la que compartes tu tiempo paseando, haciendo deporte, visitando infinidad de lugares, tomando algo en un bar, hablando en un parque… pero no el que te da like a una de tus fotos. Las redes sociales, al contrario de lo que creemos, favorecen el deterioro de las relaciones humanas, ya que nos relacionamos en mayor medida con esos “amigos virtuales” que con personas cara a cara.
Los padres hacen uso de estas tecnologías y las ponen a disposición de sus hijos con muy pocos años de vida. No es extraño ver como niños de dos años manejan sus propias tablets mejor que muchos adultos. El problema es que si a un niño que tiene ciertas dificultades para relacionarse, desde pequeño se le permite que se exponga una gran cantidad de horas a las nuevas tecnologías, en lugar de ayudarle a desarrollar sus habilidades sociales, estaremos contribuyendo al desarrollo de una posible futura adicción a internet.
Es fundamental dedicar tiempo a nuestros hijos desde pequeños y fomentar el desarrollo de habilidades sociales bajando al parque, favoreciendo las relaciones cara a cara, llevando a cabo juegos cooperativos y, de forma más importante aún, sabiendo poner límites a las horas de exposición a estas nuevas tecnologías.
Los niños ansían tener un móvil cada vez más jóvenes, pero lo que no saben es la cantidad de cosas que van a perderse por incorporar ese dispositivo en sus vidas. Además, se ha demostrado científicamente que un uso excesivo de dispositivos electrónicos como ordenadores, tablets o móviles puede producir alteraciones tales como trastornos del sueño, agresividad y dificultades en el desarrollo del lenguaje.
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Riesgos de un mal uso de las nuevas tecnologías en la infancia
Es evidente que las nuevas tecnologías han introducido numerosos avances en la comunicación, la industria, el comercio y, lo que es muy importante, la medicina, pero no debemos olvidar los riesgos que se pueden derivar de su uso irresponsable.
Los inconvenientes de las nuevas tecnologías aparecen cuando se hace un mal uso de ellas. En los últimos años se ha oído hablar de términos como ciberbullying o ciberacoso, grooming, carding, phising o pharming. Pues, para los que no los conozcan, se trata de delitos cometidos mediante las nuevas tecnologías, que muchas veces se usan como medio a través del cual insultar, amenazar, acosar o estafar a otras personas.
Muchas veces no somos conscientes del peligro que tienen las redes sociales en la sociedad, y aún más en las vidas de los niños. Compartimos todo lo que hacemos, dónde estamos, de dónde venimos y a dónde vamos, y esto entraña un enorme riesgo.
Es importante concienciarnos de que algo que se creó para hacernos la vida más fácil, nos la puede complicar. Dedicamos muchas horas de nuestro día a las redes sociales y, ¿para qué nos sirve? Vamos a un concierto y en lo único que pensamos es en grabar al artista para poder compartirlo online, nos encontramos con nuestro ídolo por la calle y en vez de intercambiar algunas palabras con éste, nos limitamos a sacarnos una foto y compartirla en Instagram. Haz el experimento, acércate a un grupo de amigos en un bar, y mira si alguno de ellos no tiene el móvil encima de la mesa o lo está usando. Pero, ¿realmente es eso lo que entendemos por disfrutar? Parémonos a pensar y hagamos que los demás piensen.
Para finalizar, quisiera recomendaros un cortometraje que refleja magníficamente la preocupación expuesta.