Cuando uno asiste a terapia, está claro que es porque está en una situación complicada que no sabe como manejar sólo y pide ayuda para lograrlo. Por lo tanto, se da por sentado que la persona suele estar receptiva a ese cambio y quiere pasar por esa transición hacia un mayor bienestar. Pero aún así hay cosas que surgen durante la terapia que pueden ser manejadas mejor. Estos detalles pueden acelerar o enlentecer el proceso terapéutico.
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Consejos para cuando vayas a terapia
A continuación voy a platear varias ideas y consejos que te pueden ayudar en tu terapia y en la relación con tu terapeuta.
1. La terapia es un trabajo en equipo
Tú tienes la información y el terapeuta tiene las herramientas, no pretendas que el psicólogo haga tu parte, ni intentes hacer la suya. Muchas veces hay cosas que no se cuentan en la terapia porque la persona directamente las tacha de irrelevantes o sin importancia y a veces son clave para llegar al fondo del problema. Por lo tanto, intenta no ahorrar información a tu psicólogo, todo lo que le cuentes sobre ti puede ser útil para que pueda ayudarte y pueda hacerse una idea mejor de cómo manejar tus síntomas. El psicólogo no es adivino, tú tienes las claves aunque no lo sepas.
De igual manera no pretendas tener todo el control sobre la terapia, el psicólogo sabe cómo ayudarte, y por lo tanto déjate guiar en ciertas cosas o no pretendas resolverlo todo tu solo, él o ella sabe que hay cosas que no logras hacer solo y te acompañará en el viaje.
2. La terapia te guía, pero nadie puede hacer tu camino por ti
Enlaza con el punto anterior, pero es importante. El psicólogo no tomará o no debería tomar decisiones importantes por ti, ni decirte lo que debes hacer, sólo guiarte para que tú mismo saques las conclusiones y las respuestas a tus preguntas.
3. El cambio puede dar miedo, aunque sea algo deseado
Por mucho que cueste entender esto porque lo estamos pasando mal en algún punto, si llevamos mucho tiempo en un problema, también hemos hecho un hábito y una estructura mental en torno a ello. Por mucho que alguien odie estar triste y deprimido todo el día, esa puede ser su zona de confort desde hace años, por lo cual y aunque lo esté deseando, romper con eso de golpe va a producir vértigo. Hay que entender esta clase de mecanismos de defensa, respetarlos y darles su tiempo para que puedan ceder y los cambios se hagan de forma paulatina y aceptable.
4. No todo va a ser escalada hacia arriba y mejora
Es muy emocionante ver que voy avanzando y cada día se está un poquito mejor. Pero por desgracia esto no suele ser así. Lo más habitual es que se avance un poquito y se retroceda otro poco. Doy 3 pasos y retrocedo 2, adelanto 5 y bajo 3. Es parte del proceso de estar bien y es necesario contar con ello para que cuando ocurra no nos desmoronemos y podamos seguir adelante.
5. Sólo fracasa el que desiste
La persistencia y la paciencia con nosotros mismos es clave para poder continuar en una terapia, que suelen ser duras y poder superar lo que nos ha llevado a ella.
6. Iniciar una terapia no significa que yo sea defectuoso o tenga algo malo
Igual que una persona no puede saber de todo y cuando tiene una avería en el cuarto de baño llama al fontanero, hay determinadas cosas que simplemente por tenerlas demasiado cerca de nosotros no nos resultan fáciles afrontar. Todo el mundo tiene problemas, muertes de familiares dolorosas, sucesos que les han podido afectar en la vida… Pedir ayuda para poder manejar este tipo de cosas, puede ahorrar mucho sufrimiento y desde luego es signo de una gran fortaleza porque estoy dispuesto a cambiar, aprender y mejorar enfrentándome muchas veces a mis propios fantasmas.
7. Las cosas que me han sucedido a mí son importantes para mí
Sabemos que hay gente que ha sufrido mucho en la vida, y que tenido situaciones muy difíciles, y a veces no nos sentimos con derecho de quejarnos simplemente porque no hemos vivido esas experiencias tan duras. Pero las heridas emocionales que tenemos cada uno nos han hecho daño a cada uno de nosotros y nos han afectado de algún modo, y reconocer su importancia puede ayudarnos a abrirnos en la terapia y profundizar sin juzgar en lo que nos sucede.
Por ejemplo, en ocasiones en terapia la gente habla de que sus padres les han sobreprotegido, y que esto les ha supuesto un gran complejo de inutilidad o de sentirse como niños siendo ya adultos, lo cual les dificulta tomar decisiones, o sentirse seguros para manejar los problemas de la vida cotidiana; pero al mismo tiempo dicen que no se pueden quejar, porque sus padres no les han pegado palizas, ni les han castigado duramente. Es cierto, pero sus heridas son otras que les están afectando a ellos, y cada cual puede y debe manejar las suyas.
En conlusión
Espero que estas pequeñas claves te ayuden en cada uno en los procesos de terapia a los que puedas ir en el futuro. La constancia es una virtud, y cuando algo duele, solo queda luchar hasta que deje de doler.