Que el Marqués de Sade (1740-1814) es uno de los personajes más polémicos de la historia, es indiscutible. Su contexto fue el Siglo de las Luces, un período de liberalización general que incluyó, entre otras cosas, un fuerte libertinaje sexual del que, sin duda, él fue uno de los principales abanderados. Sus escándalos sexuales fueron tales, que incluso la aristocracia francesa del XVIII, una de las más depravadas de la historia, se llevó las manos a la cabeza.
Sin embargo, y como cualquier otro personaje histórico, el Marqués de Sade tiene sus luces y sus sombras. Estas últimas son de sobras conocidas. En cuanto a sus luces, diremos que fue un prolífico escritor, muy crítico con la hipocresía y la moralidad rancia, y que, a través de sus obras (y si vamos más allá del puro sexo) describió y satirizó muchas de las conductas que eran habituales en su siglo.
Hoy hablamos de Donatien Alphonse François de Sade, más conocido como el Marqués de Sade, el polémico escritor francés.
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Breve biografía del Marqués de Sade, uno de los personajes más escandalosos de la historia
Donatien Alphonse François de Sade nació cuando la Ilustración estaba en pleno apogeo. Era el mes de junio de 1740; Diderot y d’Alembert ya estaban trabajando en su obra magna, la Encyclopédie, que vería la luz entre 1751 y 1772. La obra representa un esfuerzo notable por recopilar todo el saber conocido hasta entonces y hacerlo público a través de un lenguaje cercano y, sobre todo, accesible, al más puro estilo de la Ilustración.
Donatien Alphonse se dejó llevar por esta corriente pensante y crítica. Sus obras, más allá de meros alegatos al vicio y al goce sensual (y sexual), contienen una ácida sátira hacia las convenciones sociales y hacia cómo funcionaba el mundo. En este sentido, el Marqués de Sade es una pieza importante para comprender el siglo XVIII: sus luces y sus sombras.
Un ilustrado de pro
Donatien Alphonse nació en el seno de una familia acomodada, una de las casas más añejas de la región de la Provenza, emparentada (nada menos) que con los Borbones. Su padre fue Jean-Baptiste-François-Joseph de Sade, del que Donatien heredaría más tarde el título nobiliario. Como perteneciente a la aristocracia, el pequeño futuro marqués recibió una educación refinada y exquisita, acorde con la Ilustración imperante. De hecho, su compañero de estudios fue Luis José de Borbón-Condé (1736-1818), príncipe de Condé y futuro duque de Borbón.
Como ilustrado de pro, Donatien empezó a cultivar desde muy joven la escritura; es autor de diversos ensayos, cuentos, obras de teatro y novelas, entre muchos otros géneros. También como buen hijo de su época, se decantó por el ateísmo, que también abrazaron otros ilustrados del momento: su obra está repleta de una aura anti-divina y, especialmente, anti-Iglesia, una institución que no pudo nunca soportar y que es víctima constante de sus críticas y escarnios.
En 1745, el pequeño Donatien (de entonces solo 5 años) es trasladado al monasterio benedictino Saint-Léger d'Ebreuil, donde su tío paterno, el abad Jacques François Paul Aldonce de Sade (por cierto, famoso libertino) se encarga de su educación temprana. Más tarde, ya cumplidos los 10 años, el muchacho ingresa en un colegio jesuita de París, donde hace gala de una extraordinaria cultura e inteligencia, y donde devora un libro tras otro; especialmente, ensayos filosóficos. Sus estudios finalizan en 1754; Donatien, entonces ya un adolescente de 14 años, entra en una academia militar, donde le sorprende la Guerra de los Siete años, en la que destaca como un héroe temprano.
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Matrimonio... y libertinaje
Cuando termina la guerra, el joven Donatien tiene ya 23 años, por lo que su familia decide que es hora de casarlo con alguna joven importante y de familia influyente, de acorde con el prestigio de los Sade. La ‘afortunada’ es Renèe-Pélagie Cordier de Launay de Montreuil (1741-1810), con la que un resignado Donatien se casa el 17 de mayo de 1763. El matrimonio marcha a vivir a la Normandía.
Justo después de la boda, comienza la cadena de escándalos del joven marqués, que ya no tendrá freno. Apenas una semanas después del enlace, Donatien es encarcelado por ciertos asuntos no aclarados que siembran una tremenda polémica en París. Es la familia de su esposa la que lo saca del atolladero. Al año siguiente, los Sade-Montreuil están en la capital, donde el esposo empieza a coleccionar una amante tras otra, para desesperación de Renèe-Pelagie y de su familia política.
Lo más curioso es que, en alguna de sus cartas, Donatien justifica su actitud con la decepción que le ha causado el tener que casarse por obligación, y no por amor. ¿Podemos creer que así fue...? Uno de sus escándalos más famosos tuvo lugar en Arcueil, el domingo de Pascua del año 1768. En París, Sade conoce a Rose Keller, una mendiga que se dedicaba a la prostitución. Ni corto ni perezoso, se la lleva a su casa de Arcueil, cerca de la capital, donde Donatien maltrata sin piedad a la muchacha, hasta el punto de que esta lo denuncia por flagelarla sin freno y verterle cera en las heridas. El marqués de Sade (su padre ya ha muerto, y Donatien ya ostenta el título nobiliario) es encarcelado, y su reputación, ya de por sí dudosa, se embrutece todavía más.
Un prolífico (y polémico) escritor
Paralelamente a sus continuos devaneos, abusos sexuales y maltratos, el marqués de Sade escribe. Escribe muchísimo. Y, en sus escritos, no oculta sus escabrosas parafílias: violaciones, flagelaciones, maltratos varios, humillaciones... Todo en pro de un placer oscuro por el que Sade va ganando fama en la sociedad francesa y europea.
Una de sus obras más conocidas es Justine o los infortunios de la virtud (Justine ou les Malheurs de la vertu, en el original) escrita en 1787, cuando el autor se hallaba encerrado en la Bastilla por uno de sus escándalos. De esta historia, el marqués escribirá diversas versiones; la primera que verá la luz es la que se publica en 1791, cuando ya ha salido de la cárcel. Esta segunda versión es mucho más extensa que la primera y, por cierto, mucho, mucho más explícita.
Justine narra las peripecias de dos hermanas, Justine y Juliette, la primera ingenua y pura y la segunda, alocada y libertina. La pobre Justine solo quiere una vida tranquila y estable conseguida con honradez, mientras que su hermana está decidida a escalar en la sociedad a través de la prostitución y el engaño. Al final, la ingenua Justine es la que acaba peor, con lo que Sade realiza una cruda crítica a cómo estaba construida la sociedad de su tiempo.
Otra obra escrita en la Bastilla es Los 120 días de Sodoma o la escuela del libertinaje (Les Cent Vingt Journées de Sodome, ou l'École du libertinage, en el original francés). La historia del manuscrito es casi tan fascinante como la obra en sí. Se creía perdido (Sade falleció creyendo que no la recuperaría nunca), pero, al parecer, alguien lo recogió de la prisión de la Bastilla donde fue redactado. En 1904, el doctor Iwan Bloch lo redescubrió y lo publicó, bajo seudónimo, puesto que ya preveía el escándalo que suscitaría. Los 120 días de Sodoma narra los diversos y retorcidos placeres sexuales que cuatro personajes (un banquero, un sacerdote, un aristócrata y un juez) llevan a cabo en un castillo de Suiza. La obra fue llevada al cine en 1975 por el cineasta italiano Pier Paolo Pasolini (1922-1975).
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En el asilo de Charenton
Poco antes del 14 de julio de 1789, es decir, antes de que estalle con toda su fuerza la Revolución Francesa, el marqués de Sade se encuentra en la Bastilla. Sin embargo, cuando ocurre la toma de la prisión, el escritor ya había sido trasladado al manicomio-asilo de Charenton, en el que pasaría el resto de su vida, en compañía del director de la institución, François Simonet de Coulmier, ex-sacerdote, y de una joven, Constance, que el marqués hace pasar por hija suya.
En la tranquilidad del lugar, se dedica a leer, a estudiar y al teatro, pues se le consiente formar una compañía teatral en la que los internos participan como actores. Allí, inmerso en esa vida tranquila que nada tiene que ver con su anterior existencia salpicada de escándalos, fallece Donatien Alphonse François, marqués de Sade, el 2 de diciembre de 1814. Fallece el hombre, pero empieza con su muerte una leyenda de lujuria, desenfreno y violencia que incluso inaugurará una nueva palabra psiquiátrica: el sadismo.


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