Pudiéramos pensar que la autoexigencia es una actitud y estado de ánimo positivo, ya que nos ayuda a mejorar y a dar lo mejor. Sin embargo, cuando la autoexigencia nos lleva al límite sentimos agotamiento, estrés, y con el tiempo desánimo. ¿Cuándo la autoexigencia se transforma en un problema?
Esta dificultad de naturaleza psicológica y emocional se da con frecuencia en el área laboral, aunque también puede impactar en otras áreas de nuestra vida. Se trata de vivir siempre enfocados en dar lo mejor, en adelantarnos a todo, con actitud perfeccionista y siempre buscando la guinda del pastel. Esto nos lleva a un estado de alerta, que es un reflejo de ansiedad e inseguridad.
¿A qué te está llevando esa autoexigencia? ¿Hasta qué punto hace que tu bienestar dependa demasiado de lo que ocurre?
En este artículo vamos a profundizar en cuál es la raíz de esa autoexigencia que no nos funciona y cómo solucionarla. Lo que voy a contarte está basado en casos reales de personas que he acompañado en sus procesos de cambio como psicólogo y coach (puedes ver mi trabajo en empoderamientohumano.com). En estos procesos descubrimos que detrás de la autoexigencia existen problemas de inseguridad, ansiedad y validación personal.
Este problema es más habitual de lo que creemos hoy día, así que vamos a profundizar en ello para que le des solución desde hoy.
El significado de la autoexigencia
Cuando nos autoexigimos porque queremos llegar a un buen resultado (profesional o personal) es en sí mismo un valor positivo. Si tu motivación es de logro personal, autoexigirte te hará sentirte bien. El problema llega cuando esa autoexigencia está condicionada por miedo a los resultados, o depende de comparaciones o validación personal.
La autoexigencia, en este sentido, es un reflejo del miedo a que nuestro propio autoconcepto quede en entredicho. Esto nos puede llevar a actitudes de co-dependencia en el trabajo (acumular demasiado trabajo, o que todo dependa de ti), tener dificultades para comunicarte de forma asertiva, ansiedad, y con el tiempo cansancio y desánimo.
¿Cuáles son las distintas causas de esta autoexigencia disfuncional?
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La raíz de la autoexigencia
Cuando la autoexigencia se hace disfuncional y llegamos a ese estrés y desánimo es el resultado de que tu bienestar no está dependiendo principalmente de ti, sino de factores externos que no puedes controlar. Vivimos en un estado de alerta, donde constantemente observamos si los valoran, si los resultados son buenos o perfectos, y esto nos puede llevar a dos posibles situaciones: 1. exigirnos en exceso y sentir que nunca es suficiente (lo cual nos agota); 2. paralizarnos (por pensar que nunca será suficiente, lo cual desanima).
Existen varias causas psicológicas y emocionales para este problema.
1. Necesidad de validación personal
Los seres humanos necesitamos sentirnos valiosos. Sin embargo, cuando ese valor depende de otros, nos solemos sentir frustrados y la autoexigencia aumenta. ¿Por qué? Porque no podemos controlar cómo los validan o valoran los otros. Esto es debido a un sistema de expectativas y comparaciones que no te funciona.
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2. Miedo al resultado
Las expectativas sobre lo que puedes dar o no también depende del miedo al resultado o a cómo te perciban y valoren los demás. El miedo no es en sí mismo un problema, ya que es una emoción válida y necesaria. El problema consiste en gestionar el miedo de forma funcional, de tal forma que es demasiado frecuente y te condiciona demasiado.
La inseguridad es también una forma de miedo relacionado con tu visión sobre ti y tus capacidades.
3. Co-dependencia
Si la dependencia es sentir que necesitas del otro de forma imprescindible para estar bien, la co-dependencia es sentir que los demás dependen de ti, porque de lo contrario los resultados no serán los óptimos. Esto puede ocurrir tanto en el trabajo (cuando se tiene un cargo de responsabilidad) como en la vida personal (especialmente con la familia).
La co-dependencia nos hace acumular tareas, supervisar demasiado, no confiar o tratar de tener el control. Todo esto nos lleva a la ansiedad y a la angustia.
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4. Comunicación opaca o poco asertiva
Finalmente, cuando nos autoexigimos demasiado nos comunicamos de forma opaca o poco asertiva, precisamente porque tememos el resultado si expresamos nuestros límites sobre lo que queremos, no queremos, podemos o no podemos.
Estas son las causas habituales que nos llevan a autoexigirnos demasiado. Ahora bien, ¿cómo lo solucionamos?
Solucionar la autoexigencia para estar en paz
Si estás en esta situación, ante todo te envío muchos ánimos y sobre todo confianza para resolverlo. Cuando la autoexigencia te lleva al estrés es un resultado de un sistema de vida y relaciones o trabajo que no funciona, y que está relacionado con tu forma de entender y gestionar lo que sientes y valorarte.
Sin embargo, la solución no está en agendar unas breves sesiones, sino en vivir un proceso de cambio profundo y práctico donde llegues a la raíz del problema y lo resuelvas de forma estable, para que ese cambio forme parte de ti. Esto te ayuda a vivir y a relacionarte de forma más positiva y realista, y además, nos ayuda a ser incluso más productivos en el trabajo (porque sabemos dónde están los límites).
Estas son las cuatro claves para solucionar el problema.
1. Ir a la raíz del problema
Como te dije, agendar sesiones solo para reflexionar sobre por qué te autoexiges tanto puede ser un alivio pero no implica soluciones reales. Para solucionar el problema tenemos que ir a su raíz: ¿cómo estás construyendo tu autoestima? ¿En qué consiste tu forma de valorarte? Y sobre todo, ¿cuáles son los cambios específicos que tenemos que introducir para que todo esto cambie?
Autoexigirte está bien si se relaciona con una motivación de logro personal, nunca con la validación que te hagan los demás.
2. Gestionar tus emociones
Sentir ciertos miedos o inseguridad en ocasiones es funcional. El problema llega cuando son demasiado frecuentes, intensas y duraderas. Aprender a entender y a gestionar tus emociones (mediante comportamientos diferentes y concretos) te ayuda a relativizarlas, que sean más funcionales, y ante todo a generar otros estados emocionales, como la aceptación (saber lo que depende de ti y qué no) y la confianza (lo cual te lleva a comunicarte de forma asertiva, establecer límites, y buscar más tu autocuidado).
3. Autoestima funcional
Una autoestima funcional se construye cuando tu bienestar depende principalmente de ti, de lo que haces y cómo lo haces. En este sentido, es necesario enfocarnos más en el cuidado personal, armonizar el trabajo o la vida personal con otras áreas, encontrar equilibrio y aplicar cambios concretos para vivir con más bienestar y seguridad.
4. Plan de acción y compañía constante
Además de trabajar con todas las partes de tu personalidad (ya que todo está relacionado), es imprescindible trabajar con un plan de acción concreto que te lleve al cambio que necesitas.
Esto es algo que trabajamos en un proceso de cambio. Primero vemos qué está ocurriendo, cómo gestionas ahora lo que ocurre y qué es lo que no funciona. Luego, con este plan de acción aplicamos los cambios que necesitas para disminuir esa autoexigencia y mejorar tu bienestar. Finalmente, trabajamos con todas las partes de tu personalidad (sistema de creencias, autoestima, relaciones, comunicación, emociones) para que se interiorice y ese bienestar sea estable.
Para que el proceso funcione también es importante que la compañía sea constante, no solo con sesiones esporádicas. Este es el motivo por el cual acompaño como psicólogo y coach de forma diaria, para que sientas la compañía y podamos afrontar lo que ocurre en el momento. Además, cuentas con herramientas semanales y sesiones para conseguirlo con seguridad.
Si es lo que quieres, recuerda que en Empoderamiento Humano o en mi perfil de Psicología y mente puedes contactarme para agendar una primera sesión y ver cómo lo podemos solucionar.
Empoderamiento Humano
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Licenciado en psicología y Máster en Coaching
Te envío muchos ánimos y ante todo confianza, Rubén Camacho Psicólogo y coach