Corría el año 1909. El cine apenas había aprendido a andar, pero, aun así, en el desierto de Hollywood se levantaba un sinnúmero de estudios que rodaban cada año un sinnúmero de películas para la delicia y el entretenimiento de los espectadores. Estas películas tenían una particularidad: en los créditos no aparecían los nombres de los actores y actrices.
Florence Lawrence rompió moldes. Fue la primera actriz que vio aparecer su nombre en la pantalla (todo hay que decirlo, fruto de una treta ingeniosísima pero de dudosa ética) y, a partir de entonces, se inició lo que conocemos como star system, el firmamento de las estrellas de Hollywood.
¿Quién fue Florence Lawrence y por qué es tan importante en la historia del cine? Sigue leyendo. Te contamos la vida de la actriz que inauguró el star system y cuyo nombre apareció, por primera vez, en los créditos de las películas.
Breve biografía de Florence Lawrence, la primera estrella de Hollywood
Su aportación a la gran pantalla fue enorme, pero, por desgracia, la figura de Florence Lawrence (1886-1938), es hoy en día absolutamente desconocida para aquellos que no sean especializados (o muy forofos) de la historia del cine. Sin embargo, fue una de las primeras actrices en convertirse en ídolo de masas, especialmente tras el anuncio de su nombre. Antes, todo el mundo la conocía como ‘The Biograph Girl’, en referencia a la productora para la que actuaba, la famosa Biograph.
Su final, como desafortunadamente suele suceder en el mundo del séptimo arte, fue muy triste. Olvidada por todos y, por supuesto, por el cine (al que tanto había dado), se suicidó ingiriendo veneno para hormigas. Era el año 1938, el cine sonoro ya era todo un éxito y nadie pensaba ya en las películas mudas, ni mucho menos en sus protagonistas, antaño célebres.
Infancia entre candilejas
Había nacido en una familia de artistas, algo usual en la época. Y es que, a principios de siglo XX, ser actriz era poco menos que ser prostituta. Ninguna señorita de bien se habría acercado a pedir trabajo ante las cámaras, de igual forma que tampoco habría subido a los escenarios de vodevil. Florence sí lo hizo, y también su madre, Charlotte A. Bridgwood, cuyo nombre artístico, Lotta Lawrence, era de sobra conocido en los ambientes de candilejas de Ontario, Canadá, de donde eran oriundas.
El padre, un tal George Bridgwood, abandonó a madre e hija cuando la pequeña Florence tenía solo 4 años. Muy protegida por Lotta, la niña empezó a hacer sus pinitos en el vodevil, ambiente en el que se la conocía como Baby Florence o The Kid Wonder (‘La niña maravilla’). De resultas de ello, Florence vivió una infancia itinerante, que finalmente la llevó a Estados Unidos.
Allí, y en concreto, en California, se estaba desarrollando un fenómeno que sería una de las grandes revoluciones del siglo XX: el cine. Todo había empezado unos años antes, cuando algunos de los cineastas de la costa este, asustados por las fuertes sumas de dinero que Thomas A. Edison pedía para utilizar su aparato, huyeron a Los Ángeles, un lugar con buen clima y mucha, mucha luz para poder rodar a sus anchas. Además, la cercanía con México facilitaba una posible huída si los acólitos de Edison llegaban para exigir el pago.
‘La chica Biograph’
Cuando Florence llegó a Estados Unidos, ella y su madre se instalaron en Nueva York, donde, con veinte años, fue contratada por la Edison Manufacturing Company para protagonizar la que sería su primera película. Al parecer, le dieron el papel porque era la única de las chicas que sabía montar a caballo. Y, en verdad, Florence era una excelente amazona y una experta deportista, además de una gran entendida en motor.
A partir de entonces, su carrera cinematográfica no tuvo freno. Trabajó sucesivamente para las compañías Vitagraph y Biograph; sus papeles en esta última le valieron el epíteto de ‘La chica Biograph’, algo normal en la época si tenemos en cuenta que los fans no podían dirigirse a sus actores y actrices favoritos por su nombre, simplemente... porque lo desconocían.
Y es que en aquellos años los nombres de los intérpretes no aparecían en los créditos. Al parecer, los productores temían que, si se convertían en celebridades de la noche a la mañana, sus trabajadores les pedirían un aumento de sueldo. De esta forma, Florence Lawrence fue ‘La chica Biograph’ durante mucho tiempo; su compañera y tocaya Florence Turner (1885-1946) fue ‘La chica Vitagraph’, y Gene Gauntier (1885-1966), otra de las actrices de moda (que, además, era directora y guionista) era ‘La chica Kalem’ (por la Kalem Company).
Me llamo Florence Lawrence
Precisamente gracias al cine conoció al que sería su primer marido, Harry Solter, que fue quien le presentó a D.W. Griffith, el famoso director de El nacimiento de una nación (1915), una superproducción muda de casi tres horas. Con Solter protagonizó varios filmes para la Biograph, pero la película que elevó a Lawrence a los cielos fue Resurrección (1909), una versión cinematográfica del clásico de Tolstoi. Tras esta película, que tuvo un éxito arrollador, los fans empezaron a exigir a los estudios que publicaran el nombre de su actriz favorita.
En 1909, el matrimonio entra en contacto con Carl Laemmle, uno de los futuros fundadores de la Universal Pictures. Muy interesado en conseguir a ‘La chica Biograph’ para sus estudios (que, en aquel momento, eran los IMP), ofreció a Lawrence una suculenta oferta: además de duplicar el sueldo que cobraba en Biograph, el productor le daba la oportunidad de decir públicamente su nombre y llegar a la cima de su fama.
Eso sí, Laemmle ideó un truco para dar el golpe definitivo, ingenioso pero de dudosa ética. Y es que hizo correr la voz en los periódicos que ‘La chica Biograph’ había fallecido en un accidente de circulación. Pronto cundió el pánico entre los admiradores de Florence. Finalmente, tras unos días de histerismo, la misma actriz apareció para tranquilizar a sus fans.
La fama de Florence Lawrence llegó, como Laemmle había planeado, a su cénit. Se publicó oficialmente su nombre y se inició, de esta forma, el star system americano. A partir de entonces, las estrellas aparecerían constantemente en las revistas, que los ávidos admiradores comprarían sin parar.
El canto del cisne
Dicen que la caída es fatal si se produce desde muy alto. Algo así sucedió con nuestra estrella, que, a pesar de que siguió protagonizando films exitosos, pronto se empezó a ver opacada por las nuevas actrices que iban surgiendo en el cine mudo; entre ellas, la famosísima Mary Pickford (1892-1979), la ‘Novia de América’.
El cine sonoro fue el golpe definitivo. En el cine americano de 1930 ya no había lugar para la que había sido su primera estrella. Florence se sumió en la depresión, agravada tras la muerte de su madre en 1929, con la que siempre había estado muy unida. Ese mismo año, el ‘crack’ de la Bolsa de Nueva York fulminó sus ahorros.
En 1938, ya nadie se acordaba de ‘La chica Biograph’. Su muerte pasó casi desapercibida: un tristísimo final provocado por la ingesta intencionada de veneno para hormigas. Moría la actriz que había inaugurado el star system, la que consiguió que los nombres de los actores y actrices aparecieran en la pantalla. Y, sin embargo, fue enterrada en una tumba sin lápida.
Muchos años después, promovida por la National Film Preservation Board y, especialmente, por el actor Roddy McDowall, se colocó una placa en su lugar de descanso, donde actualmente podemos leer: Florence Lawrence: The Biograph Girl. The first movie star. Por cierto, se dice que Florence inventó los intermitentes para coches... pero eso es otra historia.


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