El síndrome de 'La Niña Buena'

La autoestima de muchas mujeres se ve condicionada por el síndrome de 'la niña buena'.

El síndrome de 'La Niña Buena'

Sonia, con 24 años, es el reflejo perfecto de lo que la sociedad espera de una “niña buena”: siempre dispuesta a ayudar, complaciente y cuidadosa con las necesidades de los demás. Desde pequeña, ha interiorizado que para ser querida y aceptada debe poner sus propios deseos en segundo plano, asegurándose de no causar problemas ni generar conflictos. Aunque sus amigos y familiares la ven como la persona en la que siempre pueden confiar, Sara ha empezado a darse cuenta de que esa constante búsqueda de aprobación externa la ha dejado sintiéndose vacía y desconectada de sus propios deseos, atrapada en un ciclo del que no sabe cómo salir.

¿Alguna vez has escuchado hablar sobre el síndrome de “la niña buena”? Este patrón de comportamiento que Sara ha adoptado a lo largo de su vida no es único; de hecho, es tan común que se ha dado en llamar el síndrome de “la niña buena”. En los últimos años, este término ha cobrado importancia, especialmente en redes sociales, donde se ha convertido en un tema de reflexión sobre la presión y las cargas que las mujeres han soportado en diversos ámbitos a lo largo de la historia.

¿Qué es el síndrome de “la niña buena”?

Pese a que habitualmente se atribuye este síndrome a las mujeres por la alta frecuencia con la que lo sufren, es importante partir de la base de que cualquier persona puede verse afectada. La principal característica de este patrón es el hecho de priorizar de forma habitual las necesidades y los deseos del resto de personas por encima de los propios.

Además, se suele manifestar una actitud complaciente, amable e incluso obediente con el objetivo de intentar cumplir las expectativas sociales que los demás tienen sobre esa persona. En este sentido, puesto que se tiende a idealizar el cuidado y a priorizar a las otras personas, es habitual encontrarse con dificultades para expresar las propias emociones y poner límites.

Con frecuencia, se observa, también, una actitud prudente puesto que se considera especialmente relevante la opinión de los demás. No resulta extraño que las mujeres se sientan poco merecedoras de que les pasen cosas buenas y suelen manifestar muy poca tolerancia con sus propios fallos.

¿Cuáles son las causas y los factores que contribuyen a su desarrollo?

Se ha observado que el síndrome de “la niña buena” es un patrón conductual que se interioriza y reproduce principalmente por las experiencias que se han vivido de forma temprana, en la infancia y la adolescencia. Habitualmente, las personas que lo experimentan han vivido en un entorno en el que recibían validación meramente cuando “eran buenas”.

Son muchas las personas, aunque especialmente mujeres, que han vivido en sistemas familiares que reforzaban conductas como estar calladas, ser atentas y amables con los demás, no “dar problemas”, no llevar la contraria o decir “no”, no generar conflicto, no quejarse, ser sonrientes, cuidadoras y complacientes…

Esto, sin duda, genera un aprendizaje en las personas de que deben cumplir con todas estas (¡y otras!) directrices para ser queridas, vistas o merecedoras. Sin embargo, no podemos obviar que hay otro factor realmente importante en el desarrollo de esta situación y es el peso que ejerce la sociedad y que, desafortunadamente, refuerza todas estas ideas.

Impacto que genera en la vida de las personas

El síndrome de “la niña buena” tiene graves consecuencias en el desarrollo emocional y la salud mental de las personas. Esta situación lleva a muchas mujeres a suprimir y desconectarse de sus propios deseos y necesidades. Esto puede hacer que les cueste tomar decisiones y, por supuesto, poner límites es algo realmente difícil para ellas.

La mayoría de personas que lo sufren sienten que siempre están disponibles para el resto de personas, que dependen de la opinión de los demás y que fallar, para ellas, no es una opción. Por supuesto, todo esto las lleva a hacer todo lo posible para evitar el conflicto —habitualmente mediante la complacencia— y a hacer todo aquello que se espera de ellas.

Todo esto, sin duda, tiene un grave impacto sobre la salud mental y emocional de las personas. Es habitual que sientan mucha culpa cuando intentan poner límites, que tengan una baja autoestima, se sientan poco merecedoras o válidas y acaban responsabilizándose del bienestar emocional de otras personas —hecho que suele generar ansiedad y preocupación extrema—.

Puesto que son personas que se desviven para contentar, complacer y agradar al resto de personas de su entorno, suele darse un sentimiento de vacío y profunda tristeza porque ellas mismas no se consideran valiosas e importantes. Esta falta de valoración interna las lleva, a su vez, a continuar buscando la aprobación y validación externa manteniendo las dinámicas de ser “la niña buena”.

A nivel físico, no es de extrañar que todo este malestar interno producido a nivel emocional se acabe manifestando en sintomatología física. Puede aparecer sintomatología ansiosa y/o depresiva, junto con las dolencias y malestares físicos que en estas situaciones suelen manifestarse.

Por si fuera poco, toda esta situación también genera un impacto en el ámbito relacional. Es relativamente fácil que las personas que presentan este patrón conductual puedan establecer relaciones —del tipo que sean: de pareja, amistad, laborales o incluso familiares— en las que se establecen dinámicas poco favorecedoras para su bienestar.

Estrategias para superar el síndrome de “la niña buena”

Partimos de la base de que la principal estrategia para hacer frente al síndrome de “la niña buena” es la educación. Es necesario que, como sociedad, tomemos consciencia de esta situación y potenciemos aspectos como el establecimiento de límites que nos cuidan, la asertividad, el autoconocimiento y la autocompasión. Sin embargo, más allá de la concienciación social, es fundamental que cada persona afectada por este síndrome realice un trabajo personal para romper con este patrón.

En este sentido, es importante que cada persona pueda hacer un trabajo de introspección y tomar consciencia de qué le ha llevado a adoptar este patrón. Un ejercicio efectivo para comenzar este proceso es llevar un diario emocional donde se registren las situaciones diarias en las que se sintió la necesidad de complacer a los demás a costa de los propios deseos. Este diario puede incluir preguntas como: “¿Qué deseaba yo en este momento?”, “¿Por qué elegí satisfacer las expectativas de los demás?”, “¿Cómo me sentí después?”. Este ejercicio ayuda a identificar patrones recurrentes y a aumentar la conciencia sobre cómo y cuándo se está priorizando a los demás en detrimento de uno mismo.

Otro ejercicio clave es el de la visualización. Dedicar unos minutos al día a imaginarse en situaciones cotidianas donde se expresen con asertividad las propias necesidades, sin miedo a las reacciones de los demás, es una manera poderosa de entrenar la mente para actuar de manera diferente. Esta práctica puede incluir imaginarse diciendo “no” de forma clara y respetuosa, o expresando una opinión contraria a la mayoría. Al repetir estas visualizaciones, se empieza a reducir el miedo al conflicto y a reforzar la idea de que es posible defender los propios deseos sin perder el respeto de los demás.

Francisco José González Galán

Francisco José González Galán

Psicólogo Experto en Ansiedad y Depresión

Profesional verificado
Madrid
Terapia online

Además, es crucial trabajar con el reconocimiento y validación de las propias necesidades y deseos, así como con el establecimiento de límites. Un ejercicio práctico es hacer una lista de las propias necesidades y deseos, y clasificarlos en orden de importancia. A continuación, se pueden practicar pequeños pasos para satisfacer esas necesidades, comenzando con las menos intimidantes y avanzando gradualmente hacia las más desafiantes. Este enfoque gradual permite fortalecer la confianza en la capacidad de poner límites y priorizar el bienestar propio.

En la mayor parte de las ocasiones, el acompañamiento psicológico es un elemento crucial para poder abordar los cambios de dinámicas, las creencias limitantes, etc. Trabajar con un psicólogo puede proporcionar herramientas adicionales, como técnicas de reestructuración cognitiva para desafiar las creencias limitantes y fomentar una mentalidad más saludable y equilibrada.

  • Glover, N. (2016). Set Boundaries, Find Peace: A Guide to Reclaiming Yourself. TarcherPerigee.
  • Martínez, M. (2024). El síndrome de la chica buena: Deja de complacer a todo el mundo y empieza a pensar en ti. Zenith.
  • Neff, K. (2022). Autocompasión fiera: Cómo las mujeres pueden utilizar la amabilidad para expresarse, empoderarse y crecer. Ediciones Paidós.
  • Rodríguez, M. (2024). Cómo dejar de ser una niña buena. Molino.

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Francisco José González Galán. (2024, septiembre 11). El síndrome de 'La Niña Buena'. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/sindrome-de-la-nina-buena

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