La mayoría de las personas hemos pasado momentos en los que, debido a épocas de ansiedad, estrés o situaciones difíciles, hemos experimentado una serie idea o pensamientos recurrentes e incontrolables y que nos han generado altos niveles de angustia.
Sin embargo, aunque estas vivencias son generalmente normales, corremos el riesgo de que estos pensamientos se conviertan en obsesiones. Para que esto no suceda, nos será de gran utilidad conocer en qué consisten estas obsesiones, así como sus tipologías y los recursos que tenemos a nuestra alcance para combatirlas.
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¿En qué consiste una obsesión?
Las obsesiones, o pensamientos obsesivos, son dinámicas de pensamiento en las que la mente de la persona se aferra a una idea fija. Habitualmente, estas ideas están asociadas a algún suceso, evento o situación que supone un o preocupación para esta que le genere sentimientos de temor o angustia.
Para que un pensamiento pueda ser considerado como obsesivo debe cumplir una serie de características. La primera es que estas ideas deben ser repetitivas y recurrentes; es decir, que aparezcan constantemente en la mente de la persona.
Además, también deben de surgir de manera involuntaria y ser incontrolables; esto significa que, por mucho que la persona intente no pensar en ellas o eliminarlas de su cabeza, estas ideas volverán a la mente, puede que incluso con más fuerza.
Las causas más habituales que dan origen a estas obsesiones o pensamientos obsesivos son los estados de ansiedad y de estrés psicológico. En ambos casos la persona experimenta una serie de preocupaciones o miedos recurrentes que, además, tienden a empeorar los síntomas de la ansiedad.
Por lo tanto, la persona se ve envuelta en un círculo vicioso en el cual sufre una ansiedad que le provoca una serie de pensamientos obsesivos, los cuales a su vez contribuyen a alimentar más los síntomas de dicha ansiedad.
Las maneras en las que estos pensamientos obsesivos se exteriorizan son muchas y muy diversas, y en la mayoría de casos estarán influidas por los rasgos de personalidad del sujeto, así como del contexto que le rodea. Conductas obsesivas relacionadas con el orden, la limpieza o el aspecto físico, son el reflejo de estas ideas que ofuscan la mente de la persona.
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¿Qué diferencia una preocupación de una obsesión?
Aunque bien es cierto, que una preocupación puede convertirse en una obsesión, y a su vez esta puede adquirir un grado de cronicidad que la convierta en patológica, existen una serie de diferencias que nos permiten distinguir entre en una preocupación y una idea obsesiva.
A diferencia de las preocupaciones de categoria más normativa, los pensamientos obsesivos tienen un grado de intensidad, frecuencia y duración mucho más elevado, por lo que también son susceptibles de provocar mucho más malestar.
Además, en el caso de las obsesiones, el sujeto no tiene casi ningún control sobre ellas. Es decir, muestran una resistencia mucho mayor a los intentos de la persona por eliminarlas de su cabeza.
Finalmente, según un estudio realizado por Paul Salkovskis, profesor de psicología clínica y ciencias aplicadas de la Universidad de Bath, reveló que un 90% de las personas mentalmente sanas experimentaban una serie de ideas intrusivas relacionadas con preocupaciones que provocaban un alto grado de angustia y malestar, pero que no llegaban a la categoría de obsesiones.
¿Cuándo se pueden considerar patológicas?
Como hemos visto anteriormente, un gran número de personas tienen a experimentar una serie de pensamientos obsesivos los cuales no tienen porqué estar ligados a ningún tipo de patología psicológica. No obstante, existe el riesgo de que estas obsesiones se conviertan en pensamientos obsesivos crónicos, lo cuales pueden llegar a transformarse en un trastorno obsesivo e interferir notablemente en el día a día de la persona.
Las obsesiones o preocupaciones recurrentes de categoría normativa tienden a desaparecer con el tiempo, o una vez se ha resuelto el problema. Sin embargo, estos pensamientos pueden ser muy angustiosos y estresantes.
Cuando estos pensamientos se convierten en obsesiones graves y se acompañan de actos compulsivos destinados a reducir el malestar es muy posible que la persona sufra el conocido trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). En este caso las obsesiones sí han de calificarse como patológicas, puesto que forman parte de una sintomatología mucho más amplia.
Además, aunque no es una norma general, los pensamientos propios de este tipo de alteración psicológica no tienen por qué estar sujetos a la razón. Es decir, las ideas o preocupaciones que inundan la mente del paciente pueden ser incoherentes o no tener una base racional.
Por ejemplo, la persona puede pensar de manera descontrolada y constante que si se deja la luz encendida puede pasarle algo malo cuando salga de casa, por lo tanto realiza comprobaciones compulsivas y constantes. Aquí se muestra cómo los pensamientos no son obligatoriamente lógicos, ya que unen dos hechos que en realidad no tienen nada que ver.
Finalmente, a pesar de que la persona puede llegar a aceptar que sus ideas no parten de ningún principio lógico, esta no es capaz de eliminar estas obsesiones en absoluto.
Tipos de obsesiones
En cuanto al contenido de los pensamientos obsesivos, estos pueden ser tan variados como personas existen en el mundo. No obstante, existen una serie de obsesiones relativamente recurrentes tanto dentro de la población que padece TOC, como en aquellas personas que, debido a la ansiedad o estrés sufrido, experimentan este tipo de ideas incontrolables.
Algunos tipos de ideas obsesivas incluyen:
- Obsesión por el orden y la organización.
- Miedos obsesivos en relación al hogar. Como cerrar toda la casa, dejarla luz o el gas abierto, etc.
- Ideas irracionales y obsesivas acerca de la limpieza y las enfermedades.
- Miedo obsesivos a correr algún peligro de tipo físico.
- Pensamientos obsesivos de naturaleza sexual.
¿Cómo gestionar estos pensamientos?
En los casos en los que las obsesiones formen parte de un diagnóstico de Trastorno obsesivo-compulsivo, será necesario que la persona visite a un profesional de la salud mental para iniciar una terapia adecuada a su afección.
No obstante, si estos pensamientos son solamente debidos a una etapa de la vida particularmente complicada, existen algunas técnicas o pasos que la persona puede llevar a cabo con el objetivo de disminuir o eliminar estos pensamientos. Dentro de estas técnicas se incluye:
- Mantener la mente y el cuerpo activos a través de ejercicio físico.
- No intentar detener o controlar los pensamientos, sino dejar que estos fluyan temporalmente hasta que disminuya su intensidad.
- Conocer el origen de estos e intentar solucionar el problema.
- Reflejar estos pensamientos por escrito.
- Llevar a cabo técnicas de relajación.
- Si nada funciona acudir a un profesional en psicología.