La ansiedad social es una de esas experiencias que pueden sentirse como un enredo difícil de deshacer. Para quienes la viven, todo parece girar en círculos: la soledad pesa, pero la idea de estar con otras personas también puede ser abrumadora.
En estos casos, cuando lo vemos desde esta perspectiva, parece como si no hubiera salida o que “es peor el remedio que la enfermedad”, pero aquí viene la buena noticia: siempre hay formas de empezar a desenredar ese nudo. Hablemos del círculo vicioso de la fobia social y cómo se pueden gestionar sus efectos en quienes lo experimentan. ¡Sigue leyendo!
Hablemos de la ansiedad social
La ansiedad social, también conocida como fobia social, no es solo ser tímido o nervioso en ciertas situaciones. Es un miedo constante y muy fuerte que puede complicar la vida diaria, porque quien la padece siente que siempre está siendo observado o juzgado sea de forma negativa o positiva… Pero el hecho de sentirse bajo la lupa del mundo, ¡uy!, puede ser aterrador.
¿Qué es la ansiedad social?
La ansiedad social es un trastorno que se caracteriza por un miedo muy grande a las situaciones sociales. No es el típico nerviosismo antes de una entrevista o una presentación, ¡no! Es un temor tan fuerte que puede hacer que alguien evite reuniones, eventos o cualquier lugar donde sienta que podría ser criticado.
Este problema no solo afecta emocionalmente, también se nota físicamente con manifestaciones como sudoración, palpitaciones, ponerse rojo y tensión muscular.
Las personas con ansiedad social quieren relacionarse, pero su miedo es tan intenso que terminan evitando lo que podría ayudarles. Esto crea un círculo difícil de romper, donde la evitación refuerza el miedo.7
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¿Cómo reconocer a alguien con ansiedad social?
A veces no es tan fácil notar que alguien tiene este trastorno porque mucha gente intenta disimularlo, pero siempre hay indicios que revelan lo que están experimentando. Por ejemplo, estas personas suelen evitar situaciones sociales como fiestas, reuniones familiares o incluso llamadas por teléfono.
Algo que también ocurre un montón, es que las personas con ansiedad social se preocupan demasiado por lo que otros piensan de ellas, por lo que se sienten muy incómodas en grupo o buscan excusas para no ir a ciertos lugares.
Pero, ¡importante!, no hay que confundir ansiedad social con introversión o timidez. Mientras que estas últimas son rasgos de personalidad, la ansiedad social es un trastorno que causa mucho malestar y puede limitar bastante el día a día de quien lo padece.
La relación entre ansiedad social y soledad
Tal vez creas que quienes tienen ansiedad social prefieren estar solos porque así evitan el malestar de socializar. Pero, ojo, un estudio liderado por Fallon R. Goodman y su equipo demuestra que esta idea no es tan simple. De hecho, los resultados podrían sorprenderte.
Lo que descubrió el estudio
Este estudio investigó si las personas con ansiedad social pueden disfrutar de las interacciones sociales, a pesar de su miedo.
Usando un método donde los participantes respondían encuestas varias veces al día durante dos semanas, los investigadores encontraron algo interesante: aunque quienes tienen ansiedad social reportaron menos emociones positivas y más negativas en general, dentro de cada persona se notó algo curioso. Tanto los que tienen ansiedad social como los que no, dijeron sentirse mejor emocionalmente cuando estaban con otras personas que cuando estaban solos.
Y aquí viene lo interesante. Las personas con ansiedad social tuvieron un aumento mayor en sus emociones positivas al socializar que quienes no tienen el trastorno. Esto significa que, aunque socializar les cause ansiedad, también les puede dar una sensación de bienestar y conexión.
Esto rompe con la idea de que quienes tienen ansiedad social están mejor aislados. Al contrario, aunque socializar sea complicado para ellos, puede ser una fuente de felicidad. Eso sí, el miedo inicial hace que el proceso sea todo un reto.
¿Por qué cuesta tanto salir de este círculo?
La respuesta está en la evitación. Cuando alguien con ansiedad social evita una situación que le genera miedo, siente un alivio inmediato que puede ser engañoso.
Ese alivio da la sensación de que se ha resuelto el problema, pero lo que realmente ocurre es que se refuerza la idea de que esas situaciones son "peligrosas" o imposibles de manejar. Esto hace que la persona se sienta más inclinada a evitar encuentros similares en el futuro, creyendo que así se protegerá de la ansiedad.
Sin embargo, lo que parece una solución termina convirtiéndose en un obstáculo, ya que con cada evitación el miedo se hace más grande y enfrentarlo se siente cada vez más difícil.
Este ciclo se repite una y otra vez, y atrapa a la persona en un círculo vicioso que limita su vida social y emocional. La clave está en romper ese ciclo, pero para hacerlo se necesita tiempo, paciencia y, muchas veces, apoyo profesional.
¿Cómo salir de este círculo?
Primero, calma; no estás atrapado para siempre. La ansiedad social tiene solución y hay formas de salir de este ciclo. Aquí tienes algunas ideas:
- Habla con un profesional. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una opción eficaz porque te ayuda a identificar los pensamientos que te limitan y te empodera para enfrentarlos paso a paso.
- Empieza dando pasitos. No necesitas lanzarte a una gran reunión de golpe. Empieza con cosas simples, como saludar a alguien o mandar un mensaje que te genera ansiedad pero que sabes que al final te hará sentir libre.
- Sé amable contigo mismo. No te castigues por sentirte ansioso. Aprecia tus esfuerzos y celebra cada pequeño avance, por más pequeño que parezca.
- Prepárate para las situaciones sociales. Pensar en qué podrías decir o cómo actuar puede darte confianza. Pero no te obsesiones; improvisar también es una opción.
- Cuestiona tus creencias. Muchas veces, la ansiedad social viene de pensamientos como "todos me están juzgando" o "si me equivoco, será terrible". Aprende a cuestionar esas ideas. Y, créenos, los demás están bastante ocupados con sus vidas.
- No te aísles del todo. Aunque es normal querer un respiro, trata de mantener algunas conexiones. Incluso una conversación corta puede hacer una gran diferencia.
Salir de este ciclo es desafiante, lo sabemos, pero hay formas de gestionarlo. Con el tiempo y el apoyo adecuado, es posible recuperar la autoconfianza, quitarse la supuesta capa de protección que brinda la soledad para comenzar a disfrutar un poco más de las interacciones sociales.