“Nuevo año, nuevo/a yo”, dicen. Pero, tras el entusiasmo y la euforia de empezar algo nuevo, se puede esconder la frustración. Esto pasa cuando no cumplimos los objetivos que nos trazamos. Allí surge la pregunta: ¿los propósitos de Año Nuevo sirven de impulso o son una trampa social?
Lo cierto es que no hay una respuesta positiva o negativa para esa pregunta. Las metas o propósitos son herramientas poderosas para nuestro crecimiento personal, pero también pueden ser un arma de doble filo si no son planteadas desde un lugar realista. Por ello importa, no sólo cuál es el objetivo a lograr, sino también su planificación y ejecución.
En este artículo te explicaremos cómo los propósitos de Año Nuevo pueden ser tanto un impulso para lograr objetivos como también una fuente de frustración. Aquí encontrarás estrategias para transformar esta costumbre de Año Nuevo en un verdadero camino.
El Año Nuevo como símbolo de cambio
Cuando cambia el reloj a las 12:00 a. m., el 1° de enero nos ofrece una página en blanco que nos invita a reflexionar sobre lo que queremos para nuestra vida. En este contexto, los propósitos de Año Nuevo se vuelven un canalizador de nuestras aspiraciones.
Dentro de ese contexto, solemos plantearnos metas, unas más ambiciosas que otras. Algunas de las más comunes pueden ser bajar de peso, dejar hábitos dañinos, cambiar de empleo, ahorrar dinero o aprender algo nuevo, viajar, encontrar pareja.
Estos deseos están respaldados por la motivación que surge al idealizar cómo será nuestra vida una vez que logremos estos objetivos. Además, la presión social juega un papel importante, ya que es común compartir nuestros propósitos con amigos o familiares, lo que nos da una sensación de compromiso.
No es mentira que esta motivación inicial puede ser un impulso real hacia la meta, pero también puede desvanecerse rápidamente.
A pesar de nuestras buenas intenciones, es una realidad que hay quienes abandonan sus propósitos al poco tiempo de establecerlos. Según estudios realizados, alrededor del 70% de los propósitos de Año Nuevo fracasan a los pocos meses. Esto puede ser una fuente de frustración, que a su vez desencadena una sensación de fracaso.
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¿Por qué algunas metas de año nuevo fracasan?
Existen varias razones comunes por las que algunos de los propósitos de año nuevo no se cumplen y generan una sensación de decepción.
Expectativas poco realistas
Los propósitos de Año Nuevo pueden ser demasiado ambiciosos o no tener sentido. Por ejemplo, ¿qué tan realista (y sano) es decir: “voy a perder 25 kilos en un mes”?
Este tipo de objetivos pueden ser no solo difíciles de alcanzar, sino que también pueden generar presión y ansiedad. Estas altas expectativas nos conducen al agotamiento y, eventualmente, al abandono.
Falta de planificación
Tener un propósito sin un plan concreto es como querer volar un avión sin ser piloto. Si no aterrizamos nuestras metas y las desglosamos en pasos que en verdad se puedan alcanzar, es probable que nos sintamos abrumados y no sepamos por dónde empezar.
¿Cuál es, entonces, la recomendación? Ser realista ante cualquier resolución que nos planteemos. Y eso no quiere decir que debas cortar tus alas, ¿eh? Puedes soñar en grande y aterrizar tu plan.
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Pérdida de motivación
Es fácil sentirse motivado al principio, ¿pero de verdad sabemos cómo mantener esa motivación a lo largo del camino? La verdad es que la cotidianidad de la vida, los imprevistos, los constantes pensamientos intrusivos y la falta de resultados inmediatos son factores que influyen en la pérdida de interés en nuestros objetivos.
Falta de autoconocimiento
Muchas veces establecemos propósitos que no están alineados con nuestra realidad y las herramientas que tenemos a nuestro alcance. Por ejemplo, basar nuestras metas en modas o según los objetivos de alguien más puede no ser sostenible o algo que sólo estamos haciendo por influencia de alguien más.
Miedo al fracaso
El miedo a no cumplir nuestras metas puede paralizarnos. Esas metas pueden quedarse solo en pensamientos solo por el miedo de enfrentar los desafíos. Todo con el fin de evitar la sensación de fracaso. Y es entendible, ¿quién quiere sentirse así?, ¡pues, nadie!
Estos factores hacen que los propósitos que inicialmente parecían emocionantes se conviertan en una carga, y esto genera frustración y desilusión en muchos casos.
¿Cómo hacer de tu propósito un verdadero impulso?
La clave parece estar en adoptar un enfoque más estratégico y consciente. Por eso aquí te dejamos algunas ideas que puedes poner en práctica para transformar los propósitos en verdaderos logros.
1. Comenzar con metas pequeñas
Esto no quiere decir que debas minimizar tus objetivos de vida. Sin embargo, es mejor empezar por las cosas pequeñas. Una de las herramientas más efectivas para definir objetivos es el método SMART (por sus siglas en inglés), el acrónimo de los cinco criterios que debe cumplir un objetivo para ser considerado alcanzable. Estos criterios son:
- Específica: Define claramente qué quieres lograr.
- Medible: Garantiza que sea posible cuantificar tu avance. *Alcanzable: Sé realista sobre lo que puedes lograr, considerando tus recursos y circunstancias.
- Relevante: Sincroniza tus objetivos con tus valores y prioridades.
- Tiempo definido: Establece un plazo para completar tus objetivos.
2. Divide las metas en pequeños pasos
Una meta grande puede parecer abrumadora. Pero si la dividimos en pequeños objetivos hace que sea muchísimo más alcanzable. Por ejemplo, si tu propósito es ahorrar una gran suma de dinero, puedes comenzar por apartar una cantidad mensual que no comprometa tus necesidades básicas.
3. Crea hábitos en lugar de depender de la motivación
La motivación es efímera, pero crear hábitos es sostenible en el tiempo. En lugar de depender de la emoción inicial, enfócate en construir rutinas que te acerquen a tus metas. Un ejemplo: si quieres leer más, establece un horario fijo para leer de al menos 15 minutos al día.
4. Ajusta las metas y ten compasión
La vida puede ser impredecible. No pasa nada si toca modificar el objetivo sólo porque las circunstancias cambiaron de forma inesperada, así que recuerda que el hecho de que haya imprevistos en el camino no significa que tengas que abandonar la meta.
5. Celebra los pequeños logros
Es importante que reconozcas todo lo que has avanzado, aunque a veces sientas que es muy poco. Celebrar cada victoria te ayudará a mantener la motivación y a reforzar la idea de que sí estás avanzando.
El propósito como aprendizaje y crecimiento
¿Te suena la expresión: “lo importante no es la meta, sino el camino”?. Pues, tal vez creas que es cliché, pero créenos que hay mucha razón en esas palabras. Darle valor al camino recorrido hacía nuestros objetivos es súper clave para lograr alcanzarlos, ya que durante ese tiempo estaremos inmersos en un proceso de aprendizaje y crecimiento personal.
Es importante recordar que los errores y los fracasos son parte del camino. Cada obstáculo superado nos dejará una enseñanza muy personal. Al establecer nuestros propósitos, es válido preguntarnos: ¿por qué me estoy planteando esta meta? La respuesta nos ayudará a definir objetivos auténticos y sostenibles.
No está mal establecer propósitos de Año Nuevo, al contrario, pueden ser un gran impulso positivo en nuestra vida. Sin embargo, lo ideal es hacerlo desde el realismo y la autocompasión. No somos seres perfectos, así que no se trata de alcanzar la perfección, sino de ir un paso a la vez hacia la versión de nosotros mismos que queremos construir.