Se le conoce como Chevalier d’Éon, pero también como Mademoiselle d’Éon. Se le podía ver luciendo uniforme militar, pero también ataviado con los más refinados atuendos femeninos. Alto, delgado y de suaves facciones, el caballero d’Éon suscitaba admiración y odio a partes iguales. El misterio acerca de su sexo biológico fue asunto candente en la sociedad europea de la época: en Inglaterra, los corredores de apuestas llegaron a usar el tema para lucrarse. Los londinenses se volvían locos apostando por el sexo que ellos consideraban el “verdadero”. Y el caballero d´Éon (o Mademoiselle d’Éon) se reía de todos ellos.
Si os habéis quedado sorprendidos y con ganas de saber más sobre este fascinante personaje, seguid leyendo. En esta breve biografía de Chevalier d’Éon os adentraréis en una de las vidas más apasionantes del siglo XVIII.
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Biografía del Caballero d’Éon
Los nombres que le impusieron en la pila bautismal ya auguraban su enigmático futuro. Porque nuestro personaje se llamaba Charles-Geneviève-Louise-Auguste-Andrée-Thimotée. Es decir, tenía nombres femeninos y masculinos. Se sabe que nació en Tonnerre, Francia, en una familia noble, y que en 1743, a la edad de 15 años, se instala en casa de un tío, en París, para cursar estudios universitarios. A los 21 años se licencia en Derecho Civil y Canónico y empieza a ejercer en el Parlamento.
¿Caballero d’Éon o Mademoiselle?
En aquellos años todavía no era caballero d’Éon, y se le conocía, simplemente, como Charles. Cultísimo y muy refinado, el joven pronto hizo gala de una mente privilegiada que encandiló al rey Luis XV. La leyenda afirma que el monarca conoció a d’Éon en una fiesta en la que Charles acudió vestido de mujer. Luis XV creyó esta identidad femenina, y cuando se enteró que, en realidad, estaba hablando con un muchacho, quedó gratamente sorprendido.
Fue entonces cuando lo envió a Rusia con la identidad de Mademoiselle Lia de Beaumont, con el objetivo de acercarse a la entonces soberana del país, Isabel I, y convencerla de que aceptara una alianza con Francia. La guerra contra Reino Unido y Prusia parecía inminente, y Francia deseaba que Rusia estuviera de su lado en la contienda.
La realidad es más prosaica. Entusiasmado por la inteligencia y el savoir faire de Charles, Luis XV lo envía como embajador (y como hombre) a la corte de Isabel I. Allí, el encanto y la diplomacia de Charles hace su trabajo: cuando regresa del país eslavo, Rusia está de parte de Francia en la Guerra de los Siete Años. Este representa el primero de los muchos éxitos que obtendrá el caballero d’Éon durante su carrera como embajador.
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Embajador de Francia… y espía del rey
El éxito obtenido en la corte rusa le abre las puertas del llamado Secret du roi. Este gabinete, dirigido por el príncipe de Conti, fue el primer servicio secreto verdaderamente organizado de la historia. Servía a los intereses de Luis XV, en ocasiones llevando la contraria y desobedeciendo las directrices de los consejos de estado que, por cierto, desconocían su existencia. Conti admiraba profundamente la capacidad de sugestión de Charles, así como sus modales y su desenvoltura. Sin dudarlo, le propuso entrar a formar parte del gabinete secreto.
Aquí empieza, pues, la carrera de Charles como espía, un oficio obviamente secreto que combina con las labores diplomáticas oficiales. Al mismo tiempo, se alista en el ejército como capitán de dragones y participa en varias campañas de la Guerra de los Siete Años.
Cuando finaliza la contienda, es enviado a Londres para negociar la paz con Inglaterra. Una vez más, el éxito de d’Éon es fulminante: consigue para Francia un tratado de paz más que favorable, que se rubrica en febrero de 1763. Agradecido por los servicios prestados, Luis XV le concede la Cruz de San Luis y le nombra, ahora sí, Chevalier d’Éon, caballero d’Éon.
Se admiten apuestas
Como miembro de la embajada francesa en Londres, Charles permanece en la capital. Allí empieza a ser conocido por la sociedad londinense por sus lujosas y excéntricas fiestas, pero también por su simpatía, su carisma y su don de gentes. Todas las personas que alternan con el caballero d’Éon caen rendidas a sus pies. Charles es encantador y posee una magnífica cultura, que hace que sea un orador imbatible en las reuniones de sociedad.
En 1770 empiezan a correr los primeros rumores acerca del sexo del Chevalier. Algunos están absolutamente convencidos de que es una mujer que viste con ropas de hombre; basan su teoría en su rostro barbilampiño y en sus gráciles formas. Sin embargo, otros aseguran que no, que el Chevalier es un hombre: de otra manera, no hubiera podido mostrar tanto arrojo en la batalla… Poco a poco, la discusión adquiere tintes de folletín. Aparecen libelos y sátiras en los periódicos, e incluso los corredores de apuestas londinenses hacen su agosto convocando a los ciudadanos a apostar sobre el sexo del ilustre personaje.
En 1774, los rumores cruzan el Canal de la Mancha y llegan a París, donde el nuevo rey, Luis XVI, pide explicaciones. El Chevalier no tiene más remedio que esclarecer la situación: afirma que nació mujer, pero que como su padre no había tenido ningún heredero varón, lo educó como si fuera un hombre. Parece ser que el misterio, en principio, está resuelto.
Mademoiselle d’Éon
Pero, antes de poner punto y final a las discusiones sobre su sexo, el rey destituye a d’Éon y nombra nuevo embajador a de Gerchy, su acérrimo enemigo. El motivo: las fiestas descabelladas y el tren de vida que lleva el Chevalier en Londres han fulminado el presupuesto de la embajada francesa. D’Éon se siente profundamente humillado. Cuando Luis XV le exige que regrese a Francia, él rehúsa y permanece en Londres, no sin antes hacer chantaje al rey. No olvidemos que d’Éon, como ex miembro del Secret du roi, está en posesión de documentos muy comprometedores.
Ya hemos comentado como, una vez en el trono, el nuevo rey Luis XVI pide a d’Éon explicaciones sobre su sexo. Tras obtener la confirmación de su sexo femenino, el rey impone al Chevalier que vista siempre ropas de mujer. En otras palabras, d’Éon no podrá vestir nunca más su uniforme de dragones ni lucir sus condecoraciones militares. Y cuando d’Éon protesta, Luis XVI es muy claro: si no viste ropas femeninas durante el resto de su vida, no recibirá ninguna pensión del estado francés. Finalmente, d’Éon claudica. A partir de ahora, y durante los 33 años que le quedan de vida, Charles será Mademoiselle d’Éon.
Los últimos años
Fiel a su promesa, d’Éon viste exquisitas ropas femeninas y recibe a todas sus visitas ataviado como mujer. Las disputas acerca de su sexo se han silenciado. Ya no existe misterio alguno: d’Éon siempre ha sido una mujer que vestía ropas de hombre.
Sin embargo, a d’Éon no le agrada su nueva situación. Quiere vestir su uniforme militar y sus condecoraciones, y le parece inconcebible que, siendo mujer, no se le permita lucirlas. Se sabe que, en una ocasión, se vistió de nuevo de hombre, y que por ello fue llevado a prisión. La gente meneaba la cabeza y achacaba su terquedad a la educación masculina que había recibido.
En 1789, la situación cambia para Mademoiselle. El nuevo estado francés nacido tras la Revolución Francesa le retira la pensión, como a todos los nobles franceses. Mademoiselle d’Éon, acostumbrada a vivir en medio de toda clase de lujos, se ve obligada a subsistir con apenas 200 libras al año. Su situación es desesperada, pero su mente prodigiosa maquina una solución. Sabe que el público no la ha olvidado. Sabe que, en el fondo, la gente la sigue admirando. Así que empieza a dar exhibiciones de esgrima (uno de los deportes en que siempre ha sobresalido)… vestido de mujer.
Sin embargo, a pesar de que estas exhibiciones gozan de cierta popularidad, la situación económica de d’Éon es cada vez más crítica. Sus últimos años los pasa casi en la pobreza, compartiendo un piso modesto con una viuda, la señora Cole, que se convierte en su inseparable amiga. Mademoiselle d’Éon fallece en 1810, a los 81 años. Cuando su fiel compañera la desviste para prepararla para el entierro, observa sorprendida que Mademoiselle… tiene genitales masculinos.
Tan incrédula se siente la señora Cole, que convoca a varios médicos y anatomistas para que confirmen lo que no quiere creer. Se practica entonces un cuidadoso examen del cadáver y se llama al artista Charles Turner para que deje testimonio gráfico de la anatomía íntima de d’Éon. El dibujo en cuestión se imprime y se hace público, aunque se desconocen el número de estampas que se realizaron. La sociedad londinense se da cuenta entonces de que la historia que creyeron… en realidad es al revés.
Símbolo transgénero
La figura de Charles d’Éon/Mademoiselle d’Éon, a pesar de ser todavía bastante desconocida, es uno de los símbolos históricos de la comunidad transgénero. Sin embargo, los historiadores se plantean serias dudas sobre si, realmente, d’Éon contempló esta opción fruto de convicciones personales o si, por el contrario, fue simplemente una manera de mantenerse en boca de todos.
Entonces, la pregunta es: ¿se sentía mujer el Chevalier d’Éon? Está claro, por la autopsia realizada y el estudio de sus genitales, que su sexo biológico era masculino. Pero ¿con qué género se identificaba? ¿O se identificaba con ambos?
Parece bastante probable que d’Éon, tras ser destituido como embajador, mantuviera su vestuario y comportamiento femeninos para seguir gozando de la pensión que le había prometido el rey. Sin embargo, esta condición real había derivado de una declaración previa, en que el mismo d’Éon afirmaba ser biológicamente una mujer. ¿Por qué afirmó tal cosa, si tenía genitales masculinos? ¿Era todo una estrategia calculada para no caer en el olvido? ¿O quizá al afirmar su condición femenina, d’Éon estaba confirmando el género con el que se sentía identificado? Recordemos que, en el siglo XVIII, no se diferenciaba entre los conceptos “sexo” y “género”.
Sea como fuere, lo cierto es que el caballero d’Éon/Mademoiselle d’Éon fue una personalidad arrolladora, de inteligencia viva y carácter fuerte a la vez que encantador. No en vano, el mismísimo Voltaire dijo que era “el hombre más brillante de su siglo”.