Si echamos la vista atrás unos 100 años, por ejemplo, y observamos todo este periodo, podemos observar cuánto han cambiado la percepción y las creencias en referencia a la crianza. Lo más habitual hace unas décadas era un estilo autoritario en el que prácticamente no se tenía en cuenta la voluntad o los deseos de los menores.
Sin embargo, en la actualidad podemos encontrar una gran variedad de estilos de crianza. Suelen categorizarse en tres tipos: autoritario, permisivo y democrático o autoritativo. ¿Hay uno más beneficioso que otro? Los resultados de los estudios que se han realizado hasta el momento apuntan a que lo ideal sería establecer un estilo de crianza democrático.
Hoy en día disponemos de mucha información y, aunque puede parecer beneficioso a priori, también puede llevarnos a la desinformación y la confusión. A lo largo de este artículo hablaremos sobre la crianza respetuosa, la crianza sin lágrimas y sus implicaciones. Sin duda, hablaremos de aspectos como límites, disciplina, autoridad y empatía.
Contextualizando el estado de la crianza en nuestra sociedad actual
La crianza, tal y como se da en nuestra sociedad, no es algo fácil. En la mayoría de ocasiones, las familias disponen de poco apoyo de su entorno y, por supuesto, son muy pocas las que pueden criar en comunidad. Tal y como dice el proverbio africano, «hace falta una tribu para criar a un niño», cuando no disponemos de apoyo, la crianza se complica.
A pesar de que los padres, las madres y los/as tutores/as pueden sentirse más sobrecargados por los retos y el cansancio de la crianza que en otros momentos, hoy tenemos a nuestro alcance un sinfín de información. Este hecho puede vivirse como algo positivo puesto que es más accesible comprender determinados aspectos, pero también puede generar malestar.
También es cierto que, afortunadamente, cada vez son más las personas que se interesan por el tema de la crianza. Especialmente, por la crianza respetuosa. Este hecho implica un creciente interés por el acompañamiento y la educación que se ofrece a los/as más pequeños/as. Como sociedad, poner el foco en los infantes es un gran avance.
Crianza respetuosa: ¿qué es?
La crianza respetuosa es un modelo educativo que, a diferencia de otras propuestas, considera al niño o la niña como un ser que está al mismo nivel que los adultos. Es decir, no hay jerarquía. En otras palabras, uno de los puntos principales de esta propuesta es la importancia de tener en cuenta las necesidades y las voluntades de los menores.
Aunque muchas personas podrían considerar que la crianza respetuosa es lo mismo que el estilo educativo democrático (autoritativo), hay algunas diferencias entre ambos modelos. Si bien es cierto que confluyen en aspectos como el respeto mutuo, la comunicación abierta y el apoyo emocional; difieren en los aspectos relacionados con la disciplina y la estructura. A continuación se enumeran algunas de las principales propuestas que caracterizan el modelo de crianza respetuosa:
- Amor incondicional para establecer un apego seguro.
- Atención a las necesidades del/la menor.
- Validación emocional y acompañamiento.
- Horizontalidad: el adulto no es más o mejor que el infante.
- Reconocimiento y respeto por la individualidad del niño o la niña.
- Establecimiento de límites desde la empatía y el respeto.
- Comunicación asertiva, abierta y empática.
- Fomento de la autonomía y la exploración.
- Aprendizaje mediante la experiencia.
- Modelado del comportamiento: se entiende que los niños aprenden más por imitación que con instrucciones directas.
¿Crianza respetuosa es sinónimo de crianza sin lágrimas?
Una de las principales críticas que recibe en numerosas ocasiones la crianza respetuosa es la falta de límites. Este hecho sucede debido a una mala interpretación de la propuesta educativa o a la desinformación que puede producirse debido a la sobreexposición a la información. Las redes sociales han contribuido enormemente a este malentendido.
Es elemental tener en cuenta que al hablar de crianza sin lágrimas en este artículo hacemos referencia al tipo de crianza que pretende evitar el llanto y/o la frustración de los infantes. Se entiende que, en este tipo de crianza (sin lágrimas), se fomenta la evitación de todo aquello que pueda generar malestar o estrés emocional y físico al niño/a.
Teniendo esto presente, podemos afirmar que la crianza respetuosa no es sinónimo de crianza sin lágrimas puesto que en ningún momento busca evitar la frustración o el malestar. Es decir, no es un objetivo a conseguir. Esta propuesta se centra más en el acompañamiento que los/as cuidadores/as realizan en momentos de malestar, frustración o dolor.
En la crianza respetuosa se considera que el establecimiento de límites es necesario puesto que se entienden como cuidados hacia el infante. Estos límites se establecen desde el amor, de forma empática y asertiva teniendo en cuenta los deseos y las necesidades físicas y emocionales de los menores.
Posibles peligros de la crianza sin lágrimas o malestar
Es comprensible que los cuidadores/as intenten evitar el malestar de los/as menores a su cargo. Vivimos en una sociedad en la que a la mayoría de personas nos cuesta mucho tolerar el malestar porque hemos recibido muy poca, o ninguna, educación emocional. En este sentido, sería interesante plantearnos si realmente les estamos intentando evitar el malestar a ellos/as o a nosotros/as mismos/as como progenitores. Es importante tomar consciencia de lo peligroso que puede ser en su desarrollo.
El hecho de que los/as menores no se expongan a la frustración y el malestar no les protege; al contrario, puede ser realmente perjudicial para ellos/as. Esto es así puesto que el sufrimiento y el malestar son inherentes a la vida y la condición humana. Si no les acompañamos en las experiencias dolorosas, no tendrán herramientas útiles para hacer frente a estas situaciones cuando las vivan. Y, por descontado, las vivirán porque no pueden estar en burbujas protectoras toda su vida.
Límites, disciplina, autoridad y empatía
Es importante tener presente que los límites son necesarios puesto que vivimos en sociedad. Inevitablemente debe haber normas para un funcionamiento adecuado. Sin embargo, es cierto que no siempre nos van a gustar dichos límites o estaremos de acuerdo con ellos. Por ello, es importante acompañar a nuestros infantes en este proceso.
Vivir situaciones que puedan resultar en frustración o malestar permite a los niños y las niñas ser más resilientes. Cuando les acompañamos de forma amorosa, empática y respetuosa, adquieren herramientas para hacer frente a los desafíos. Además, también integran herramientas de gestión emocional y son más empáticos con el resto.