Lo más probable es que hayas sentido rencor o resentimiento en algún momento de tu vida. Esta emoción de disgusto aparece cuando responsabilizamos a alguien de habernos causado un daño, emocional o físico (puede que tenga esa culpa de verdad o no).
Cuanto más importante sea esta persona para nosotros y más confiemos en él/ella, más nos va a doler y más resentimiento podemos sentir. Hay personas que tienden de forma natural a perdonar fácilmente, pero otras se quedan ancladas en el resentimiento.
¿Y por qué sentimos esta emoción? ¿Es útil el resentimiento? Sí y no. No todo es blanco o negro. En este artículo te cuento las ventajas y desventajas del resentimiento, además de darte consejos para poder dejar atrás esta emoción.
¿Por qué es útil el resentimiento?
El resentimiento, como todas las emociones, cumple una función adaptativa. El propósito del rencor o resentimiento es que aprendamos de nuestras experiencias pasadas y podamos evitar futuros malestares.
Por eso, esta emoción nos lleva a pensar una y otra vez en lo que ha ocurrido, para poder examinar con cuidado y poder entender qué ha pasado y cómo no lo hemos podido prevenir. Este aprendizaje no solo lo aplicamos a la persona que nos ha provocado el daño, sino que lo generalizamos y lo tenemos en cuenta para el resto de nuestra vida.
A partir de la conclusión que hemos extraído, el resentimiento nos motiva a tomar decisiones presentes y futuras. Podemos decidir no volver a confiar en esa persona y romper la relación con él/ella; incluso no fiarnos de nadie, al menos durante un tiempo. También puede ocurrir al contrario, que cuando estemos reevaluando lo ocurrido, tomemos la decisión de perdonar y seguir hacia delante. Si el resentimiento se mantiene, puede ser porque no hemos tomado la decisión correcta.
Pero el resentimiento no cumple únicamente una función para nosotros, no. También es una forma no explícita de comunicarnos con los demás (al igual que el resto de emociones). El resentimiento generalmente es una mezcla de enfado, tristeza y frustración, y cuando las personas nos ven sintiendo y expresando estas emociones, saben que algo malo ha pasado y se preguntan si ellos han sido los causantes.
De esta manera, cuando expresamos nuestro resentimiento (ya sea mediante lenguaje no verbal o hablándolo explícitamente), las personas se dan cuenta de que nos han hecho daño. A partir de ahí, dependiendo de cómo sea cada persona, tomarán decisiones al igual que tú. Puede que se responsabilicen de sus actos y te pidan perdón, o defiendan que no tienen culpa de nada. Hasta que no desaparezca tu emoción, sabrán que no está bien la relación y seguirán evaluando sus propios actos y consecuencias.
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¿Y cuándo no es útil el resentimiento?
Sin embargo, el resentimiento, como todas las emociones, pierde su utilidad cuando no se ajusta a los hechos. Por ejemplo, puede que el resentimiento llegue a niveles exageradamente altos y nos impulsen a tomar decisiones precipitadas, como romper la relación de forma inmediata con la persona. Esto puede pasar si hemos interpretado la situación como catastrófica o pensamos que nos han hecho daño a propósito.
También puede ocurrir que el resentimiento se mantenga demasiado en el tiempo. Esta emoción cumple su función cuando acaban de ocurrir los hechos, ya que nos ayudan a aprender de la situación e ir con cautela con la persona que nos ha provocado el daño. Cuando el resentimiento se mantiene y no hay nada nuevo que sacar de la experiencia ni tomar nuevas decisiones, no nos está resultando útil el resentimiento.
De hecho, nos hace estar hiperalerta y sobrepensar todo, pudiendo llegar a malinterpretar situaciones. Nos causa un estrés y un malestar innecesarios que mantenidos en el tiempo nos pueden hacer mucho daño física y mentalmente, como problemas de tensión, cansancio acumulado, dificultades en el sueño, discusiones frecuentes, problemas digestivos, cardiacos, trastornos de ansiedad…
Asimismo, puede que estemos atribuyéndole la responsabilidad de habernos hecho daño a la persona equivocada. En ese caso, el resentimiento no tiene utilidad porque lo estamos dirigiendo a una persona que no tiene culpa de nada, y solo le estamos causando malestar. Esto ocurre a menudo cuando el rencor se ha generalizado demasiado y sentimos que el mundo va en contra nuestra, empezamos a pagar nuestra frustración con personas que no lo merecen.
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¿Qué hacer si tengo mucho resentimiento?
Cuando sentimos resentimiento, realmente sufrimos, y a nadie nos gusta pasarlo mal. Generalmente, a todo el mundo nos gustaría poder seguir hacia delante y no anclarnos en esa emoción, pero es algo complicado de hacer. Por eso a continuación te dejo tres consejos claves para poder liberarnos de la emoción y asegurarnos de que el resentimiento sea útil y cumpla sus funciones. Expresa tu emoción
Lo primero y más importante es expresar el resentimiento. Intentar evitar o suprimir cualquier emoción es perjudicial para nosotros mismos. Es como cuando intentamos reprimir un estornudo para no hacer mucho ruido o no salgan mocos: por una vez no pasa nada, pero a la larga tendrá efectos nocivos para nuestra salud e incluso nos podemos hacer mucho daño cuando lo repitamos.
Además, el resentimiento no deja de ser una forma de comunicar al entorno que no queremos volver a vivir una situación porque nos hace daño. Cuando no expresamos la emoción, pierde esa utilidad y solo nos llevamos la peor parte, que es el sentir malestar.
Aunque temamos las consecuencias o pensemos que somos un monstruo por sentir rencor, lo mejor es comunicarlo a la persona correspondiente para que no volvamos a sufrir de la misma manera. Podemos hacerlo de manera asertiva para intentar evitar que la persona se sienta atacada y se ponga a la defensiva.
Sin embargo, hay veces en las que es verdad que no podemos comunicar el resentimiento a la persona que nos lo causa, porque las consecuencias serían peores que las de reprimir la emoción. En estos casos, una opción es expresarlo a personas de tu entorno para que al menos te sientas comprendido/a y escuchado/a. También puedes acudir a terapia psicológica para intentar resolver ese episodio en consulta con la ayuda de un/a profesional y seguir hacia delante.
Intenta entender a la persona que te hizo daño
A menudo nos cuesta no sentir resentimiento porque no entendemos cómo alguien en quien confiábamos nos ha podido hacer daño. Esta confusión nos lleva a atribuirle malas intenciones a esa persona, creyendo que no pudo tener un motivo distinto de lo que hizo si no es que nos quiso hacer daño aposta.
En estos casos, intentar entender las circunstancias de la otra persona puede ayudar. Deja atrás tus hipótesis actuales y ponte en su lugar. ¿Por qué crees que lo hizo? Empatiza con esta persona y pregúntate si de verdad había intención de hacerte daño. Si es una persona que te quiere y en la que confiabas, lo más probable es que no pretendiera causarte malestar.
Practica el perdón
El último paso para liberarnos del resentimiento es el perdón. No quiero caer en un positivismo tóxico, no es mi estilo ni encaja con mi forma de ver la vida y la psicología. Aun así, te aconsejo que des el paso de perdonar para poder seguir hacia delante con tu vida.
Y es que perdonar no significa olvidar, sino avanzar. Perdonar se define precisamente como lo contrario de guardar rencor: tomar la decisión consciente de ser comprensivo/a con la persona y dejar atrás el resentimiento. Es un proceso que puede llevar su tiempo, así que tomátelo con tranquilidad y no te presiones a ti mismo/a a hacerlo rápido.
Cuando estás perdonando y empatizando con sus motivos, no estás justificando lo que hizo. Si te causó daño y te está costando perdonarle con facilidad, es porque sus acciones seguramente fueron erróneas, no debería haberlo hecho y debe tomar la responsabilidad de sus consecuencias.
Incluso puede que decidas romper la relación con esa persona, ya sea porque el daño es demasiado alto como para poder soportar el recuerdo constantemente o porque pienses que lo volverá a repetir (que aquí es cuando es más útil el resentimiento). Perdonar no es garantía de reconciliación.
Al perdonar, no olvidas lo que ha ocurrido ni lo justificas, sino que puedes tener menos presente lo que pasó para recuperar la relación (si decides mantenerla) y tu propio bienestar. Disminuirán tus emociones desagradables, empezarás a notar que te influye menos lo que ha pasado y conseguirás quitarte un peso de encima. Además, te sentirás mejor contigo mismo/a como persona y mejorará tu autoestima.
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