Nuestros pensamientos, aquellas ideas, creencias y principios ideológicos que tenemos de nosotros mismos y de lo que nos rodea, son los cimientos que nos ayudan a construir y conceptualizar nuestra realidad, y a suponer lo que puede llegar a ocurrir. A este tipo de pensamiento se le denomina pensamiento predictivo o expectativa, y lo empleamos en todo momento. Tal como explica la psicóloga Valeria Sabater: “el poder de la mente predictiva es una práctica que aplicamos sin darnos cuenta y que define buena parte de nuestra cotidianeidad”.
Esta capacidad de anticipación es clave para la adaptación y la resolución de problemas. Ahora, ¿qué pasa cuando se crean falsas creencias y nos negamos a explorar diferentes posibilidades? Estas creencias erróneas generarán una anticipación “certera” que influirá sobre nuestra conducta de tal manera que provocaremos que una “falsedad” se haga realidad. Esta es la génesis de la profecía autocumplida.
¿Qué es la profecía autocumplida?
La profecía autocumplida explica cómo nuestros pensamientos predictivos (expectativas) pero desacertados, pueden condicionar nuestras acciones (predisposición) hasta el punto de que lleguemos a convertir algo ficticio o falso en una realidad o verdad (cumplimiento). Existen dos tipos de profecías autocumplidas: las autoimpuestas y las que son impuestas por los demás.
En la rama de la psicología, este sesgo cognitivo también se conoce como el efecto Pigmalión, debido a un mito griego en el que un escultor del mismo nombre sintió tanta pasión por una de sus creaciones, que trataba a la estatua como si fuese una mujer real, lo que provocó que la estatua —Galatea— cobrara vida.
¿Cómo se empezó a formar este concepto?
Este concepto fue propuesto por el sociólogo Robert K. Merton (1948) en respuesta al “Teorema de Thomas” del sociológo William I. Thomas. Este teorema declara que si las personas definimos una situación como real, dicha situación tendrá consecuencias reales.
Años más tarde, el psicólogo Robert Rosenthal y la investigadora Lenore Jacobson ejecutaron un experimento para valorar el rol de la profecía autocumplida en el rendimiento académico. La investigación determinó que las expectativas del profesorado tuvieron consecuencias significativas sobre el rendimiento escolar del alumnado: cuanto más positiva era la expectativa del profesor, mejor fue el rendimiento del estudiante, y viceversa. Este fenómeno especial de la profecía autocumplida es conocido como el efecto Rosenthal.
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¿Cómo se materializa?
Deben ocurrir tres sucesos para que una profecía autocumplida se haga realidad:
- Se debe tener una creencia falsa sobre una situación o persona. En psicología, esto se conoce como distorsión cognitiva, ya que se realiza una interpretación errónea de la realidad.
- Se buscan hechos o ejemplos que confirmen esta falsa creencia. Esta tendencia, conocida como sesgo de confirmación, se enfoca en encontrar y encajar únicamente la información que corrobore nuestros pensamientos erróneos.
- Se confirma la creencia debido a la predisposición. El sentimiento de certeza predispone nuestras acciones y provoca un condicionamiento del comportamiento, que materializa la creencia.
Cabe destacar que este proceso es cíclico, ya que, en cuanto la expectativa se convierte en realidad, disponemos de más “evidencia” que ratifica la creencia falsa inicial, y así sucesivamente.
¿Por qué se produce la profecía autocumplida?
Primero que todo, es importante recalcar que la anticipación (expectativa objetiva) es una capacidad cognitiva inherente y primordial de las funciones ejecutivas, las cuales controlan y autorregulan la conducta para conseguir un objetivo determinado, y cuyas bases neurológicas recaen primordialmente en la corteza prefrontal.
Absolutamente todos tenemos expectativas de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea. Si las creencias y las expectativas están ajustadas a la realidad, pueden servir como fuente de motivación. Sin embargo, las opiniones preconcebidas pueden fácilmente convertirse en prejuicios si no están propiamente fundamentadas. El problema justamente radica en no ser capaces de dejar ir nuestros prejuicios, sino todo lo contrario. Al aferrarnos a ellos, establecemos hábitos de pensamiento que no solo distorsionan la flexibilidad cognitiva (adaptación del comportamiento), sino que cosechan rigidez mental (resistencia cognitiva). Este es el caso de la profecía autocumplida, en la que nos empecinamos con una falsa creencia y descartamos cualquier otra explicación.
Según la psicóloga Ana María de la Calle, tener baja autoestima puede ser el origen de este fenómeno. También recalca que este proceso suele ser habitual en personas que tienden a ser negativas o autoexigentes, convirtiéndose en algo cíclico, ya que el resultado refuerza aún más la creencia original, incrementando la inseguridad y la baja autoestima, y así sucesivamente (profecía autoimpuesta). De igual manera, tal como lo establece la pirámide de necesidades de Maslow, todo ser humano tiene una necesidad de pertenencia y desea ser aceptado por una comunidad o colectivo. En ocasiones, esta necesidad también nos puede conducir a asumir roles o realizar acciones para encajar con las expectativas que se tienen de nosotros (profecía impuesta por los demás).
En esta línea, también podríamos definir el autosabotaje como la manifestación de una profecía autocumplida. Según la psicóloga Isabel Rovira Salvador, las conductas de autosabotaje pretenden obstaculizar la consecución de metas, provocando el fracaso o una decepción. Rovira establece que las personas que participan en este tipo de comportamientos sufren de baja autoestima, poseen creencias limitantes y temen no estar a la altura de las expectativas de los demás. ¿Suena familiar? En este sentido, las personas que se autosabotean poseen un sesgo cognitivo negativo sobre sí mismos, modifican su conducta, y ya sea por procrastinación o bajo el escudo del perfeccionismo, no logran su cometido, y al fracasar hacen realidad la profecía autocumplida.
¿Cómo nos puede afectar la profecía autocumplida?
Según las investigaciones, la profecía autocumplida se puede materializar en cualquier ámbito de nuestro día a día, y puede generar una intensa ansiedad y provocar un estado de alerta constante, lo que puede ser drenante y desmotivador para cualquiera.
A continuación, detallaremos unos ejemplos prácticos y cotidianos de cómo se puede materializar este fenómeno:
- Ámbito personal: nos autoconvencemos de que no somos merecedores de afecto, y esta baja autoestima no nos permite vocalizar que tenemos esta necesidad. Al no recibir afecto, estaremos consolidando el pensamiento falso inicial.
- Ámbito laboral: estamos seguros de que la entrevista laboral nos saldrá mal, y esta creencia hace que no demos lo mejor de nosotros en la entrevista y, finalmente, no nos ofrecen el trabajo.
- Ámbito académico: nos enfocamos en que no seremos capaces de aprobar una materia, esto no nos permite prepararnos para el examen, y efectivamente, suspendemos.
- Ámbito social: nos empecinamos en que sufrimos rechazo social y por eso no podemos hacer nuevos amigos. Esta creencia dificultará crear nuevas amistades, y el círculo vicioso continuará.
- En la relación con nuestra pareja: acusamos a nuestra pareja de sernos infiel cuando no es cierto. El comportamiento hostil y la desconfianza sin fundamentos provocará que nuestra pareja no esté a gusto con la relación, y esto puede llevarla a conocer a otras personas y a considerar romper la relación.
¿Cómo podemos combatir la profecía autocumplida?
- Prestando atención: identificar el problema suele ser el primer paso para resolverlo. Al ser conscientes de nuestros pensamientos y de nuestro lenguaje, podremos moldear nuestra conducta, evitando caer en el círculo vicioso de la profecía autocumplida. Olvidémonos del típico "No, si ya lo sabía yo".
- Poniéndonos a prueba: similar a los ejercicios de debate que se hacen en el instituto, buscar posibles alternativas o razones para explicar situaciones desde un punto de vista opuesto al tuyo es un buen ejercicio de práctica. Esto permitirá que aumentes tu flexibilidad cognitiva y te alejes de la rigidez mental.
- Recurriendo a terapia psicológica: trabajar con un profesional de la psicología podrá ayudarte a efectuar una reestructuración cognitiva efectiva, técnica propia de la terapia cognitivo-conductual, que te permitirá identificar e intercambiar los patrones de pensamiento negativos por otros positivos.
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No debemos ser prisioneros de nuestros pensamientos, estos no son la realidad, son producto de nuestra mente. Está en nuestro poder tomar las riendas y cuestionar nuestras creencias cuando no están fundamentadas en la objetividad. Si desactivamos el piloto automático, somos conscientes de nuestros pensamientos y de nuestro lenguaje, y nos rodeamos de personas que nos reten intelectualmente, evitaremos caer en este círculo vicioso y podremos expandir nuestras mentes y propiciar el crecimiento personal.
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