Las redes sociales y las apps de citas ya no son sólo el refugio de los tímidos de los años 2000; hoy se constituyen como el puente para vincularse, del modo en que uno quiera. Son el hogar de la mayoría de los inicios de lazos sexo-afectivos, el modo instituido para conocer a personas que están por fuera de nuestro círculo social, o animarse a hablarle a alguien ya conocido.
El Encuentro Virtual
En el encuentro sin cuerpo, virtual, se tiene la posibilidad de avanzar con el otro sin riesgos, una situación perfectamente controlada, que permite un rápido escape. Con todo esto, podemos decir que en la actualidad, declararse deseante ante otro, es más fácil en entornos virtuales. El coqueteo cara a cara de antes dio paso a la imagen (like) y la inmediatez de ahora.
Pero ojo, es muy fácil caer en la mercantilización de las personas. Podemos pensar la afinidad de estas apps con la circularidad del discurso capitalista, la idea de un posible consumo incesante y masivo, pero de otros. La tarea es pasar de una a otra persona cual producto del supermercado. “Las imágenes pasaron a convertirse en la parte central del modo en que nos relacionamos; cada vez más vínculos empezaron por las fotos” (Tamara Tenenbaum, El fin del amor).
Hay tanta oferta, tantos posibles candidatos y candidatas, que alimentamos la fantasía de fabricar a alguien a la medida de nuestras intenciones, el complemento ideal que, por supuesto, no existe. Las apps son una posibilidad para acercarnos, asomarnos acotadamente a la vida de los otros en 5 fotos, 400 caracteres y quizás una canción. Nuestro fantasma proyecta el resto.
La Ilusión del Control
La imagen genera un goce autoerótico, se pone en juego en el mirar y ser mirado, que no siempre promueve el contacto. ¿Cuántos likes? Las love apps brindan la falsa ilusión de un marco controlado. Por ejemplo, se dividen en categorías según gustos e intereses y una de las preguntas típicas que suelen hacer es: «¿casual sex» o búsqueda de parejas estables?
Es decir, dan la sensación de que es posible saber (controlar) qué está buscando el otro, tan siquiera antes de conocernos, como si el intercambio fuera per se cuantificable, evitando las sorpresas y el desconocimiento que rige la vida vincular, en especial al inicio. La consecuencia de esto es que la fragilidad del lazo hace que cualquier movimiento baste para que la cita se interrumpa, como tan a menudo sucede.
¿Es Posible el Amor Utilizando Aplicaciones?
Claro que sí. ¡El amor sigue encontrando nuevas formas de sobrevivir en este mundo! Pero uno de los desafíos para el sostenimiento del amor es aprender a desilusionarse. A nuestra época hedonista le cuesta sostener un vínculo amoroso ya que éste conlleva inevitablemente malestares, dolor, trabajo, pérdidas, agujeros. Dificultades que nuestro tiempo no tolera.
La Necesidad de la Falta
¿Cuál es el elemento necesario para que el amor pueda hacerse presente? Diríamos con Lacan: es necesario que se presentifique la falta. La pluralidad de objetos que ofrece el mercado funcionan como compañeros-parteneires y obturan la necesidad de amor porque existen más sustitutos y más negación acerca de la falta.
El deseo se consuma a partir de una falta y es ahí donde nos quedamos reintentando, una y otra vez. Isidoro Vegh sostiene que hay que cuidar la falta propia porque es algo que causa. El problema de presentarnos mediante la imagen ideal, a modo de “cuerpos pulidos”, es que en un cuerpo sin agujeros no entra otro para amar.
Aplicaciones de Citas Populares
Algunas de las aplicaciones más utilizadas en la actualidad son:
- Tinder: Esta aplicación es la más utilizada en América Latina y Europa Occidental.
- Bumble: Ofrece una experiencia en la que se prioriza la igualdad de género en las interacciones. Es más utilizada en EE. UU., Canadá y Reino Unido.
- Grindr: Aplicación al servicio de la comunidad LGTBQ+. Fue la primera love app, creada en 2009 por Joel Simkhai con el objetivo de conocer personas por su localización.
- Happn: Utiliza la geolocalización para cruzar a personas que se encuentran en los mismos espacios.
El Desafío de la Desilusión
Pero recordemos, más allá de que la tecnología siga evolucionando y desarrollando la ilusión de la fórmula mágica para la predicción de las preferencias del usuario y la generación de coincidencias, en el encuentro con el otro, el desafío para el sostenimiento del amor es aprender a desilusionarse.