¿Por qué fallamos tanto a la hora de escoger una pareja? ¿Por qué perpetuamos relaciones que nos hacen infelices?
Existe la posibilidad de hacer del amor una elección consciente, una decisión tomada no sólo desde la emoción y la impulsividad fruto del enamoramiento, sino también desde la racionalidad y la lucidez (toda la lucidez que se pueda tener en un cerebro inundado de oxitocina).
El problema no es que el amor esté predestinado al fracaso: no lo está. Pero saber escoger pareja no siempre es fácil.
Elecciones amorosas erróneas
El problema viene cuando nos precipitamos a la hora de escoger una pareja, bien porque no queremos o sabemos estar solos y nos echamos en brazos del primero que nos proporciona atención, bien porque no nos queremos, y necesitamos de otro que supla nuestra falta de autoestima con sus cuidados y cariños, o bien porque nos ciegan ciertas características del otro que nos impiden ver el conjunto de su personalidad.
Buscando una figura protectora
Si nos relacionamos desde la falta es probable que busquemos en la pareja (inconscientemente) un sustituto de nuestro padre/madre, un enfermero, un psicólogo o alguien que cumpla todos esos roles a la vez.
Esto hará que la relación enseguida se desequilibre, que nuestras demandas crezcan y que nunca veamos saciadas nuestras necesidades, que la otra persona se agote y que la relación finalmente lleve a la infelicidad, al odio o a la ruptura.
Por tanto, el paso principal que siempre se nos suele olvidar es aprender a estar solos con nosotros mismos.
Ser personas completas, tratar nuestras carencias, establecer unos objetivos claros de vida, gestionar nuestras emociones, tolerar la frustración y el miedo al fracaso, auto-cuidarnos y querernos como personas únicas e irrepetibles que somos… todos estos factores permitirán que nuestra vida afectiva sea más saludable y beneficiosa para todos.
Mini-guía sobre la elección de pareja
Una vez hayamos realizado esa tarea de introspección y trabajo personal estaremos (relativamente) preparados para iniciar una relación amorosa.
¿Qué filtros podemos utilizar a la hora de escoger a la persona con la que iniciar una relación?
1. Recordar nuestras relaciones fallidas
Evitar que se nos presente el “ex” en el cuerpo de otra persona es necesario, ya que tenemos tendencia a escoger siempre al mismo tipo de parejas, y por tanto a recrear patrones de relación patológicos y acabar en conflicto siempre por las mismas razones.
Identifica qué falló en tus anteriores relaciones y qué características ha de tener la nueva pareja (y tú) para no terminar igual de mal.
2. Buscar puntos en común
Observa e identifica los valores, creencias y expectativas de vida de la otra persona y valora si de manera objetiva cuadran con los tuyos.
Si por ejemplo tú no quieres tener hijos y entras en relación con una mujer que está deseando ser madre, tarde o temprano se generará un gran conflicto que llevará o a finalizar la relación, o a renunciar a uno de los miembros a su plan de vida, lo que le generará rabia, ira, frustración e insatisfacción.
3. Examinar la conversación
Una de las experiencias más enriquecedoras de estar en pareja es abrirte a la otra persona y ser capaz de compartir emociones, inquietudes y sentimientos a través de la palabra.
Cuando no existe una conversación fluida es probable que se llegue rápido al aburrimiento y la insatisfacción.
4. Fijarse en el sentido del humor
La vida es demasiado corta como para decidir pasarla con alguien que no te hace reír. Es por tanto importante que tu pareja y tú compartáis cierto sentido del humor y seáis capaces de divertiros juntos.
5. Mismo grado de compromiso en la relación
Bien sea una relación monógama o polígama, lo importante es que ambos miembros estén de acuerdo con el grado de exclusividad mediante el que quieren construir su relación.
¿Aún siguiendo estas pautas la relación puede “fallar"?
Por supuesto. Ante todo tenemos que liberarnos de la idea de la pareja como algo eterno, de los “para siempre”, ya que dentro de la incertidumbre que supone una relación puede pasar de todo.
Es por ello importante seguir construyendo nuestra vida más allá de la pareja, haciendo de ella una parte importante de nuestra vida, pero no un todo, eliminando de nuestro vocabulario frases como “eres mi vida”, “no puedo vivir sin ti”, “siempre tuyo/a” más propias de la dependencia emocional y afectiva que del amor.
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