Para la mayoría de personas, el egoísmo es intrínsecamente negativo; los actos que nos hacen retroceder como sociedad y afectan gravemente a las demás personas provienen de individuos que no reparan en el efecto que sus acciones pueden causar en terceros/as.
Es más, la RAE define egoísmo como: Inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás. Todo nos hace pensar que no existen cualidades positivas para este fenómeno; sin embargo, es de mi interés, ya por mucho tiempo, mirarlo desde otra perspectiva, desde el lado de la autorregulación y del equilibrio.
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La importancia de una autorregulación equilibrada
Cuando hablo sobre autorregulación y el equilibrio, me refiero a la capacidad natural de nuestro organismo (cuerpo y mente) de cubrir sus propias necesidades.
Si siento resequedad en la boca y la garganta, identifico la sensación de sed y la necesidad de beber agua, tomo energía para entrar en contacto con el mundo (ir por el vaso de agua), y cubrir mi necesidad, para así retornar al equilibrio (regresar al reposo). Esto también sucede con nuestras necesidades psicológicas, y nuestras emociones son la guía que nos muestra el camino para satisfacerlas.
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Pongamos un ejemplo
Digamos que una persona se preocupa mucho por los demás, hace lo posible por no incomodar, se fija en cada oportunidad que tiene en que nos les falte nada, y constantemente está al tanto de ayudarlos a cubrir sus necesidades; sin duda, esta persona es considerada todo lo opuesto a un/a egoísta, podríamos llamarlo/a altruista, amable, bondadoso/a, etc. Todo se ve bien hasta aquí; ahora, el problema está en que esta persona, al estar pendiente constantemente de las necesidades de los demás, corre el riesgo de perder de vista la satisfacción de las suyas, y esto puede traer múltiples consecuencias negativas.
Al estar pendiente al mundo exterior, pierde contacto con su mundo interno, deja de estar conectado/a con sus emociones, y muchas veces ni siquiera sabe qué es lo que siente; si no sabe lo que siente, mucho menos sabrá qué es lo que necesita para retornar al equilibrio, debes recordar en este punto cuantas veces te han preguntado qué es lo que quieres y no has sabido responder… llegas al incómodo momento de “no sé lo que quiero”. Esto hace que nuestras elecciones se debatan entre lo que es conveniente + lo que es mejor + lo que deberíamos hacer + lo que se espera de nosotros… Y casi nunca en lo que nos haría felices, lamentablemente porque no lo sabemos.
Al ser una persona muy dadivosa, eventualmente se dará cuenta de que lo que está dando no es recíproco, se sentirá decepcionada, ya que gastó sus recursos personales y emocionales en los demás, y no le quedó conciencia, fuerzas, ni tiempo de ocuparse de lo que le falta; y como “nosotros debemos cubrir las necesidades de los demás” entonces “los demás deben cubrir nuestras necesidades”.
Esta exigencia trae consigo muchos problemas relacionados a la confianza en los otros, a la percepción de injusticia, desesperanza y resentimiento. En otras palabras, esta filosofía de vida tiene mucho potencial para amargar la vida de quien la mantenga.
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Comprendiendo el egoísmo positivo
Por tanto, no veo con malos ojos el egoísmo si este nos invita a mirar hacia adentro, conectarnos con nuestras emociones, ver hacia dónde nos llevan, qué es lo que necesitamos para estar mejor, tomar energía de nuestro cuerpo y entrar en contacto con el mundo, con la realidad, para darnos eso que nos falta y retornar a nuestro estado de equilibrio (homeostasis).
Las personas que están pendientes de sí mismas primero, al tener cubiertas sus prioridades, están más abiertas a mirar a los demás, a cuidarlos y a ser más generosas. Al tener cubiertas sus necesidades, le es más fácil reconocer las de otros, tienen tiempo, conciencia y energía para ayudar y dar de sí.
En conclusión
No tiene nada de malo que busques cuidarte a ti primero, probar ser egoísta de cuando en cuando, cubrirte, y cuando ya tengas lo tuyo, ver qué es lo que necesitan los que te rodean con mucha más paciencia y armonía. Para lograrlo, puedes empezar con preguntas muy simples ¿cómo me siento hoy?, ¿qué quiero ahora?, ¿Qué necesito para estar mejor? Esto te acercará a estar más conectada/o con tu mundo interno y con la realidad presente, para hacerte cargo de ti mismo/a.
Si sientes que pones a los demás antes que a ti mismo/a y quieres cambiar eso, o sientes deseos genuinos de entrar más en contacto con tus emociones y necesidades te invito a que me escribas; es un buen momento para iniciar tu proceso de búsqueda.