La mentira está a la orden del día. Desde las más altas esferas políticas y económicas hasta en la intimidad de la alcoba, decir la verdad no siempre es el camino elegido.
Esta propensión a no ser sinceros puede en ocasiones ser comprensible, y en otras resultar inmoral. En cualquier caso, desde la psicología se estudia por qué los seres humanos mentimos y, como hablaremos en el artículo de hoy, cómo se relaciona el acto de decir una mentira con ciertos indicadores psicofisiológicos.
¿Qué es el efecto Pinocho?
Como le sucede a Pinocho, tu nariz indica que mientes. Pero a diferencia del famoso personaje, la nariz no crece, sino que sube la temperatura de nuestro rostro, y lo mismo ocurre con el músculo orbital de la esquina interna del ojo. Cuando realizamos un esfuerzo mental considerable la temperatura de nuestro rostro cae, y cuando tenemos un ataque de ansiedad, la temperatura incrementa.
Estas son algunas de las conclusiones extraídas de un estudio que se realizó en el Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, que introdujo nuevas aplicaciones en la termografía. Por cierto, la termografía también se usó para diseñar el primer Mapa corporal de las emociones humanas.
La termografía es una técnica que detecta la temperatura corporal. Se aplica en muchos campos, como en la industria en general, la industria de la construcción y la medicina. Las cámaras termográficas tienen una amplia gama de usos: miden la pérdida de energía en los edificios, detectan enfermedades respiratorias en animales o la rabia en mapaches. La termografía fue desarrollada en los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial para detectar la presencia de enemigos (visión nocturna).
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¿Por qué sucede el efecto Pinocho?
Los científicos de la Fundación para el Tratamiento y la Investigación del Gusto y el Tacto de Chicago descubrieron que cuando mentimos se liberan unas sustancias químicas llamadas catecolaminas, que provocan la inflamación de los tejidos internos de la nariz.
Las mentiras aumentan la presión sanguínea y, en consecuencia, se inflama la nariz, apareciendo levemente enrojecida. Los expertos en lenguaje no verbal han observado que los que están mintiendo suelen frotarse la nariz, ya sea con un frotamiento rápido debajo de la nariz o con un toque rápido y casi imperceptible.
Además, la nariz no es la única parte del cuerpo que se inflama, ya que el pene también lo hace. Que sepamos, a Pinocho sólo le crecía la nariz cuando mentía.