Conseguir mayor productividad laboral, más energía y mejorar nuestra felicidad

La felicidad y la productividad pueden ser potenciadas a la vez mediante procesos sinérgicos.

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En un contexto en el que la inmediatez, la autoexigencia y la sobreexposición forman parte de nuestra rutina diaria, Isabel Borrego, directora del grado online en Psicología en UNIE Universidad, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades, explica cómo la velocidad del día a día y la presión por alcanzar los resultados esperados afectan directamente en el bienestar emocional y físico de las personas.

¿Cómo puedo conseguir mayor productividad en el trabajo? ¿Tengo la energía suficiente para afrontar las tareas que me propongo? ¿Soy realmente feliz con mi día a día? Estas son preguntas que nos hacemos diariamente muchas personas y que, en ocasiones, no sabemos darles respuesta.

La relación entre felicidad y productividad

La sociedad va tan deprisa que rara vez nos paramos a pensar en nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, ya que solo nos preocupan las responsabilidades y los deberes. Esta situación hace que cada vez nos sintamos más decaídos, desmotivados, sin energía e incluso apáticos por no llegar a los objetivos que nos hemos marcado o que nos han marcado otros. A ello se le suma la tristeza que sentimos al compararnos con los demás y observar que realmente no conseguimos las metas que logran otras personas, visualizándose externamente con sentimientos de frustración y enfado hacía los demás y, sobre todo, con nosotros mismos.

Es una realidad que el estrés acumulado y diario provoca que se vea reducida nuestra capacidad de concentración, además de otras habilidades de afrontamiento o recursos como la capacidad resolutiva, planificadora, la atención y memoria a la hora de aprender algo nuevo. Esto puede generar dificultades de aprendizaje y bloqueos que, en ocasiones, afectan a nuestra manera de pensar correctamente, cambiando y alterando nuestro estado de ánimo, lo cual importuna nuestra actividad cotidiana.

Asimismo, debemos tener en cuenta que nuestro pensamiento afecta no solo a nuestra manera de actuar, sino también a nuestro cuerpo. Y que lo que no se dice -por miedo a la crítica, a quedar mal con otras personas o al conflicto- el cuerpo lo somatiza, haciéndonos sentir más infelices y con menor energía. Además, es una evidencia que a veces la propia persona se siente mal por no hacer más, a pesar de que no pueda más o no le traten correctamente. A veces la culpa, la vergüenza se apodera de nosotros/as y preferimos sacrificarnos a decir lo que realmente sentimos y es que “no puedo más”.

De la misma forma, en general hay personas que dan más que otras, y el resto se aprovecha de la situación, consciente e inconscientemente. No obstante, quienes entran en este círculo vicioso de hacer y dar sin recibir nada a cambio no se dan cuenta de que esta manera de proceder o de actuar no es sana, ni para su sistema inmunológico ni para su salud emocional. Simplemente, actúan como un motor en marcha, sin pensar en las consecuencias perjudiciales que sufrirán a la larga.

Pautas a seguir

Para evitar sobrecargarse o enfermar, el individuo debe cambiar su planteamiento a la hora de actuar y ofrecer ayuda.

En primer lugar, debe reconocer que no todas las injusticias o conflictos diarios le corresponden y, por tanto, no tiene que resolverlos. Debe dejar atrás ese “espíritu de sacrificio autoimpuesto” y centrarse únicamente en las batallas que decida afrontar. También es importante ayudar a quien se deja ayudar, siempre que sea posible y el tiempo lo permita, recordando que dar y recibir deben ser procesos bidireccionales, aunque no siempre en la misma medida.

Por otro lado, existen algunas acciones que influyen en la manera de planificar la rutina diaria, ayudando a aumentar la energía, la productividad y, en consecuencia, a mejorar el estado de ánimo:

1. Mantener una disciplina diaria

Independientemente del estado de ánimo, es importante cumplir diariamente con lo planeado, puesto que esto ayuda a acabar el día con más relajación y satisfacción por cumplir con las metas propuestas a priori. De modo que la planificación y organización de la jornada diaria tiene también que contar con los descansos que se tomaran, los horarios de trabajo, comidas, deporte, ocio, entre otras. No obstante, es imprescindible no olvidarse de dedicar un momento en el día para hacer algo que apetezca, puesto que el espacio personal es necesario para reconectar con uno mismo. Por tanto, hay que desconectar para volver a conectar con el mundo.

2. Hacer una lista con las tareas pendientes

Organizar todos los compromisos y actividades pendientes ayuda a optimizar los esfuerzos diarios para centrarse en los que son urgentes y después continuar con las actividades en espera.

3. Realizar ejercicio físico

El ejercicio disminuye la tensión y mejora el rendimiento cognitivo. Con solo unos 12 minutos de ejercicio aeróbico se reduce la ansiedad, incrementa la capacidad de atención selectiva y mejora el estado de ánimo por la segregación de endorfinas.

4. Comer alimentos frescos

Tener una alimentación saludable que incluya carnes, pescados, verduras y frutas de temporada contribuye al bienestar físico y psicológico.

5. Hacer pausas en situaciones de agobio o falta de concentración

Es imprescindible probar con cambiar de actividad o descansar por unos minutos para despejarse. Quitar presión permite retomar la actividad nuevamente con más fuerza y concentrarse antes.

6. Alejarse de personas tóxicas y de la crítica

Conviene recordar que “las palabras de otros no son tu verdad, así que confía en tu buen criterio y no dudes en si lo estás haciendo bien. Sigue tu plan establecido y no te dejes llevar por las dudas”.

7. Rodearse de personas que motiven

Buscar personas que tengan objetivos y proyectos similares aportan alegría y entusiasmo. En definitiva, no olvides que primero estás tú, cuida tu dignidad y tu respeto. Elige con conciencia dónde inviertes tu tiempo, esfuerzo y energía.

En conclusión...

Encontrar un equilibrio entre dar y recibir, y entre la exigencia y el autocuidado, es clave para mantener una buena salud mental. Sentirse bien con uno mismo no siempre depende de hacer más, sino de aprender a escucharse, poner límites y aceptar que no todo está bajo control. Parar, descansar y darse espacio también forma parte del equilibrio que se necesita para vivir con más calma y energía. A veces, cuidar la mente empieza por algo tan simple como permitirse estar bien sin exigirse tanto.

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UNIE Universidad. (2025, noviembre 10). Conseguir mayor productividad laboral, más energía y mejorar nuestra felicidad. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/organizaciones/conseguir-mayor-productividad-laboral-mas-energia-mejorar-felicidad

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