Al norte de Pakistán, a más de mil metros de altura sobre el nivel del mar y entre montañas cubiertas por glaciares, viven los hunzakuts, conocidos como "hunza" en los países occidentales.
Estas gentes no solo presentan un aspecto más parecido al de los caucásicos que el resto de los habitantes del país, sino que se les atribuye algo que ha dado para cientos de artículos a lo largo de varias décadas: la tendencia a vivir más de 110 años y llegar a la vejez en muy buen estado de salud.
Además, las primeras historias que llegaron a Occidente sobre los hunza apuntan a que la posible explicación sobre su buena salud no se encontraba en su biología, sino en sus hábitos. El hecho de que los hunza mantengan una dieta vegetariana proporcionó una pista: "somos lo que comemos". ¿Podía ser posible alargar tantas décadas nuestra vida modificando nuestra conducta?
Hunza: un oasis de juventud
El valle del río Hunza, situado en un territorio difícil de acceder y aislado de su entorno por las altas montañas, presenta las características que cualquier romántico puede relacionar con el edén. Un territorio natural y poco explorado, unos pueblos primitivos viviendo en él de acuerdo a las tradiciones, alejados de la maquinaria de producción y de los alimentos procesados de las sociedades tecnológicamente avanzadas.
De hecho, se dice que los hunza descienden de unos soldados del ejército de Alejandro Magno que se perdieron atravesando el territorio y crearon una sociedad aislada de las demás; esto explicaría por qué el idioma que hablan no ha podido ser relacionado con ninguna de las grandes familias lingüísticas de Asia.
Así que lo tenemos todo: un entorno natural con encanto, un origen que nos habla de occidentales reeducándose para reconciliarse con la naturaleza, una dieta vegetariana (y, por lo tanto, más vinculada culturalmente con "la bondad" que una en la que se come carne) y unos niveles de salud inauditos. O, por lo menos, así sería si no fuera porque la atribución de una longevidad extrema a los hunza es un mito fundamentado en varias coincidencias.
En realidad, ninguna de las creencias que pasaban de boca en boca y de artículo en artículo tenía una base científica: el pueblo de la eterna juventud era un mito nacido de exageraciones y malentendidos.
Las exageraciones y mitos acerca de esta tribu
Las tribus que viven en el valle del río Hunza no estaban libres de culpa en la popularización de su habilidad para aferrarse a la juventud y envejecer tan lentamente. John Clark, un investigador que pasó varios años conviviendo con estas gentes, señaló que el modo en el que los hunzakuts se atribuyen edad no tiene tanto que ver con el tiempo transcurrido desde su nacimiento como en su nivel de sabiduría. Es por eso que los ancianos más respetados pueden llegar a decir que tienen 145 años: en su marco cultural, eso es totalmente normal y no suscita extrañeza.
Además, también merece la pena recordar que el mito de los hunza ha tenido un impacto en sus sociedades. Desde hace varias décadas, pueden llegar a sacar provecho de este mito, lo cual les lleva a seguir extendiendo las exageraciones ellos mismos.
¿Y qué hay de la dieta?
Los hunzakuts siguen dos tipos de dieta: una vinculada al verano y otra relacionada con los meses de invierno. Por lo general, ambas se componen básicamente de vegetales sin procesar y algún que otro producto lácteo. Además, dado el estilo de vida que siguen, que no depende demasiado del uso de tecnología avanzada, incluso las personas entradas en años mantienen unos hábitos en los que el ejercicio es habitual. Además, como por lo general son musulmanes, evitan las bebidas alcohólicas y las sustituyen por té.
En definitiva, se trata de una sociedad en la que se dan muchas de las características de lo que denominaríamos “vida sana” y que además, puede atraer a muchos seguidores de la paleodieta. Esto llevó a algunos investigadores, tal y como hizo Sir Robert McCarrison en los años 20, a atribuir a los hunzakuts una sorprendente buena salud digestiva.
A diferencia de lo que ocurría a principios del siglo XX, sin embargo, hoy se conoce muy bien el estado de salud de la población del valle del río Hunza, y se ha reconocido que los hunzakuts presentan tantas enfermedades como el resto de la población de los alrededores. De hecho, incluso se sabe mucho acerca de su genética: todo apunta a que ni siquiera es cierto que sean descendientes de pobladores balcánicos. ¡Qué decepción!
La longevidad, puesta en cuestión
A pesar de todo esto, los nutricionistas apuntan a que muchos aspectos de la dieta hunzakut son mejores que la de la mayoría de occidentales: ausencia de alimentos ricos en azúcar, práctica inexistencia de la carne roja, muchas hortalizas y, por supuesto, una combinación de todo esto con ejercicio físico. A tomar nota.
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