Por mucho que se sepa que hacer esperar a los demás les supone una molestia y que el tiempo que pierden es oro, hay algunas personas que tienen verdaderos problemas para ser puntuales en sus citas y reuniones. Es un fenómeno que cuesta de explicar, simplemente ocurre. Antes de que se hayan dado cuenta, salen de casa con mucho menos tiempo del necesario, y terminan llegando tarde de manera sistemática.
Sin embargo, estas tendencias de comportamiento pueden ser corregidas, y cualquier persona puede llegar a acostumbrarse al hábito de ser puntual siempre o casi siempre. ¿Cómo hacerlo? Para eso, es bueno entrar en contacto con los principios del enfoque cognitivo-conductual.
Modificando ideas y hábitos
Este enfoque psicológico se basa en una premisa que, de tan simple, parece revolucionaria; consiste en modificar tanto las creencias como los hábitos (las maneras habituales de comportarse, moverse, etc.) para que una nueva forma de actuar llegue a consolidarse-
Así pues, si se quiere aprender a ser puntual hay que cambiar tanto las acciones, desde los detalles más pequeños, hasta los pensamientos y el modo en el que se interpretan las consecuencias de esas acciones.
Sabiendo esto, pasemos a ver algunas indicaciones útiles para, poco a poco, ir cambiando de costumbres.
Consejos para ser puntual
Esta serie de claves para ser puntual son orientativas, y hay que saber adaptarlas y aplicarlas a cada caso. Ofrecen una visión general sobre el problema y sus posibles soluciones, pero en caso de que aparezcan muchos problemas y estos dañen significativamente la calidad de vida, es recomendable acudir directamente a un profesional que ofrezca trato personalizado.
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1. Fijar alarmas sistemáticamente
Cada vez que quede fijada una cita, hay que apuntarla en una agenda y programar una alarma para que suene en el momento en el que hay que empezar a prepararse para acudir. Es de suma importancia no postergar esta fase, porque es fácil que se le dé poca importancia y termine cayendo en el olvido.
2. Descartar la opción optimista
El fenómeno por el cual algunas personas siempre llegan tarde es una especie de procrastinación, o "síndrome del ya lo haré mañana", aunque en estos casos ocupa unos límites temporales que en vez de ocupar varios días ocupa minutos. Eso significa que, inconscientemente, nos ponemos excusas para no tener que salir a la hora indicada, normalmente porque da pereza.
Muchas veces se llega tarde porque se asume que se tendrá un golpe de suerte a la hora de avanzar rápidamente hasta el lugar en el que se ha quedado. Por ejemplo, la creencia de que los autobuses llegarán justo cuando nos acerquemos a la parada. Es necesario anticipar la aparición de esas creencias para poder reconocerlas cuando aparezcan en nuestra mente y, a continuación, descartarlas inmediatamente, como norma, para no caer en su influencia seductora.
3. Apuntar horas de recorrido
Para las citas más importantes, es bueno apuntarse un mini-horario sobre la secuencia de acciones que hay que seguir para llegar a tiempo, destacando las fases más importantes de un proceso que puede durar menos de una hora. Por ejemplo, el momento de empezar a vestirse, el de peinarse, el de salir de casa, etc. Las etapas iniciales son las más importantes, y por eso deben ser más numerosas y estar más detalladas que el resto.
4. Mini-penalizaciones
Cada vez que se llegue tarde, aunque sea por un minuto, hay que pagar una pequeña multa, que puede consistir en una cantidad de monedas por valor de una cena, por ejemplo. Si se realiza este compromiso ante más gente, mejor, porque así hay mayor presión para cumplirla. Además, hay que pagar esa multa en las siguientes 24 horas.
5. Prohibido correr
Esta norma se explica sola. Además, tiene dos funciones. Por un lado, previene la posibilidad de salir tarde ante la perspectiva de poder recuperar tiempo corriendo. Por el otro, el estrés que genera llegar tarde a un sitio y no poder correr hace que, en caso de ocurrir esto, sirva como una lección mucho más potente sobre el tipo de situaciones que hay que evitar.
6. Engañar al reloj
Al principio, es bueno restarle diez minutos a la hora a la que se ha quedado y tomarse muy en serio esta medida como parte del proceso de aprender a ser puntual. Esto hará que se pueda experimentar las sensaciones positivas que produce llegar a los sitios dentro del tiempo establecido y que no se quiera volver a la situación anterior.
De algún modo, esta situación sirve para empezar a experimentar lo que es no ir con la preocupación de que se llega tarde a todas partes, y ver que es posible hacerlo si se sigue normas que a pesar de parecer las reglas de un juego, funcionan.